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Escritos desde el páramo

Una celebración y dos hartazgos

Debo confesar (sin propósito de la enmienda, por otra parte) que aunque sea más raro que un perro verde, soy tan capaz de dejarme llevar por los temas de actualidad como cualquier otro escritor de blogs. Así, hoy vamos a aparcar el estilo habitual de rollomacabeosobrecosasqueanadieimportan. La razón para ello es doble, por un lado quiero celebrar una buena noticia, por otro quiero manifestar públicamente que estoy hasta los mismísimos tegumentos procreativos de un par de temas que son la comidilla y la bebidilla de este país llamado España.

Comencemos por la parte agradable. Uno de los mejores blogs sobre pensamiento crítico cumple años. Como ya habrán adivinado, se trata de Magonia, la imprescindible bitácora escrita por Luis Alfonso Gámez. Cuatro años de andadura que, esperamos, sean sólo el prólogo de una obra mucho más dilatada en el tiempo (¿me habré contagiado del virus del cursiblog?).

Todo lo que pueda decir de Luis Alfonso sería sospechoso de subjetividad. A fin de cuentas, ambos pertenecemos a la misma asociación, el Círculo Escéptico, nos conocemos desde hace muchos años... pero todo eso no quiere decir nada (les aseguro que en esas mismas circunstancias hay personas a las que no soporto ni en pintura). No obstante, lo que sí importa es la inmensa deuda intelectual que tengo contraída con Luis Alfonso. Cuando cualquiera de nosotros comenzamos un nuevo camino nos fijamos en los que nos han precedido. En mi caso, esa función ejemplarizante recayó en Luis Alfonso Gámez. Decir que sin él este blog no existiría no es ningún halago gratuito, es el mero reconocimiento de un hecho.

Para otros, Luis Alfonso puede ser el enfant terrible de la Ufología, el crítico implacable de las afirmaciones pseudocientíficas, el divulgador científico... para mí es, ante todo, un trabajador infatigable, riguroso y honesto. Su trabajo habla por él, así que sólo puedo añadir: ¡Felicidades! (acompáñese con la música horrorosa del Happy birthday)

Y ya que estamos con músicas horrorosas, pasemos a los hartazgos. El primero se debe a la manía que les ha entrado a algunos con poner letra al himno nacional español como si no fuera ya bastante malo como para necesitar empeorarlo con cualquier letra gazmoña que algún poetastro biempensante y malescribiente pueda perpetrar. Lo reconozco, el himno español (que, en origen, era un simple marcha militar) siempre me ha dado ganas de nacionalizarme andorrano. Prescindamos de si, como cree la mayoría (y eso que no hay pruebas de tal cosa), su partitura fue creada por Federico Guillermo I de Prusia como regalo de bodas para María Amalia de Sajonia con ocasión de su (del de María Amalia, no del de Federico Guillermo) enlace con Carlos VII de Nápoles (que, después, sería más conocido como Carlos III de España) en 1738 o si ya existía en el S XVI como sostienen otros autores. Si hay que escoger, me quedo con la segunda opción más que nada para no poder poner nombre propio al "artista" que parió tamaño engendro (y encima como regalo de bodas. Con lo bien que hubiera quedado Su Prusiana Majestad si les hubiera obsequiado un juego de café...)

En cualquier caso, la música fue del gusto de Carlos III (que tenía una magnífica nariz pero a lo que se ve un pésimo oído) que ordenó que se interpretara en ocasiones solemnes convirtiéndola, por tanto, en Marcha de Honor (y si los invitados a tan eminentes "saraos" no se descoj... perdón, desternillaban es que debían tener el gusto musical en el mismísimo tercer ojo). A fuer de repetir el chunta-tachunta-chunta-chunta-chun acabó convertido en himno nacional pese al intento del general Prim de adoptar otro himno después de la Revolución de 1868. Por desgracia, el concurso convocado a tal fin fue declarado desierto lo que me deja con una duda ¿puede haber músicas aun peores que el Himno de España? En caso de respuesta afirmativa, ¿los músicos que se presentaron han sobrevivido hastas nuestros días y ahora se dedican a componer las canciones del verano?

Con el breve lapso de la II República (en la que el Himno Nacional fue el Himno de Riego -ah, pues sí, hay músicas aun peores que la Marcha Real-) ni reyes ni dictadores han sido capaces de librarnos a los españoles de tal sonsonete (lo que dice mucho de la incultura musical en nuestro país). Por si el disparate fuera pequeño, añadamos que el Himno Nacional Español hasta hace cuatro días (bueno, diez años) pagaba derechos de autor cada vez que era interpretado puesto que en 1932 el maestro Pérez Casas registró la composición -que había arreglado, es un decir- como propia. Si se extrañan, sepan que el himno de la Champions League está en el mismo caso pese a que a algunos nos recuerda (como para no hacerlo, son clavadas) una composición de Haendel (concretamente, una Antífona de la coronación, la titulada Zadok the priest).

En fin, que nuestros egregios deportistas (en especial los que se dedican a arrear patadas a un balón) reclaman un himno con letra que puedan cantar como hacen los "gabachois" con la Marsellesa o los hijos de la Gran Bretaña con el God save the queen. Ya se sabe, si nuestros dilectos futbolistas no dan una en la próxima Eurocopa no será por culpa de su propia torpeza sino por no tener letra que llevarse a la boca. Por mi parte, propongo que se adopte como Himno Nacional la canción titulada Ya el sol asomaba en el poniente, composición del Coronel Músico Nepomuceno de Alba (aunque algunos insisten en que ese nombre es un hetenónimo de Les Luthiers) y cuya letra es, sin duda, muy apropiada a lo que sucederá en tan fastuoso evento deportivo:

"Ya el sol asomaba en el poniente
ya el cóndor surcaba el firmamento
y la patria gloriosa, heroica y valiente
de victoria profiere el juramento.
Refulgentes aceros se preparan
a lanzarse a la lid libertadora
ya broncíneos clarines amenazan
a la fiera vorágine invasora.

Con sus fieros cañones apuntando
ya se ve de la patria al enemigo.
Hacia nuestros patriotas avanzando
los salvajes ya se vienen , pucha digo.
Y ya entran nuestros héroes en la historia
esgrimiendo la justicia inexorable
con mosquetes cargados de victoria
con espadas de acero inoxidable.

El fragor de la lucha ya se extingue,
por doquier, de la muerte la amargura.
Ya el odiado enemigo se distingue
alejándose deprisa en la llanura.

Ya los fieros enemigos se alejaron,
no resuena el ruido de sus botas,
nos pasaron por encima y nos ganaron,
nos dejaron en derrota.

Perdimos, perdimos, perdimos otra vez."

El segundo hartazgo también tiene que ver con lo que algunos entienden por patriotismo. Verán, hace un montón de siglos a un griego se le ocurrió la peregrina idea de hablar de las Siete Maravillas (no me pregunten porqué eran siete y porqué eran esas siete y no otras), siete obras de escultura y arquitecturas (a la pintura que la zurzan) que eran la leche-en-verso. Antípatro de Sidón consideró como tales a la Muralla de Babilonia (ésta se cayó de la lista y fue sustituida por el Faro de Alejandría), los Jardines Colgantes también en Babilonia, las Pirámides de Giza, el Sepulcro de Mausolo en Halicarnaso, la estatua de Zeus en Olimpia, el Coloso de Rodas y el Templo de Artemisa en Éfeso. Sabemos que hubo otras listas anteriores pero ésta es la que alcanzó mayor popularidad.

Pues bien, como seis de las siete acabaron pelín estropeadas por causas diversas (desde terremotos a un "capullo" pirómano que entendió que una buena forma de alcanzar la fama era convertir el Templo de Artemisa en una falla valenciana, y como al personal le encanta lo de ponerse a hacer listas (a ver si pensaban que sólo los escritores de blogs se ven afectados por esa monomanía) a un tipo muy listo se le ocurrió la idea de renovar las Siete Maravillas (por cierto, considerando que las Pirámides continúan estando en Giza ¿no deberían ser sólo seis las Maravillas a elegir?).

Hasta aquí todo más o menos correcto porque cada uno es muy libre de perder su tiempo de la forma que le dé la gana. El problema es que una de las precandidatas es La Alhambra en Granada (España). Francamente, no termino de entender el revuelo organizando considerando que entre las Maravillas precandidatas hay engendros como la Torre Eiffel, la Estatua de la Libertad o el Cristo de Rio de Janeiro que están pidiendo a gritos un Eróstrato (si se estaban preguntando quién fue el "capullo" pirómano ya lo saben) redivivo.

Como si figurar en tal dilecta compañía fuera algo deseable, en España se ha considerado esta parida como una cuestión de estado (o casi). Raro es el día que uno enciende la radio o la televisión (cada día amo más los libros) y no se encuentra con telediarios realizados desde La Alhambra, con cuñas publicitarias instando a votar por lo nuestro... y demás consignas patrioteras que producen el sonrojo propio. Si algo de esto tuviera la mínima importancia (y por mucho dinero que aseguren que hay en juego en forma de turistas esto no pasa de ser una memez como un Templo de Artemisa) tendríamos que olvidarnos del patrioterismo porque el valor del Arte es su universalidad. Me importa un bledo que la Santa Croce esté en Florencia y no en España, que los bronces de Benin sean africanos o que Machu Picchu esté en Perú. Su capacidad de emocionar al espectador no creo que sea sentida de forma distinta por mí que por un floretino o un peruano de igual forma que un francés o un alemán pueden disfrutar tanto como yo de la Catedral de Burgos o de San Martín de Frómista. El Arte diluye la fronteras, los idiotas se empecinan en remarcarlas.

Afortunadamente, esta murga tiene fecha de caducidad (el 7 del 7 del 2007 ¡Toma ingenio!) así que ya nos queda poco por aguantar (¡Bien!). Ese día sospecho que comenzará el llanto y el crujir de dientes por parte de los que se han tomado en serio esta chorrada (y por lo que a mí respecta, me da una higa que La Alhambra sea una de las Siete o no).

Y si no están de acuerdo, ya saben que para eso están los comentarios.

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