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Escritos desde el páramo

Sexto misterio jocoso: La cantatrice Calvé

Viene de aquí
Dejemos algo tan prosaico como el dinero y ocupémonos de temas más elevados, l´amour, toujours l´amour, cherchez la femme... Antes de que alguien empiece a pensar que me ha dado el ramalazo nostálgico-sentimental y tema que esta historia vaya a entrar en terrenos más almibarados que una canción de Aznavour, aclaro que seguimos con las circunstancias biográficas del padre Saunière. Si hasta este momento habíamos hablado del dinero, ya es hora de que mencionemos el amor (la salud o, más bien, la muerte nos ocupará en las próximas fechas).
Por cierto, si están pensando que el tema es escabroso (los amores de un cura, nada menos) ya les voy advirtiendo que no hay tal. La verdad es que me importa poco si el párroco de Rénnes se enamoró, si consumó relaciones... con una o varias mujeres o con un tercio de la Legión (cabra incluida). Nunca he conseguido entender la afición de algunos al cotilleo sexual histórico (en realidad tampoco comprendo la afición al cotilleo sexual contemporáneo) así que correremos un tupido velo sobre estos aspectos y nos centraremos en el único que es importante para nuestra historia.
Decía D. Lorenzo: "Con Hoffet de cicerone el obnubilado Saunière entró en contacto con diferentes miembros de órdenes ocultistas. Incluso afirman los cronistas que fue durante este periplo cuando el citado acompañante presentó al prelado a la diva de la ópera Emma Calvé, una de las personalidades más célebres de su época, y a su vez miembro de honor de la "Sociedad Independiente de Estudios Esotéricos", fundada por el ocultista Papus." (Pág. 84) y "De hecho, con el paso del tiempo las visitas de la diva a Rénnes-le-Château fueron seguidas, a modo de serial interminable, por todos -que eran muchos- los que conocían de sus supuestos amoríos." (Pág. 85)
El asunto, reconozcámoslo, tiene su morbo. Un cura, una celebérrima soprano, sexo y ocultismo. ¿Hay quién dé más? Sin embargo, lamento tener que ejercer de bromuro y ducha fría porque esta historia, una vez más, no es cierta. Vayamos paso a paso.
Emma Calvé sí estaba muy interesada por el esoterismo. Aquí tienen la prueba. En este diploma honorífico concedido al Dr. Gérard-Anaclet-Vincent Encausse (más conocido como Papus) aparecen, entre otras, las firmas de conocidos ocultistas como Camille Flammarion y Stanislas de Guaita y también (rodeada con un círculo rojo para resaltarla) la de Emma Calvé. Las de los tres presentan las mismas iniciales después de la rúbrica S.I. No se quiebren la cabeza intentando descifrar a qué corresponden esas siglas porque significan Supérieur Inconnu (Superior Desconocido) el grado más alto de la Orden Martinista que el propio Papus había fundado (reorganizado según algunos de sus seguidores incapaces de asumir que un movimiento ocultista no tenga una larga y secreta historia tras de sí). Así que podemos asegurar que Emma Calvé sí estaba relacionada con el esoterismo vía Dr. Encausse. El problema no reside ahí sino en ¿qué tiene que ver Emma Calvé con el padre Berénger?
Como todo hay que decirlo, citaremos a nuestro antiguo conocido Descadeillas que asegura: "no pasaba semana sin que recibiera fastuosamente o presumiera de sus relaciones con Emma Calvet de la Ópera, oriunda del Aveyron, con Dujardin-Beaumetz diputado de Bellas Artes, consejero general de Limoux..." Esto parece cerrar la polémica a favor del Sr. Fernández Bueno, pero ¿es así? Sorprende que Descadeillas siempre tan atento a citar la documentación que avale sus informaciones no lo haga en esta ocasión. La razón es sencilla, no la cita porque no existe. Dejemos que hable Octonovo que está estudiando la correspondencia del padre Sauniére: "Par exemple, une part importante des personnages que l'on considèrent comme liés à l'affaire n'existent pas dans sa correspondance (par exemple, Emma CALVE), alors que ses proches, ceux avec qui il est réellement en relations suivies, sont pour la plupart totalement inconnus (je garde les noms pour l'instant, je travaille dessus)." ("Por ejemplo, una parte importante de los personajes que se consideran relacionados con este asunto no existen en su correspondencia (por ejemplo, Emma Calvé), mientras que sus allegados, con los que mantiene realmente relaciones frecuentes, son en su mayor parte totalmente desconocidos (reservo los nombres por el momento, trabajo sobre ello).") El mensaje original pueden encontrarlo aquí.
En una época en la que la correspondencia era la forma habitual de comunicación, esta ausencia señala que el párroco y la cantante no es sólo que no mantuvieran una relación amorosa o de simple amistad, es que ni siquiera se conocían.
Como pintan bastos para los defensores de esa hipótesis, éstos han tenido que agarrarse a lo que buenamente pueden. Así, como primera "prueba" señalan la existencia de unas fotografías de la diva encontradas en Villa Betania (en la que, por cierto, nunca llegó a vivir el padre Saunière). Lo que se les olvida añadir es que esos retratos no son personales y, ni siquiera, son las típicas fotografías con dedicatoria impresa que las estrellas de antes y ahora enviaban a los admiradores que las solicitaban. Son, por el contrario, cromos que venían de regalo en las tabletas de chocolate Guérin-Boutron. Esto me sugiere una doble reflexión, por un lado el temor a lo que algunos consideran como prueba de un hecho. Tiemblo lo que pueden considerar probado si me encontraran los cromos que tengo de mis años de niñez (también procedentes de tabletas de chocolate) entre los que figura uno de Copito de Nieve, el difunto gorila macho albino del zoo de Barcelona (de verdad que lo de necrófilo, zoófilo, homosexual y racista no va conmigo). Por otra parte, la distancia entre las diversas formas de pensar porque esos cromos me sugieren todo lo contrario. Si la única forma que tenía el padre Berénger de poseer un retrato de Emma Calvé era ésa, es porque no conocía a la diva. Si hubiera mantenido con ella una relación amistosa (o amorosa) tendría fotos más personales.
La segunda prueba a la que se agarran los defensores de tal relación es un corazón con la inscripción Calvet 1891 encontrada en Rénnes-le-Château. Sobre este asunto les dejo un enlace a un artículo de Mariano Tomatis (esta vez es en italiano, pero se entiende perfectamente) sobre esta cuestión que resulta ser una falsificación (no será la última que nos encontremos). En segundo lugar, aunque el verdadero apellido de Emma Calvé era Calvet, ésta firma usando su nombre artístico, no el real (véase el diploma de Papus antes enlazado). Por último, no hace falta ser perito grafólogo para comprender que entre la C mayúscula de su firma y la C del corazón "tallado" no hay el menor parecido.
Así las cosas ¿qué nos queda de la turbia relación entre el párroco y la soprano? Pues una vez más, nada.
-Continuará-

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