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Escritos desde el páramo

Séptimo misterio jocoso: Ultima necat

Viene de aquí
Pese a que el maestro Borges afirmara aquello de que: "Las pruebas de la muerte son estadísticas y nadie hay que no corra el albur de ser el primer inmortal" si hay algo de lo que podemos estar seguros es que todos recibiremos la visita de Jessica Lange (por si no lo han pillado, recuerden "All that Jazz", el magnífico musical de Bob Fosse). El padre Berénger no fue ninguna excepción a esa ley.
Si su vida, como ya hemos visto, está sujeta a todo tipo de afirmaciones por parte de los escritores esotéricos no debemos pensar que su fallecimiento iba a librarse de especulaciones. El Sr. Fernández Bueno entabla diálogo con su alter ego, el maestro Geoffrey. Entre uno y otro nos brindan unos momentos memorables:
"Otro punto: el sacerdote que acude a administrarle los únicos sacramentos finalmente no lo hace. ¡Cómo lo va a hacer si este tipo no va a morir en realidad! Además, le cuenta sus propósitos en secreto de confesión, con lo cual se garantiza el secreto del mismo.
-Por eso salió de la habitación en la que se hallaba el moribundo afirmando que había oído cosas terribles...
-Claro, es que le contaría cosas terribles que seguramente para un católico convencido le rompía sus esquemas.
-Pero le confesó realmente...
-Sí, y lo hizo bajo secreto de confesión para que el otro no soltara ni una palabra. Era muy inteligente. Y yo creo que más que morir lo que hizo fue empezar otra vida." (Pág. 132)
Pensemos en lo que están diciendo porque el asunto tiene tela. Una habitación, un moribundo y un sacerdote. ¿Cómo pueden saber Vds. o cualquier otra persona qué pasó allí dentro? Pues porque lo revelen los testigos, pero si el moribundo muere ¿quién queda? Obviamente el sacerdote. Entonces podemos suponer que la persona que narra que no se administraron los últimos sacramentos, que el padre Berénger había confesado horribles secretos... fue el cura que le asistió en sus horas finales ¿no? ¿Pero lo hizo? Pues por muchas vueltas que le quieran dar, el padre Rivière, sacerdote en Espéraza, jamás dijo nada de qué sucedió en esa habitación. ¿De dónde surge esta historia?
Escuchemos nuevamente a Descadeillas:
"Una tarde de enero de 1917 en su despacho de Torre Magdala sufrió un ataque. En seguida informó a su colega del curato de Espéraza, un viejo que no mantenía con Berénger Saunière más que unas relaciones bastante frías sube hasta Rénnes para llevar al desgraciado los últimos sacramentos. Encuentra a Berénger Saunière abatido pero lúcido y en condiciones de hablar. Recibe su confesión y algunas horas después Berénger Saunière muere (el 22/01/1917).
El párroco de Espéraza fue el único que conoció el secreto. Jamás salió de su boca una palabra que pudiera poner a un tercero en el camino de la verdad. Pero tenemos este detalle de un sacerdote:
los auxiliares y amigos del párroco de Espéraza, que a partir de aquel día, el viejo párroco no volvió a ser el mismo hombre."
Sin embargo, debemos preguntarnos cuál fue la fuente de Descadeillas para mantener esa afirmación. Nuevamente, el cronista no lo aclara. Así las cosas, podemos preguntarnos si hay forma de saber qué sucedió realmente.
Por de pronto hay que aclarar que Berénger fue enterrado en sagrado después de un funeral religioso oficiado el 24 de enero. Eso supone que el padre Rivière levantó la condena que pesaba sobre él. El cómo, después de eso, puede pretenderse el mantener que no llegó a administrarle los últimos sacramentos es algo que escapa a mi comprensión. ¿Qué hay de la historia de que el padre Rivière no volvió a ser la misma persona? Pues que queda muy impactante, es tan literaria que parece demasiado buena para ser cierta... y no lo es. Aquí pueden encontrar el desmentido de George Boyer que conoció personalmente al padre Rivière.
¿Y lo de que no murió realmente? Pues que quieren que les diga, cuando la hipótesis de Geoffrey-Fernández Bueno se sustenta en:
"Porque eso le pasa el día 17 de enero -sufre una congestión-, y muere unos días más tarde, el 22. Justo con el cambio de solsticio. Esas fechas son especialmente sagradas porque coincide con que culmina en el cielo la constelación de Orión. Orión tiene que ver son Osiris, y este con el resucitado." (Pág. 131), es decir, cuando la hipótesis parte de un error monumental de base, el situar el solsticio de invierno el 22 de enero (en vez de diciembre), no vale nada. No obstante, y por si les quedara alguna duda de la muerte real y nada simbólica del padre Berénger ¿a quién enterraron en su tumba? ¿Un ataúd vacío? Lo siento por los que crean esa posibilidad porque con motivo de una profanación de su sepultura se exhumó el cadáver y se trasladó a una nueva ubicación (14 de septiembre de 2004).
Además, el fallo lógico de lo que dice el "magistral" Geoffrey es tan evidente que casi no necesito señalarlo, pero por si acaso... Supongamos que Vds. van a fingir su muerte (no sé para qué, pero el como suponer es gratis podemos hacerlo). Bien. ¿Qué hacen? Pues llaman a un sacerdote para revelarle no se sabe qué portentosos enigmas bajo secreto de confesión. Eso sí, no se dejan administrar la extremaución porque como no van a morirse de veras... Entonces ¿para qué revela los "portentosos enigmas" aunque fuera bajo secreto de confesión algo que no tenía ninguna necesidad de hacer? Porque los secretos están mucho más seguros cuando nadie (ni siquiera un sacerdote por mucha obligación que tenga de guardar para sí lo que escuche durante la penitencia) los conoce. Si hubiera pretendido convencer a todo el mundo de que moría como un buen cristiano (si no ¿qué pinta ahí el cura?) sí hubiera aceptado los últimos sacramentos. De una forma o de otra, absurdo.
Y es que hay gente que, por desgracia, no deja ni siquiera a los muertos en paz.
-Continuará-

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