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Escritos desde el páramo

Quinto misterio jocoso: La raída sotana del tío Gilito (II)

Viene de aquí
Supongo, no obstante, que ya se habrán dado cuenta de una posibilidad que, aparentemente, se me pasó por alto al hablar de la fortuna del padre Saunière. Habíamos negado un súbito enriquecimiento del sacerdote francés basándonos en unos apuntes contables que no corresponden exactamente a la realidad. ¿Podría ser, por tanto, que esos apuntes estuvieran creados de la nada para ocultar un enriquecimiento repentino basado en el encuentro del tesoro o en el precio de ocultar el misterioso contenido de los pergaminos?
En realidad, la contestación a esa posibilidad sí la habíamos contemplado, pero su respuesta está íntimamente conectada con el tema que vamos a tratar hoy, cuál fue la auténtica razón para que el padre Berénger pasara de su condición de humilde párroco de un pueblo que no era, precisamente, la capital del mundo (y que hoy ha prosperado en parte gracias a esta historia que tanto furor causa entre los escritores pseudohistóricos) a la de persona acomodada (por cierto, y aunque esto suponga adelantar acontecimientos, tampoco tanto como se ha dicho) y eso sin acceso a fuentes de financiación conocidas.
Ya dijimos que una de las virtudes del padre Saunière fue la del orden. Así, junto a los apuntes contables que ya hemos mencionado, Berénger llevaba otros listados uno de los cuales podrán encontrar al final de esta página. ¿Qué es? Pues, sencillamente, la prueba autógrafa de que el padre Berénger era un sinvergüenza, es un listado de las misas que había cobrado por oficiar. Como no sé si son Vds. católicos, si están familiarizados con diversos procedimientos de la Iglesia Católica o no, tendré que hacerles una breve introducción al asunto. Una persona, por diversos motivos (entre el que el más habitual es el fallecimiento de un ser querido) puede encargar a un sacerdote que oficie en su memoria una misa o una serie de ellas en conmemoración, recuerdo... de esa persona. Esas misas extraordinarias (llamémoslas así para diferenciarlas de la "misa de los domingos" aunque no sean términos nada precisos) son abonadas al oficiante. En esto no hay nada de malo siempre y cuando la misa se celebre realmente pero en caso contrario se estaría engañando al contratante. Si el padre Berénger se hubiera limitado a cobrar las misas extraordinarias que oficiaba no hubiera tenido ningún problema, pero tampoco se hubiera enriquecido. Saunière vendió tantas misas que es imposible que cumpliera con sus obligaciones. Volvamos a la imagen anteriormente enlazada. En el mes de agosto (salvo que equivoque algún número) el padre Berénger vendió más de 900 misas a un precio habitual de 1 F. cada una (a veces un poco más, a 1,50 F.) Esto supone que, supuestamente, era capaz de celebrar treinta misas al día, lo que no es sólo altamente improbable por una mera cuestión de tiempo (y eso suponiendo una misa express) sino que, además, no está permitido porque el número máximo de misas está reglado en el canon 905 del Código de Derecho Canónico en una al día, dos si hubiera escasez de sacerdotes en el lugar y sólo puede ascender a tres por necesidad de la liturgia en domingos y fiestas de guardar y con autorización del ordinario del lugar. Hasta treinta misas diarias queda aún un muy largo camino.
Vamos ahora a un muy buen trabajo sobre este tema de mano de Jean-Jacques Bedu (en esta ocasión es una traducción al inglés). Como vemos, el padre Berénger se lo había "montado de fábula". Pudo ser (lo fue) un pésimo sacerdote, pero fue un muy buen empresario. Publicidad en prensa, cartas ofreciendo sus servicios, registro de clientes, rotación de la clientela para no terminarla alertando... Supongo que a estas alturas se habrán hecho una pregunta ¿cómo es posible que las personas que mandaban los encargos de decir misas a Saunière fueran, en su mayoría, sacerdotes? ¿No suena un poco absurdo? Es como si el fontanero X encargara al fontanero Y que cambiara la cisterna de su propia casa. La explicación es clara, eran curas honrados que desviaban al párroco de Rénnes las misas que ellos no podían celebrar por la limitación antes señalada.
Esto nos permite la comprobación de hasta qué punto los apuntes contables del padre Berénger son (o no) reales. Tomemos los datos que da Jean-Jacques Bedu para el mes de enero de 1896 obtenido de los registros de misas:
Escargueil 8 misas a 1.50 F = 12.50 F
Valez 51 misas a 1.00 F = 51 F
Sige 41 misas a 1.50 F = 61.50 F
Cantie 12 misas a 1.50 F = 18 F
Cathala 24 misas a 1.50 F = 36 F
Reynes 55 misas a 1.00 F = 55 F
Raynaud 10 misas a 1.50 F = 15 F
Lignon 27 misas a 1.50 F = 40.50 F
Mario 33 misas a 1.50 F = 49.50 F
y comparemos con los que da Octonovo como ingresos en ese mismo mes y año según los apuntes contables del párroco de Rénnes:
Escargueil 11,70 F (80 céntimos menos de lo señalado en los apuntes de misas)
Valez 50 F (1 franco menos de lo señalado en los apuntes de misas)
Sige 60 F (1,50 francos menos de lo señalado en los apuntes de misas)
Cantie 18 F (igual cantidad a la señalada en los apuntes de misas)
Cathala 33,65 F (2,35 francos menos de lo señalado en los apuntes de misas)
Reynes 55 F (igual cantidad a la señalada en los apuntes de misas)
Raynaud 27 F (12 francos más de lo señalado en los apuntes de misas ¿Donativo añadido?)
Lignon 40,50 F (igual cantidad a la señalada en los apuntes de misas)
Mario 50 F (50 céntimos más de lo señalado en los apuntes de misas)
Sin embargo, en los apuntes contables de enero de 1896 aparecen también cantidades que no aparecen reflejadas en los apuntes de misas. Por ejemplo
Pons 9,70 F
Degua 50 F
Canteguil 30 F
Cazal 54 F
¿Por qué? Puede que sean donativos (sabemos que también los pedía -y recibía- como ayuda para la construcción de una residencia para sacerdotes), pero esas personas aparecen como destinatarios de peticiones de misas. Además también encontramos en ese mes apuntes que corresponden explícitamente a misas:
Misas (messes en francés) 6 F
Sillas (chaises en francés) y misas 5,50 F
Sillas y misas 6,50 F
(Lo de las sillas viene a cuento porque se "alquilaban" los lugares que ocupaban los feligreses para la asistencia a misa).
Así las cosas, hay algunas conclusiones que ya podemos ir obteniendo:
A) Los apuntes contables del padre Berénger Saunière no son una invención de la nada aunque tampoco sean exactos.
B) Existen ingresos que no corresponden a los registros de misas aunque sí son producto de su venta.
C) Las atribuciones de grandes sumas a personas como Guillaume y Barthélémy Denarnaud son, posiblemente, la forma de camuflar la venta de esas misas que ni siquiera figuran en los registros de misas.
D) Las cantidades producto de esa venta masiva e ilegal de misas explican suficientemente los ingresos del padre Saunière.
En relación con este último punto, pensemos en el absurdo de que una persona que tenía (según los esoteristas) unos ingentes recursos económicos por haber encontrado un tesoro o como pago por su silencio se dedicara a cometer esta estafa que, por ser muy visible, era muy peligrosa. Lo que estaba haciendo Berénger era muy rentable, pero también era una chapuza. Era muy fácil que le terminara estallando en las manos y eso es exactamente lo que pasó. Éste será el tema de nuestra próxima entrega de la serie.
-Continuará-

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