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Escritos desde el páramo

Nueva concesión del premio Favila el Osado

Si es que estos chicos no nos dejan descansar. Recién concedido uno de nuestros galardones, encontramos motivos para otorgar uno nuevo y éste con laureles, placa de honor y un jamón con chorreras. En la revista Pensar, en primer número del segundo volumen (correspondiente a Enero/Marzo de 2005) nos encontramos (en la pág. 14) con la siguiente perla: "Kurtz enfatizó la necesidad de explicar y divulgar la perspectiva científica, cultivar su comprensión pública, desarrollar la libertad de investigar en todas las áreas de conocimiento humano, tomando como símbolo del escepticismo a Galileo, quien cuestionó y rechazó a la autoridad, sugiriéndole "leer del libro de la naturaleza.""

¿Y quién es este Kurtz? Pues Paul Kurtz, presidente fundador del CSICOP y profesor emérito de Filosofía en la Universidad Estatal de Nueva York. La verdad, que una chorrada de este calibre proviniera de otro lugar no nos extrañaría. Que venga del escepticismo y, por más señas, de alguien que, por su profesión, está cerca de lo que siempre hemos llamado "Humanidades", es lo que sorprende (aunque cada vez menos, visto lo visto, puesto que la Historia parece que está considerada como una disciplina menor, como una hermana pobre de las Ciencias sacrosantas).

Por de pronto no sé para qué demonios necesitamos los que nos consideramos escépticos símbolos, sea Galileo o el payaso Ronald MacDonald, porque precisamente si por algo nos caracterizamos (o así debería ser) es por reírnos de argumentos de autoridad y similares. El mayor experto del mundo mundial puede estar equivocado y, por el contrario, el tonto más tonto puede estar en lo cierto. En el momento en que empecemos a considerar a Fulanito de Mengánez como un símbolo, la hemos cagado.

Si, además, el símbolo tiene más agujeros que una capa de lana invitada a un festín de polillas voraces, dan ganas de gritar aquello de: Paren el mundo que yo me bajo. Porque D. Galileo, por de pronto, realizaba horóscopos (sí, como un Octavio Acebes cualquiera y con idénticos resultados). Es conocida (salvo por el Sr. Kurtz, por lo visto) la anécdota de la carta astral que hizo a Cristina de Lorena, duquesa de Toscana, en 1609 prometiéndole toda suerte de venturas. Al poco tiempo falleció su esposo. Y no crean que estos "horroróscopos" D. Galileo los hacía por amor al arte sino a cambio de una remuneración de sesenta libras vénetas el ejemplar. Ignoro si Galileo realmente creía en la Astrología o si se limitaba a aprovecharse de la credulidad ajena, pero en cualquiera de los casos como para auparle en los altares escépticos (si tal cosa existiera, claro). Pufff.

Ítem más. Es de todos sabida (supongo) la historia de la retractación de Galileo (y olvídense del Eppur si muove porque es una bonita leyenda sin constancia documental alguna). Tal vez lo sea menos que Galileo ya "se la había envainado" con anterioridad. En 1616 se reunió con el cardenal Belarmino y ambos acordaron que mientras Galileo mantuviera el heliocentrismo como una hipótesis nada tendría que temer. En efecto, el edicto de 5 de marzo de 1616 por el que se condenaba el movimiento de la Tierra y la doctrina coperniciana no mencionaba a Galileo para nada. Durante 16 años, Galileo guardó silencio. En 1623 ocupó el solio pontificio el cardenal Barberini (Urbano VIII), antiguo alumno de Galilei, que le reiteró la libertad de la que gozaba para escribir lo que quisiera mientras quedara claro que el heliocentrismo era una hipótesis como ya había acordado con el cardenal Belarmino que había fallecido en 1621.

En 1632 Galilei publica sus "Diálogos sobre los dos grandes sistemas del mundo, el ptolemaico y el coperniciano." En ella, Galileo, por fin, se decide a reírse descaradamente del sistema geocéntrico y a apoyar el heliocentrismo. Tal vez fuera peor que el ridículo defensor del geocentrismo "recordara" al propio papa Urbano VIII. Se contituyó una comisión para jugar la obra y Galileo se dedicó a darle largas al asunto pretextando estar enfermo. Así pasaron unos meses hasta que ya no le cupo otro remedio que acudir a Roma donde comenzó el juicio en febrero de 1633.

Ya en la segunda sesión, en abril de 1633, Galileo niega lo que había escrito atribuyéndolo a un error de su pluma porque él en modo alguno pensaba que el heliocentrismo fuera cierto. En mayo, ya estaba pidiendo clemencia ante sus errores. En junio escribió y firmó su retractación:

"... teniendo ante mis ojos los Santísimos Evangelios y poniendo sobre ellos mi propia mano, juro que siempre he creído, creo ahora y que, con la ayuda de Dios, creeré en el futuro todo lo que la Santa Iglesia Católica mantiene, predica y enseña.
Pero como yo, tras haber sido amonestado por este Santo Oficio a abandonar completamente la falsa opinión de que el Sol es el centro inmóvil de universo, y que la Tierra no es el centro del universo y se mueve, y a no sostener, defender o enseñar de ninguna manera, ni oralmente ni por escrito, la mencionada falsa doctrina; y tras haberme sido notificado que dicha doctrina es contraria a las Santas Escrituras, escribí y di a la imprenta un libro en el que trato de dicha doctrina ya condenada, y presento argumentos de mucha eficacia en su favor, sin llegar a ninguna conclusión: he sido hallado vehementemente culpable de herejía, es decir, de haber mantenido y creído que el Sol es el centro inmóvil del universo, y que la Tierra no está en el centro del universo y se mueve.
Sin embargo, deseando eliminar de las mentes de vuestras Eminencias y de todos los fieles cristianos esta vehemente sospecha razonablemente concebida contra mí, abjuro con corazón sincero y piedad no fingida, condeno y detesto los dichos errores y herejías, y generalmente todos y cada uno de los errores y sectas contrarios a la Santa Iglesia Católica..." (Texto citado en "A hombros de gigantes. Las grandes obras de la Física y la Astronomía" Edición comentada por Stephen Hawking. Ed. Crítica. Págs. 351-352)

¿En qué se parece el hombre que escribió y firmó eso con el hombre que cuestiona y rechaza a la autoridad? En nada obviamente.

Por todo ello, consideramos de justicia que el nombre de Paul Kurtz se una al de los anteriores premiados con nuestro galardón. Esto ordenamos. Cúmplase.

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