La Bella cada día más Desconocida
Que soy (y ejerzo de) palentino no es ningún secreto. Al contrario, siempre he dicho que el banco de mi personalidad se asienta en estas cuatro patas: ser ateo, republicano, escéptico, "colchonero" y palentino (habrán deducido dos cuestiones al respecto, que me va la marcha sado-maso y que no me va la aritmética).
Francamente, sé que tengo idéntica imposibilidad de ver la extensión en España de un ateísmo respetuoso con las creencias de los demás, de vivir la instauración pacífica de la III República, de contemplar cómo el pensamiento crítico se extiende a amplias capas de la población, de admirar a Neptuno descollando en un mar rojiblanco o de gozar de una Palencia en el lugar que merece, pero soy lo que quiero ser aunque debo reconocer que nacer en Palencia me facilitó la cuestión de ser palentino sin necesidad de retorcer la verdad al estilo del célebre poeta dramaturgo y no-velista (no, no es un lapsus calami, es un sarcasmo) cordobés que nació en Brazatortas (Ciudad Real). Y sí, reconozco que cuando uno va por la vida ejerciendo de escritor exquisito resulta de los más anticlimático declarar su nacimiento en un pueblo manchego con un nombre tan poco poético aunque estoy convencido de que los verdaderos torteños están tan justamente orgullosos de su localidad como yo de la mía.
Dejémonos de oropeles vacuos y de galas prescindibles para ir a la catedral de mi ciudad. Si les preguntara qué catedrales de entre las españolas son las que más admiran sospecho que me encontraría (el orden no importa) con Burgos, León, Toledo, Sevilla, Barcelona, Palma de Mallorca... Me extrañaría que citaran la palentina. No crean que el cariño por mi tierra me ciega. El exterior de la seo de mi ciudad es un horror (salvo el bellísmo ábside gótico), infortunio que cabe achacar al cambio en el plan inicial (cuando ya estaba construyéndose el crucero se decidió que la catedral era demasiado pequeña así que se alargó motivando que existan un crucero y un pseudocrucero, dos capillas mayores, cuatro portadas... y una desproporción de lo más antiestética). El plan (pelín faraónico, la verdad) tuvo otras dos consecuencias negativas, la primera llevar la ejecución de la obra al periodo de transición artística entre el Gótico y el Renacimiento lo que motivó una indefinición estilística que podemos apreciar en las dos portadas del crucero, la Puerta del Obispo en estilo pseudogótico (arcos ojivales con apostolado -realizado en el S XVII- adosado a las columnas, la figura de María -también del S XVII- que debió coronar un parteluz inexistente... mezclados con casetones con decoración renacentista a base de puttis, candelieri...) y la Puerta de los Reyes con la misma confusión entre arcos ojivales (y de medio punto y óculos), decoración con casetones renacentistas y, para empeorar la mezcolanza estilística, esculturas en hornacinas rematadas con frontones. Un par de columnas salomónicas es lo único que hubiera faltado para terminar de jo... artísticamente hablando, claro. La segunda consecuencia negativa es que la Catedral quedó inacabada. La que hubiera debido ser la fachada principal (la de los pies) nunca se realizó, lo que explica su deplorable aspecto que no mejoró con la construcción en fechas recientes (en 1980) de la puerta pseudorrenacentista obra del Sr. Chueca Goitia que no se lució con el proyecto arquitectónico precisamente.
¿Faltaba algo más para que el exterior sea perfectamente descriptible (si no lo hago es por no caer en la escritura cacofónica)? Pues la torre. Su ¿estética? según los bienintencionados se debe a un carácter utilitario, a que se concibió como una torre militar. Como yo sigo sin saber qué pito toca en esa época (segunda mitad del S XV) una especie de torre del homenaje anexa a un templo (y, para más INRI, en el lugar que no corresponde) silenciaré mi opinión sobre esa obra arquitectónica. Me basta con señalar que, por desgracia, un gran arquitecto modernista, don Jerónimo Arroyo, no pudo realizar su proyecto de substituir eso por una torre neogótica (que era un pastiche de cuidado, pero mejor lo kistch que un montón de...)
Si el exterior puede lograr el milagro de ahuyentar a un turista japonés antes de que haga ni una sola foto, el interior es completamente distinto. Lo que en el exterior es pesadez, fealdad... se convierte en la elegancia de sus bóvedas, la mezcla de estilos que resulta penosa en el exterior consigue en el interior el milagro de la Capilla de los Reyes, lo que en el exterior es un conjunto de errores penosos se transmuta en una sucesión de logros artísticos extraordinarios, retablo de la Capilla del Sagrario, Altar Mayor, retablo de la Capilla de San Ildefonso, retablo de la Capilla de San Gregorio y, por supuesto, el Trascoro... por citar sólo unas pocas obras. Si unimos a ellos pinturas como El martirio de san Sebastián de El Greco, Díptico de Pedro Berruguete, Los desposorios místicos de santa Catalina de Mateo Cerezo (una de las dos versiones que realizó el autor sobre este tema, la otra se conserva en el Museo del Prado) o el Políptico de los Dolores de la Virgen de Jan Joest de Kalkar (o de Calcar), esculturas como el Cristo de las Batallas (el nombre viene de que, según la tradición, ante este Cristo las tropas palentinas presentaban sus pendones antes de ir al combate a las órdenes del obispo de turno que, para eso, tenía el señorío de esta ciudad), los relieves del Púlpito del obispo D. Luis Cabeza de Vaca obra de los entalladores Juan de Cambray y Pedro del Flandes y del escultor Juan Ortiz el Viejo I (también se supone que trabajaron en él los doradores Andrés y Miguel de Espinosa, pero dado que no presenta ningún tipo de dorado...), los relieves de la puerta del arco en esviaje atribuidos a Miguel Álvarez... además de obras de orfebrería como el Altar de plata de Andrés Francisco y Juan Francisco Espetillo, y Juan Francisco Velasco o la Custodia de Juan de Benavente, además de los Tapices de la catedral de Palencia, libros, documentos... que forman un museo extraordinario. De ahí el apodo de la Bella Desconocida que recibe nuestra catedral.
Pese a que pudiera parecer que es cada día un poco menos desconocida y que cada día más bella gracias lo primero a la celebración de las Edades del Hombre en 1999 que supuso una puesta de largo ante miles de turistas que se quedaron ojipláticos ante lo que estaban viendo, y lo segundo gracias a las continuas obras de restauración que realiza el obispado con la colaboración de organismos público y privados. Sin embargo, nuestra catedral también es muy palentina, su severidad exterior contrasta con la belleza interior pero también parece complacerse en guardarse secretos que sólo desvela de vez en cuando. En el siglo pasado (en 1905) fue el descubrimiento de que la cripta románica ocultaba una sorpresa, un recinto visigótico de mediados del siglo VII. Posteriormente (en 1971) fue el descubrimiento de lo que fue, casi sin duda, la mesa de altar de la antigua catedral románica. Estaba tapada con materiales de relleno y madera en la Capilla del Sagrario y consta de una losa de más de 3,30 m X 1,60 m que se apoya en dos columnas (con basa, fuste y capitel) románicas de unos 90 cms. El ara es de ágata de 30 X 20 cms. Ya en nuestro siglo, al proceder a reabrir los vanos del claustro (habían sido cegados para evitar su hundimiento a finales del S XVII) se encontraron restos de las vidrieras antiguas de las que existe prueba documental que fueron realizadas por Juan de Valdivieso y Arnao de Flandes. El último hallazgo se ha hecho público en estos días y se produjo al proceder a la renovación del pavimento tras la Puerta de los Novios y es un modillón (o canecillo) románico y, según dicen los que lo han visto, muy arcaico a juzgar por su estilo.
Esto nos lleva a la historia de la Catedral. Ya hemos dicho que hay restos de una edificación visigótica de mediados del S VII de la que ignoramos qué fue e incluso cuál es su tamaño real (se cree que es más amplia que el recinto diminuto que podemos ver pero no puede seguir excavándose sin poner en peligro la propia estructura del templo) e incluso si fue un edificio construido al aire libre y que se convirtió en subterráneo al aumentar el nivel de los terrenos adyacentes o si siempre ha sido una cripta. A este edículo se le adosó a comienzos del S XI esta construcción que pueden encontrar descrita como románica, prerrománica o protorrománica de 17 X 8 metros y que, ésta sí, ya fue construida como una cripta dada la robustez de los arcos fajones (aunque haya quien lo niegue dada la existencia de "ventanas", éstas son ciegas y aprecen ser un mero motivo decorativo). El "problemilla" es que, al igual que sucede con la parte visigótica, sabemos que hay edificaciones adyacentes a esta sala que no pueden ser excavadas. La parte hipogea de la catedral palentina es, en gran parte, un enigma lo que da pie a la existencia de numerosas afirmaciones sin prueba alguna que las sustenten (por ejemplo, que la edificación visigótica se realizó en el lugar que ocupaba un templo romano).
Por contra, el resto de la historia pensábamos que lo conocíamos mejor. Sobre esa cripta se comenzó a edificar una catedral románica a mediados del S XII que fue consagrada en 1212 y que fue siendo derruida y substituida por la actual desde 1321 hasta 1516 (fecha de la supuesta finalización de las obras que, en realidad, permanecen inconclusas hasta el día de hoy) aunque algunos capiteles (y otros elementos) se reaprovecharon en la nueva catedral. La obra se inició en el ábside y fue avanzando hacia los pies con el replanteo debido a la decisión de ampliar el templo del que ya hablamos. Hasta aquí lo que sabíamos porque es lo que está documentado. El "problemilla" es que hay cosas que no casan. Veamos el plano de la catedral de Palencia. Pueden ver el pseudocrucero (que une las Puertas de los Novios y de los Canónigos marcadas con las letras A y B en el plano) y por "encima" de él la capilla Mayor antigua (hoy capilla del Sagrario marcada con el número 1) y las siete capillas absidiales marcadas con los números 2 al 7 -si se pregunta el porqué hay una capilla sin numeración es porque está tapiada y dedicada a calefacción-) y entre ambos elementos, la girola. Como dijimos, esta parte es la más antigua de la catedral gótica, la construida entre 1321 y 1426. Pues bien, por debajo de esta línea y correspondiendo, supuestamente, a las obras realizadas entre 1426 y 1486 encontramos elementos góticos para entonces ya en desuso como dos bóvedas de crucería cuatripartitas en la torre y en uno de los dos tramos de la Sacristía (número 23 en el plano) mientras que el otro tramo se cubre con una bóveda estrellada como es propio de esta época. Esto unido a la extraña tipología de la propia torre y a su inusual localización ha conducido a algunos a pensar que es un reaprovechamiento de una construcción ya existente de carácter militar (por ejemplo, véase el artículo Catedral de Palencia en la wikipedia en su cuarto párrafo). Debo reconocer que para mí eso no resuelve el problema, sólo lo replantea porque ¿cuál es la razón de que se decidiera reaprovechar una torre de carácter militar cuando estéticamente es un horror y ya no tenía ningún sentido práctico? No obstante, no son los únicos elementos fuera de lugar. En la capilla del Baptisterio (número 2 en el plano) hay un arco ojival muy primitivo y que, para más INRI, no tiene ninguna función. Sencillamente, está ahí.
Todo eso nos lleva a concluir que aún hay muchas cosas que desconocemos, que la catedral de Palencia sigue siendo una gran desconocida y que, tal vez, las excavaciones arqueológicas que van a iniciarse en la zona de la Puerta de los Novios y en las que se plantean alcanzar el estrato situado a -4 metros desde el nivel actual del pavimento permiten conocer algunas respuestas a estos enigmas aunque, con mayor probabilidad, nos haga enfrentarnos a nuevos misterios.
0 comentarios