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Escritos desde el páramo

In memoriam

 

 

Hoy, 3 de marzo de 2009, ha fallecido en el Hospital Río Carrión de Palencia D. Javier Cortes Álvarez de Miranda. El segundo apellido les resultará familiar (o no) pero no vamos a hablar de política y sí de un gesto extraordinario en un tiempo de mediocres.

Corría el año 1968, un cinco de julio por si les interesa la precisión, cuando en una finca propiedad de D. Javier Cortes situada cerca del pequeño pueblo de Pedrosa de la Vega se encontró "algo". En vez de hacer lo habitual por estos lares cuando aparece "algo" que es taparlo antes de que se entere nadie para no dar lugar a una expropiación de terrenos, D. Javier Cortes regaló esa parcela a la Diputación palentina. Para entonces ya se sabía que ese "algo" era una extraordinaria villa romana, la conocida como Villa de la Olmeda, uno de los más importantes conjuntos musivarios de Europa. Tal gesto ya sería suficiente para merecer el recuerdo y la gratitud de todos los palentinos, pero, además, el agrónomo Javier Cortes no cejó en su empeño de lograr convertir "su" yacimiento en un museo vivo para lo cual se convirtió en un experto en restauración de mosaicos. También logró que se transformara la iglesia de san Pedro, en la cercana localidad de Saldaña, en el Museo Monográfico de la Villa de la Olmeda para disponer de un espacio en el que exhibir permanentemente algunos de los restos arqueológicos más importantes localizados en la villa y sus necrópolis. Por desgracia no ha vivido para ver la reapertura del yacimiento-museo que se realizará dentro de un mes, el 3 de abril, y que, según dicen, ha logrado potenciar la espectacularidad de los mosaicos tanto de los ya conocidos por formar parte de la Villa propiamente dicha, como de los mosaicos de las Termas adyacentes. Esa día hubiera supuesto la culminación de su sueño que hoy ya es patrimonio de todos los palentinos. Rindo homenaje al hombre que concibió la idea aparentemente disparatada de que un pequeño pueblo de la Vega palentina se tenía que convertir en una visita obligada para todos los apasionados por la Historia y el Arte. Que la tierra de su Palencia de adopción le sea leve al hombre que, hace ya casi 30 años, enseñó a un grupo de estudiantes de Bachillerato lo que entonces era una excavación incipiente y que, pese a ello, consiguió trasmitirles su pasión por aquellos mosaicos que había que baldear para poder eliminar el polvo y apreciar su extraordinario colorido. Desde aquel día en el que pudimos pisar unos pavimentos que se habían construido 1500 años antes, en el que pudimos hacer revivir a golpe de agua la policromía que había pasado más de mil años enterrada, desde entonces a algunos nunca nos abandonó la fascinación por la Historia. Gracias por aquella lección inolvidable, maestro.

 

 

 

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