Nueva concesión del premio Favila el Osado
Permítanme realizar una pequeña pausa en nuestra crítica a esa magna ópera titulada "La Travi...", perdón "En busca de la Edad de Oro" para tratar un tema de actualidad y, aprovechando que el Carrión pasa por Palencia, realizar una nueva entrega de nuestro prestirrijoso galardón.
Érase una vez que se era un país llamado España que tenía un gobernante inteligentísmo apellidado Zapat... perdón, se me había vuelto a ir el santo al cielo y les estaba contando un cuento chino (calificativo incorrecto políticamente porque da a entender que los chinos son especialmente crédulos. La verdad es que deberíamos hablar con mayor adecuación a la realidad de cuentos españoles). Decíamos que este país que antes era de charanga y pandereta y ahora es de macrobotellón y móvil polifónico (es decir, que ha conseguido pasar de lo casposo a lo pijo, de lo cutre a lo cursi sin dejar de ser un ningún momento patéticamente ridículo) anda revolucionado.
Este país llamado España ha encontrado un tema de conversación aparte del fútbol, las andanzas de los personajillos de la prensa del corazón (ignoro la razón de ese eufemismo cuando la parte anatómica a la que, en realidad, suele hacer referencia está más abajo) o la última parida de la teleserie de éxito. Que esa tema tenga, además, relación con la Historia en un país especializado en reinventar el pasado a mayor gloria de la ideología política X o Y es extraño aunque tal vez lo sea menos si consideramos que también tiene componentes religiosos.
Este país llamado España tiene cierta querencia por los movimientos pendulares. Un día puede contemplarse a una multitud siguiendo a un sacerdote que ejecuta unas rogativas y, al día siguiente, ver a esa misma multitud persiguiendo al mismo cura y rogando su ejecución. Esta relación de amor-odio hacia la religión llena páginas de nuestro pasado que más que historiadores precisa de psiquiatras para su explicación. Con esos antecedentes no resulta extraño que cualquier aspecto relacionado con la fe pueda convertirse en la comidilla de todos los corrillos y eso es lo que ha sucedido.
Con esos antecedentes habrán adivinado sin necesidad de ser televidentes (es decir, sin practicar la videncia en alguna televisión) que vamos a hablar del Testamento de Judas (sí, yo también).
Comencemos por algunas cuestiones previas. Es una buena noticia que aparezca un texto que se consideraba perdido en cuanto ello supone un mejor conocimiento de nuestros antepasados. Tanto da que se tratase de los libros VII-X de los "Anales" de Tácito, de la versión íntegra del "Satiricón" de Petronio... o de textos sin ningún valor literario. También resulta digno de aplauso que exista una sociedad dispuesta a gastarse una "pasta gansa" en autentificar, restaurar, traducir y publicar ese texto incluso si pretende ganar dinero con ello (esto es el mundo real y no una utopía bucólica).
Si hasta aquí todo va bien ¿qué motiva la concesión de nuestro premio? Supongo que si tienen Vds. la desgracia de ver las televisiones españolas habrán tenido ocasión de contemplar el anuncio que la National Geographic inserta anunciado su propio documental sobre el "Testamento de Judas" (ignoro si en los países americanos de habla hispana han cambiado el texto o si es el mismo). ¿Han reflexionado sobre lo que en él se dice? Según esta cuña, el "Testamento de Judas" es un texto que lleva oculto más de 2000 años. La tontería es realmente histórica incluso prescindiendo del "pequeño detalle" de que el manuscrito data del S IV con un margen de error de pocas décadas. Vamos a ponernos generosos y a considerar fundada la suposición de que este "Testamento de Judas" copto sea una traducción del "Testamento de Judas" mencionado por S. Ireneo de Lión en el S II. Incluso entonces tampoco sería cierta tal afirmación. Es más, vamos a entrar en los terrenos del disparate total y a pensar (en plena alucinación de cornezuelo de centeno) que el autor original de tal escrito sea el mismísimo Judas Iscariote. Ni siquiera entonces sería cierta tal afirmación porque estamos en el año 2006. Más de 2000 años son, por lo menos, 2001. La aritmética revela que para que fuera cierta tal aseveración eso supondría que el "Testamento de Judas" fue escrito a lo sumo en el año 5 de nuestra era. Como parece que Jesús nació entre los años 7 y 4 A. de C. (lo que no deja de tener su gracia, lo reconozco), Judas debió traicionar a Jesús cuando éste tenía entre 9 y 12 años. Esto abre un abanico de posibilidades. Déjense de gaitas de si Judas actuó movido por la plata, por mandato de Jesús, por desencanto con la visión religiosa de Jesús... Seguro que se pelearon por una bolsa de canicas o por una peonza.
Me personarán Vds. el cachondeo al respecto, pero el error (vamos a ser bondadosos y suponer que lo sea) es tan divertido que no es para menos. Me preocupa mucho más que se pretenda vender el "Testamento de Judas" como algo que puede causar dudas en la fe de las personas. Esto supone conferir a ese manuscrito una veracidad que no posee. Vamos a ver el porqué.
Entre las muchas bobadas que hemos oído y leído estos días hay una que me parece especialmente desternillante, que los Apócrifos condenados y prohibidos por la Iglesia son más dignos de crédito que los escritos neotestamentarios "oficiales" (ya saben, los Evangelios supuestamente escritos por Mateos, Marcos, Lucas y Juan, los Hechos de los Apóstoles obra supuestamente de Lucas, diversas Cartas entre las más numerosas son las de S. Pablo, y el Apocalipsis obra, supuestamente, de S. Juan). Ese tipo de aseveraciones incurre en un montón de errores entre los que no es el menor el suponer que los Apócrifos eran libros prohibidos. El término apócrifo no supone más que el que esos textos entre los que hay Evangelios, Hechos, Cartas y Apocalipsis no se consideran (por parte de la Iglesia) inspirados por el Espíritu Santo al contrario que los "oficiales". No significa que fueran condenados per se. Como supongo que esto pueda parecerles extraño, vamos a practicar un juego. Vean esta imagen correspondiente a uno de los frescos de la basílica de Asis y que ilustra la Natividad de Jesús. ¿No encuentran algo raro en la iconografía? Vamos por partes. ¿Ven una mula y un buey? Bien. ¿En cuál de los Evangelios "oficiales" se hace referencia a que esos animales estuvieran en el lugar de nacimiento de Jesús? No se quiebren la cabeza intentando recordarlo porque ese episodio está extraído del apócrifo conocido como Evangelio del Pseudo-Mateo. También se habrán dado cuenta de que hay una duplicación del niño Jesús que, por un lado está en brazos de María y, por otro, está siendo atendido por dos mujeres. ¿Quiénes son éstas y a qué episodio "oficial" hacen referencia? Tampoco se quiebren la cabeza porque la respuesta deberán encontrarla en el apócrifo conocido como Protoevangelio de Santiago. Sigamos con el juego. Observen esta otra imagen de un icono medieval que representa la Dormición (o el Tránsito) de María. ¿En qué parte del Nuevo Testamento oficial se hace referencia a ese suceso? Pueden dejar que sus neuronas se relajen porque la respuesta es que procede del apócrifo conocido como Libro del Tránsito de la Santísima Virgen, Madre de Dios. Veamos un nuevo ejemplo. ¿A qué episodio del Nuevo Testamento "oficial" hace referencia esta talla? No se esfuercen en averiguarlo porque es el Abrazo de S. Joaquín y Sta. Ana cuya fuente es, nuevamente, el apócrifo del Protoevangelio de Santiago. Obviamente estas imágenes no fueron encargadas por alguna extraña secta herética y conservadas en algún misterioso conventículo gnóstico sino que fueron realizadas por mandato de la Iglesia "oficial" o por sus fieles y se conservan, como en otros muchos casos, en lugares de culto "oficial". ¿Cómo? La misma Iglesia que, supuestamente, condena los Apócrifos per se ¿los emplea como fuente iconográfica? Pero si los fieles desconocían esos relatos supuestamente prohibidos ¿cómo podían entender la representación? La respuesta es, obviamente, que la premisa de partida es falsa.
Aunque hablamos de los apócrifos como si fueran un todo homogéneo no lo son. Podemos establecer grosso modo dos grandes categorías, textos que pretenden llenar los vacíos (o ampliar episodios ya existentes) de los Evangelios "oficiales" y, por otro, textos que se vinculan con una teología diferente a la "oficial". Los primeros fueron más o menos aceptados por la Iglesia pese a que, a veces, parezcan cuentos para niños con un contenido que abunda en los "milagros" más disparatados hasta el punto de que el Jesús que "reflejan" es, en ocasiones, alguien que resulta repulsivo. Por ejemplo, en el Evangelio del Pseudo-Tomás un Jesús niño maldice al hijo de Anás por la gravísima falta de estropear la balsa de agua con la que él jugaba. En ese mismo texto, un niño golpea a Jesús sin querer lo que no impide que muera. Cuando la gente comienza a protestar contra Jesús quedan ciegos... En fin, que si históricamente "no tienen ni medio pase", desde un punto de vista religioso no son, precisamente, un buen ejemplo lo que no impidió su difusión.
Los otros apócrifos son algo bien distinto. Conocemos (principalmente gracias al descubrimiento de la llamada Biblioteca de Nag Hammadi en 1945, pero también por otros hallazgos anteriores y posteriores así como por citas en los escritores que criticaban unas creencias religiosas que consideraban heréticas) una colección de escritos gnósticos con los que hay que relacionar el nuevo códice que contiene el "Testamento de Judas". Sobre ellos ya hablamos en otra ocasión así que me limito a señalar que ahora poseemos un nuevo texto en el que Jesús desvela la gnosis a un nuevo personaje, Judas Iscariote en abierta contradicción con otros escritos gnósticos que conferían ese conocimiento revelado a María Magdalena, Tomás, Felipe...
¿Cuál de esas versiones se supone que es la histórica? No se esfuercen. No son textos históricos sino doctrinales así que su valor histórico no reside en lo que cuentan sino en su mera existencia que ilustra que el cristianismo naciente no fue algo homogéneo sino que coexistían en él doctrinas muy diferentes entre las que el cristianismo tal y como hoy lo entendemos fue la doctrina que, finalmente, prevaleció. Eso no es ninguna novedad así que no termino de saber qué puñetas tiene ese texto para que, supuestamente, pueda hacer dudar de su fe a los cristianos.
Por aquello de que de alguna forma hay que "intentar vender la moto", se ha señalado el supuesto carácter explosivo en la diferente motivación de la "traición" de Judas. Recordemos que en los Evangelios "oficiales" hay unanimidad en considerar que Judas actuó por codicia. En los sinópticos (es decir, Mateo, Marcos y Lucas) se dice expresamente que Judas acordó con los sacerdotes entregar a Jesús a cambio de dinero. Juan señala que Judas era el encargado de la bolsa común de la que robaba lo que podía. Sin embargo, algunos escritores como la teóloga e historiadora de la religión Uta Ranke-Heinemann ya han señalado que esa unanimidad enmascara lo que en realidad son versiones contradictorias y en gran parte absurdas. Comencemos por el mismo hecho de la traición. Jesús supuestamente era alguien muy conocido ¿por qué habrían de necesitar los sacerdotes que Judas les dijera quién era Jesús?
Más aún, ¿cuándo se produce la traición? Porque ninguno de los sinópticos (sí Juan) señala que Judas abandonara la cena. Sencillamente, según esos tres relatos Judas aparece con una multitud para prender a Jesús. Tampoco existe una versión clara de qué sucedió con Judas después de su traición. Para Mateo se ahorcó, para Lucas (en Hechos de los Apóstoles) se despeñó. Para Mateo los sacerdotes (después del suicidio de Judas) adquieren con el dinero que Judas rechaza un terreno. Para Lucas es el propio Judas el que compra el terreno con el dinero. No obstante, antes de ellos Pablo en la I Carta a los Corintios dice que Jesús resucitado se apareció a Pedro y después a los Doce, es decir, que también se apareció a Judas. Si unimos a ello algunos anacronismos como que los treinta siclos de plata que, según Mateo, fueron el precio de Jesús habían dejado de circular como moneda unos trescientos años antes, podemos entender las razones por las que la escritora alemana habla de "La fábula de Judas traidor" (véase "No y amén. Invitación a la duda" Uta Ranke-Heinemann. Trad. Víctor Abelardo Martínez de Lapera. Ed. Trotta S.A. Valladolid, 1998). En efecto, la figura de Judas como traidor guarda paralelismos con otras como Ajitófel, traidor a David, que también se ahorcó (Libro II de Samuel, 17, 23).
Así pues ¿qué queda al final de toda esta historia? Pues la alegría por un texto recuperado (algo siempre digno de agradecer desde el punto de vista de la cultura), pero ni desde un punto de vista histórico ni religiosos estamos ante un hallazgo revolucionario. Por tanto, por su manifiesta exageración al levantar una expectación muy rentable desde el punto de vista del markéting, pero desproporcionada desde cualquier otra perspectiva que queramos emplear concedemos nuestro galardón a la National Geographic con el ruego de que no vuelvan a caer en una nueva venta de humo como en este caso y en el de la apertura a bombo y platillo de la puerta de Gantenbrink (no harán ni puñetero caso, pero, por pedir que no quede).
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