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Escritos desde el páramo

Decimocuarto misterio jocoso: Templarios destemplados (X)

Viene de aquí
Así pues, pongámonos rumbo a Oak Island (Isla del Roble) en Bahía Mahone, Nueva Escocia, Canadá (si no se han dado cuenta, llevamos más kilómetros encima que las maletas de la Piquer y los que aún nos faltan...)
¿Para qué tenemos que irnos al quinto roble a mano derecha? ¿Qué hay en esta isla para que sea tan importante? Si les respondo que "Un agujero" podrían pensar que estoy quedándome con Vds., que les estoy vacilando, tomando el pelo... pero no es el caso. Todo lo más estaría pecando por defecto. En Oak Island hay, en realidad, un montón de agujeros.
¿Un misterio que se reduce a unos agujeros? Bueno, en realidad sí hay un enigma, el hasta dónde estamos dispuestos a llegar los seres humanos para satisfacer nuestros peores instintos (aunque la combinación de agujeros y peores instintos pueda hacer pensar que me estoy refiriendo a la lujuria, en realidad estoy pensando en la codicia). Si llegados a este punto están pensado que cada vez me parezco más al padre Astete, tendrán razón. No soy de los que piensan que la moral católica sea perjudicial ni para las personas ni para la sociedad y, por el contrario, creo que tiene más de beneficiosa que de nociva.
¿Me he vuelto "tarumba"? Pues no más de lo habitual. Otra cosa es que no deban tomarme demasiado en serio... o sí (Rajoy dixit). Después de tan críptico comienzo podemos emprenderla con Money Pit (el Pozo del Dinero).
Supongo, con harto atrevimiento por mi parte, que no tienen ni idea de qué va esto porque no es precisamente un misterio famoso en España (para enigmas cutres ya tenemos bastante con las caras al ali-oli de Bélmez). De hecho, si alguna repercusión ha tenido en España es a través de una novela, "El pozo de la muerte" de Douglas Preston y Lincoln Child claramente inspirada en esta leyenda. No obstante, es muy famoso en Norteamérica y está considerado como el mayor misterio de Canadá (clara demostración de que los canadienses tienen pocos enigmas que llevarse a la boca).
Este mito (que movería a risa de no ser por el "pequeño" detalle de que ha costado la vida a seis hombres hasta la fecha) comienza en el verano de 1795 cuando un joven llamado Daniel McInnis (o McGuinnis, según otros) deambulaba por la Isla del Roble. En un descampado en el que sólo quedaba un gran roble encontró, según unos, una garrucha colgada de unas de sus ramas, según otros, las señales de que se había empleado este instrumento o, según unos terceros, sencillamente una depresión en el terreno. No se sabe por qué razón (excepto por la desbocada fantasía de un adolescente) dio en imaginar que había encontrado el escondite de un tesoro pirata. Al día siguiente regresó acompañado por dos amigos, John Smith y Anthony Vaughn, y se pusieron a cavar. Pronto encontraron una capa de losas (según se dijo después realizadas con piedras procedentes de Gold River, a pocos kilómetros de Oak Island pero como no se hizo ningún análisis vaya Vd. a saber) y a diez pies bajo ella (un pie es aproximadamente 30,5 cms) unos troncos de roble dispuestos horizontalmente. Sacaron los troncos y continuaron cavando unos 15 pies más. Cuando ya habían llegado a unos ocho metros de profundidad decidieron que necesitaban ayuda para proseguir la excavación así que pidieron apoyo a los habitantes de Chester (la localidad más cercana) que debieron pasar un buen rato con la historia pero no se creyeron ni media palabra porque nadie movió un dedo.
De forma un tanto extraña (para mí) los jóvenes no hicieron tampoco el menor intento para proseguir con el pozo hasta 1803-1804 (según otros, en 1810) cuando el trío se une a Simeon Lynds para formar la Onslow Company con el propósito de rescatar el (supuesto) tesoro pirata. Reanudan la excavación y, de acuerdo con la leyenda, encuentran plataformas de troncos cada diez pies junto con capas de arcilla, carbón vegetal y fibras de coco. A los noventa pies (unos 30 metros) encontraron una losa con una extraña inscripción y, poco después, golpearon lo que creyeron eran unos cofres de madera.
Entonces se produce nuevamente una reacción incomprensible. Supongan Vds. que durante unos diez años (o quince, según otros) han soñado con el oro de Morgan, del capitán Kidd... y creen que, por fin, está al alcance de sus manos. ¿Qué harían Vds.? Pues el trío (ahora cuarteto) se fue a dormir.
Al día siguiente se encontraron el Pozo del Dinero haciendo honor a su nombre porque apareció lleno de agua hasta unos treinta pies de su boca. Todos los intentos de drenarlo acabaron en fracaso. Al año siguiente intentaron realizar un conducto paralelo primero y después transversal para llegar al mismo punto, pero este tunel acabó tan inundado como el primero. Después de tan gloriosos "éxitos" Money Pit permaneció abandonado hasta 1849 cuando la Truro Company decide reanudar las búsqueda del (supuesto) oro.
Después de varios intentos logran extraer arcilla, madera y tres eslabones de una cadena de oro (siempre según la leyenda). Esta nueva campaña termina en 1850 después de haber realizado nuevos pozos para intentar evitar las inundaciones con nulos resultados.
Desde 1852 hasta 1862 prosiguieron los trabajos hasta que un obrero murió al explotar la caldera de una de las bombas de achique. Antes del desastre habían intentado localizar y cegar el tunel que supuestamente comunicaba el Pozo del Dinero con el mar puesto que se habían dado cuenta (observadores que eran) de que el agua de los agujeros era salada y que su nivel variaba con las mareas.
En 1866 entra en escena la Oak Island Eldorado Company (el nombre lo dice todo e incluso era un presagio sobre los resultados que iban a conseguir, los mismos que los buscadores del mítico El Dorado, ninguno en absoluto).
En 1893 llega el turno de la Oak Island Treasure Company (eso es optimismo) que localizó y dinamitó el supuesto tunel de alimentación de Money Pit. No obstante, el agua marina siguió entrando en el pozo. Por lo demás, falleció un nuevo trabajador al caer a uno de los agujeros inundados. Ante tan magníficos resultados la Compañía quebró y sus bienes fueron embargados y vendidos en pública subasta en 1900.
El fin de S XIX no supuso el del mito y desde entonces distintas compañías han realizado campañas de excavación sin resultado positivo alguno. Eso sí, en 1965 fallecieron cuatro trabajadores más por asfixia dentro de uno de los túneles.
El (supuesto) tesoro continúa esperando en el fondo del Pozo del Dinero que, ahora, nadie sabe con certeza cuál es porque entre unos y otros consiguieron excavar cerca de cien pozos y túneles. Pese a las inmensas inversiones realizadas que, por ejemplo, lograron que Oak Island ya no sea una isla porque en 1965 quedó unida al continente mediante una calzada para facilitar el envío de maquinaria pesada, el único oro extraído de la Isla del Roble continúan siendo los tres eslabones de una cadena.
Esto, o algo parecido porque las variantes del mito son infinitas, es la historia que todo el mundo cuenta sobre Money Pit y Oak Island. ¿Qué hay de cierto en ella? Volvamos a la obra del Sr. Fernández Bueno para irlo comprobando.
"A los doce metros una plataforma de roble cubierta de masilla les indicó que se encontraban en el camino correcto. Pero no había tiempo para triunfalismos. Tres metros más adelante una capa de carbón vegetal fue el preludio de una nueva troncada esta vez con características diferentes a las demás: estaba sellada con fibra de coco. Y así se fueron sucediendo las distintas etapas, a intervalos de tres metros. Más troncos de roble, más fibra de coco y en alguna ocasión la viscosa masilla recubriendo ambos elementos..." (Pág. 255)
Pensemos por un momento en esta descripción. Algo no concuerda con la leyenda del comienzo de la historia. Los tres jóvenes quitaron una primera plataforma de troncos a 10 pies de la superficie (unos 3 metros) y después excavaron 15 pies (unos 5 metros) más sin encontrar obstáculo alguno y ahora hay plataformas cada tres metros (10 pies). Pues me faltan troncos, la verdad.
Por otra parte, supongamos que tal cosa es cierta. ¿Para qué servían estas plataformas? Porque como obstáculo eran una porquería cuando tres jóvenes sin maquinaria de ninguna clase pudieron eliminar la primera (y única) que encontraron. Tampoco tienen ninguna finalidad estructural. Por cierto, echo en falta algún tipo de resto de muro de contención, apuntalamiento vertical... en un pozo de más de 90 pies (30 metros) excavado en un suelo muy poco firme. Las Compañías sí tuvieron que hacerlos como medida de seguridad ante el temor de que un desprendimiento sepultara a algún trabajador, como pueden comprobar en esta fotografía. Entonces ¿por qué iba nadie a tomarse el trabajo de construirlas si eran inútiles? No se preocupen en buscar una respuesta, sencillamente no existían tales plataformas regularmente dispuestas. Un relato temprano (1863) sobre la historia de Oak Island publicado en el periódico British Colonist y firmado por "un miembro de la Asociación de la Isla del Roble" no habla más que de dos plataformas, la que ya habían quitado los tres jóvenes y otra que encontraron poco más abajo de donde habían detenido su excavación. Después menciona una capa de carbón y otra de arcilla y nada más hasta la piedra grabada de la que hablaremos más adelante.
Más adornos de la leyenda que se nos caen, no menciona para nada el supuesto hallazgo de los tres eslabones de la cadena de oro como tampoco las fibras de coco. El problema de la inundación no fue repentino sino que comenzó a filtrarse agua cuando la excavación alcanzó los 90 pies (30 metros) de profundidad y a los 93 pies ya era un problema preocupante. Fue entonces cuando introdujeron una barra en el suelo y a 5 pies (por tanto a los 98 desde la boca de Money Pit) detectaron algo duro que tanto podía ser un cofre del tesoro como una piedra. Eso unido a la llegada de la noche fue lo que hizo que abandonaran el trabajo.
Más cuestiones interesantes que se desprenden de esta narración, que el suelo era fácil de cavar y que las señales que hicieron sospechar a McGinnis la existencia de un tesoro pirata eran tocones de árboles cortados, la existencia de un camino semiborrado y la garrucha colgada de la rama del roble. También los tres supuestos jóvenes son mencionados como hombres y dos de ellos vivían en la propia Oak Island. Además, conocían las historias sobre el supuesto tesoro del capitán Kidd (que como no fue un pirata aunque lo ahorcaran por ello, mal podía haberlo reunido). Ya iremos viendo que todo ello tiene su importancia.
"Veinticinco, veintiséis, veintisiete metros... Se hizo el silencio.Un sonido metálico escapó desde el interior del pozo. Un material de extrema dureza impedía continuar profundizando. Se trataba de una formación pétrea de 90 cm de largo por 30 de ancho. Ya en el exterior, con la luz del sol alumbrando aquel material inerte, se percataron de que la "placa" estaba labrada en toda su superficie con una extraña simbología sin sentido aparente." (Pág. 255)
En realidad, el texto no indica a qué profundidad se encontró la piedra grabada. Recordemos las palabras exactas con las que da noticia del hallazgo:
"Further down was a flag stone about two feet long and one wide, with a number of rudely cut letters and figures upon it." (Aún más abajo estaba una losa de aproximadamente dos pies -61 cm- de largo y uno -30,5 cm- de ancho, con una cantidad de letras y dibujos groseramente tallados sobre ella).
Sin embargo, y con todos los problemas que genera esta losa, es la piedra angular sobre la que descansa esta leyenda porque si no admitimos su existencia (o si hay una explicación distinta a la de una colocación intencional en el Pozo del Dinero) ni siquiera está claro que Money Pit sea una construcción artificial. ¿Y las plataformas de roble, y la capa de carbón...?
Voy a contarles una historia. Unos hombres comienzan a excavar en un lugar en el que hay una pequeña depresión en el terreno y el suelo está suelto como si ya hubiera sido cavado con anterioridad. A dos pies de profundidad encuentran una capa de piedras y más abajo troncos de picea y roble a intervalos irregulares. Parte de la madera parece estar carbonizándose. ¿La demencia senil me hace narrarles la misma batallita de la Isla del Roble? Pues no, porque esto sucedió en 1949 también en Bahía Mahone pero a siete kilómetros de Oak Island. Aunque en un primer momento todo el mundo pensó en que habían encontrado un segundo Pozo del Dinero, se trataba de un fenómeno natural. El suelo se había hundido al ceder una cavidad subterránea y había arrastrado todo lo que había en la superficie, árboles inclusive.
¿Fue este mismo fenómeno lo que dio origen a la leyenda de la Isla del Roble? Pues es muy probable porque en la misma Oak Island en 1878 la tierra se tragó a la pareja de bueyes con la que estaba arando una mujer llamada Sophia Sellers.
Los estudios geológicos demuestran que la configuración de la Isla del Roble (como la del resto de la zona) es engañosa. La capa superficial está formada por tierra arcillosa en la que crecen los robles. Debajo de ella se esconden unos estratos calizos en los que abundan las grutas y fisuras. El geólogo E. Rudolph Faribault encontró numerosos sumideros naturales en la costa del continente frente a la isla. En 1975 cuando se trabajaba en un sistema de colectores a un kilómetro de Oak Island se encontró una caverna a 17 metros de profundidad. En 1969 en la propia Isla del Roble, la Triton Alliance Company (que entonces estaba realizando la búsqueda del "tesoro") perforó una gruta a 55 metros de la superficie.
Esta hipótesis de la formación natural explica muchos de los enigmas que hemos ido viendo, el que Money Pit fuera muy fácil de excavar porque la tierra estaba ya suelta, las "plataformas" de troncos, la presencia de una capa de carbón (¿para qué se supone que serviría en el caso de ser una construcción artificial?), la ausencia de cualquier resto de apuntalamiento o de muros de contención en el pozo, la ausencia de cualquier resto procedente de la supuesta excavación previa (el Pozo del Dinero está "excavado" en parte en roca caliza pero ¿dónde están los restos supuestamente extraídos?)... pero no el misterio de la losa grabada, así que nos dedicaremos a este enigma.
"Además, la piedra, tras ser sometidas a sucesivos análisis reveló ser un trozo de pórfido, mineral este inexistente en toda Norteamérica. ¿Quién se molestó en llevar hasta aquel recóndito paraje la extraña formación rocosa? Y quizás lo más importante, ¿qué significado tenían la extraña escritura grabada en la misma? Si bien es cierto que el sorprendente hallazgo motivó que aquellos hombres no cejaran en su empeño de descubrir el tesoro allí sepultado, no menos increíble resulta el tratamiento que se le dio a la losa de pórfido, que acabó olvidada y polvorienta en la parte trasera de la chimenea que Smith tenía en su casa de Oak Island." (Pág. 255)
No sé porqué a D. Lorenzo le parece increíble ese tratamiento si consideramos el que él da a la sufrida lengua castellana. No sé si resulta más deplorable lo de "la piedra, tras ser sometidas...", lo de "¿qué significado tenían la extraña escritura...?", lo del "tratamiento que se le dio a la losa de pórfido..." o, quizás, lo de llamar a ésta "extraña formación rocosa".
Después de comprobar (y van...) que los conocimientos del Sr. Fernández Bueno sobre cuestiones gramaticales brillan por su ausencia, podemos examinar sus afirmaciones sobre la losa.
Según el relato antes enlazado, la piedra apareció en Money Pit a una profundidad no especificada pero considerable. Después del (supuesto) hallazgo la losa se conservó en casa de la familia Smith donde podía ser contemplada por aquéllos que estuvieran interesados, así que lo de "olvidada y polvorienta" quedaba muy bien en la pluma de D. Gustavo Adolfo, pero es perfectamente prescindible en el caso que nos ocupa. Además "De la chimenea en el ángulo trasero/ de su dueño tal vez olvidada/ silenciosa y cubierta de polvo/ veíase la losa..." es un engendro poético y ya es bastante con los destrozos causados a la prosa como para empezar con los versos.
Por aquello de "O Calvo, o tres pelucas" parece que D. Lorenzo pasa de creer que la losa estaba castigada de espaldas a la chimenea a descubrir que fue sometida a análisis sucesivos. Me encantaría saber de dónde se ha sacado la historieta de que era una losa de pórfido porque lo único que se sabe de ella después de esta noticia de que se encontraba en 1863 en manos de la familia Smith, es que figuró en una exposición para recaudar fondos que iban a destinarse a una nueva campaña de excavaciones. Fue entonces cuando (supuestamente) la inscripción fue anotada y descifrada por un profesor de idiomas de Halifax. Éste es el único (supuesto) recuerdo que queda de ella porque la losa desapareció sin haber sido nunca fotografiada ni reproducida en forma alguna. Vamos, que para creerse que fue sometida a análisis cuando ni siquiera se molestaron en hacer un calco de la inscripción...
Por ello me encantaría saber qué demonios es lo que reproduce el Sr. Fernández Bueno en la página 262 junto a la indicación:
"Losa de pórfido hallada en el interior del pozo"
¡Leches! A unos se les materializan niñas espectrales en las fotografías y a D. Lorenzo se le materializan las propias fotografías además de unos análisis petrográficos. What a wonderful world Oh yeah
Es innecesario añadir que al no existir ninguna imagen de la lápida original es imposible saber si la que figuró en la exposición era ésa realmente y, ni siquiera, si la supuesta reproducción del profesor de Halifax era fiel. De igual forma, al no haberse conservado, sólo podemos especular sobre si realmente fue encontrada en el interior de Money Pit y, en ese caso, si pudo haber alguna razón distinta a la colocación intencional para explicar su presencia en él (contrariamente a lo que suele decirse, Oak Island sí había tenido pobladores -posiblemente, colonos franceses- lo que puede explicar cosas como el propio descampado creado en torno al Pozo del Dinero, la existencia de tocones de árboles cortados, el camino semiborrado...)
"Tuvieron que pasar varias décadas para que esta fuera tomada en consideración. Y fue precisamente a raíz de una exposición celebrada en Halifax cincuenta años más tarde, con el propósito de recaudar fondos para continuar con las excavaciones, cuando un profesor de idiomas, llevado por la curiosidad que despertaba el asunto, creyó dar con la clave de los caracteres labrados en la piedra. "Diez pies más abajo, dos millones de libras." (Págs. 255-256)
Debemos añadir algunos comentarios a los ya realizados. Las medidas de la losa que figuró en la exposición (tres pies de largo por uno de ancho) no coinciden con las que da el texto del British Colonist (dos pies de largo por uno de ancho). La descripción que se ofreció en el periódico también crea algún problema. El autor anónimo habla de letras y figuras e indica que no pudieron descifrar la inscripción por la mala talla o porque no parecía estar escrita en su propio idioma ("but infortunately they could not decipher it, as it was either too badly cut or dit not appear to be in their own venacular.") algo difícil de conciliar con esto que es lo que supuestamente copió y descifró el profesor de Halifax. Como pueden comprobar se trataría de un simple cifrado mediante un alfabeto de substitución (cambiar cada letra bien por otra distinta, bien por un símbolo, número...).
Esto es lo que hay y, por tanto, deberíamos optar por dos posibilidades, la inscripción es más falsa que un euro de metacrilato o la inscripción es auténtica. Mi posición es la primera basándome en la "coincidencia" entre la cifra de dos millones de libras de la inscripción y la cantidad que, según la leyenda popular, había enterrado el capitán Kidd, la irracionalidad que supone el que alguien esconda un tesoro y ponga por encima de él un letrero avisándolo, y que la expresión "pounds" (libras) no era de uso frecuente en la época en la que, supuestamente, se escondió el tesoro. Podría considerarse, a priori, que el Sr. Fernández Bueno iba a aceptar ciegamente la autenticidad de la inscripción. Sin embargo su postura es muy particular. Por de pronto cambia la traducción del mensaje cifrado que es, en realidad, "Cuarenta pies más abajo, están enterrados dos millones de libras". De igual forma, intenten aplicar la clave del alfabeto de substitución que pueden encontrar en la página antes enlazada con la fotografía de la página 262 que, supuestamente, reproduce la lápida original. El resultado es algo así como:
OWT WO[SIGNO DESCONOCIDO]EB TEEF [SIGNO DESCONOCIDO]TRO[SIGNO DESCONOCIDO][SIGNO DESCONOCIDO] WEIRUB ERA SWNUOP NOI[SIGNO DESCONOCIDO][SIGNO DESCONOCIDO]I[SIGNO DESCONOCIDO] (no se molesten en intentar su traducción del inglés porque no tiene el menor sentido).
Es decir, que lo que supuestamente es una reproducción de la lápida original no tiene ningún parecido con la del profesor de Halifax. Sin embargo, D. Lorenzo ni indica que la transcripción Halifax sea falsa ni da la menor explicación de qué es lo que él ha reproducido (si encuentran el menor sentido a ese comportamiento no dejen de indicármelo porque yo no se lo encuentro).
"Años después, el célebre profesor Barry Fell, considerado el mayor experto en lenguas antiguas del mundo, ofreció una interpretación diferente del mensaje de la losa. Tal y como afirmaría en estudios posteriores, el extraño alfabeto pertenecía a todas luces a un dialecto copto del área mediteránea, y cuyo contenido era estrictamente religioso." (Pág. 256)
Menos mal que soy de las personas que saben que el célebre profesor Barry Fell lo era de biología, que si no igual me creía esa colección de chorradas. Como epigrafista, no es que no esté considerado como el mayor experto en lenguas antiguas (¿en cuáles? ¿en todas?) del mundo, es que no está considerado en modo alguno salvo como motivo justificado para soltar unas cuantas carcajadas. La afirmación que pone el Sr. Fernández Bueno en su boca es un buen ejemplo (y por si tienen alguna duda, es cierto que soltó esa parida). ¿Por qué lo es? Sencillamente, porque el alfabeto copto es el alfabeto griego con el añadido de siete letras tomadas del demótico. Cualquier parecido entre la inscripción tanto en su variante Halifax como en su variante Fernández Bueno, y el alfabeto griego y copto no es que sea mera coincidencia, es que es inexistente. Vamos, que las luces del "a todas luces" estaban cortadas por falta de pago.
"No en vano, el pórfido era extraído de las minas de Jebel Dhokan, en la costa oeste del Mar Rojo. La trama alcanzaba así unas dimensiones universales, y como veremos más adelante, el profesor Fell no iba mal encaminado..." (Pág. 256)
Pues considerando que la losa no era de pórfido (¿hay que creerse que si lo fuera nadie lo hubiera señalado cuando el pórfido es un material muy llamativo?) y que la inscripción nada tiene que ver con el copto, el profesor Fell iba pésimamente encaminado. En cualquier caso, por una vez nos saltaremos el orden de la paginación del libro para no perder el hilo de las andanzas del gran biólogo metido a pésimo epigrafista.
"Pues bien, en los últimos años investigadores como el doctor norteamericano Barry Fell, fundador de The Epigrafic Society International y catedrático de la Universidad de Harvard, periodistas españoles como Juan Jesús Vallejo y Juan José Benítez, o brasileños como Pablo Villarrubia Mauso han unido esfuerzos para iniciar la "persecución" de objetos relacionados con sucesos inexplicables, en los que han sido grabados los trazos de una mano inteligente que hace siglos quiso perpetuar un mensaje, en alguns casos, ya descifrado." (Págs. 263-264)
Gracias a D. Lorenzo me ahorro tener que decir nada más sobre este curioso personaje que se unía a investigadores de la talla de Juan José Benítez, Juan Jesús Vallejo y Pablo Villarrubia Mauso. Por cierto, "en los últimos años" no serán tan últimos porque Barry Fell falleció en 1994.
"¿Por qué es tan importante la mencionada losa de Oak Island? Como comentara anteriormente, se trata de un material -el pórfido- imposible de hallar en el continente americano. (Pág. 264)
¿Argentina está en el continente antártico? Porque allí hay importantes yacimientos de pórfido (y si no que se lo digan a estos señores que se ganan la vida honradamente con la explotación del pórfido que no existe en América). En cualquier caso da lo mismo porque la losa no era de pórfido.
"Si nos atenemos a la hipótesis -acerca de su procedencia- formulada por el doctor Fell observaremos que el cúmulo de casualidades en ocasiones sorprende, hasta tal punto que convendría comenzar a distinguir entre casualidad, y realidad, por muy increíble que esta parezca." (Pág. 264)
No hombre, no. Lo que convendría empezar a distinguir es entre "pajas mentales" y realidades.
"El defendía que las "letras" labradas sobre la dura superficie correspondían a un extraño alfabeto copto -cristianos ortodoxos egipcios- que se referían con toda probabilidad a un texto religioso. Si a ello unimos que tradicionalmente el pórfido antiguo se extraía de las minas situadas en Jebel Dhokan, en la costa oeste del Mar Rojo, dichos argumentos iban cobrando peso. ¿En qué momento de la historia entra en escena la isla de los robles?" (Pág. 264)
Es memorable lo de calificar al alfabeto copto como extraño (y tanto que lo es, no se parece al alfabeto copto ni en el blanco de los ojos...) Por cierto, ¿qué argumentos son los que dice que van tomando peso? Vamos a ver, tenemos una inscripción que no está redactada en copto (recuérdese que está en inglés, cifrado pero inglés) y una losa que no era de pórfido así que, aparte de porque a Berry Fell se le cruzaron las neuronas, ¿qué pinta aquí Egipto? Pues nada.
"El escritor y periodista Juan Jesús Vallejo, tras analizar la grafía de los elementos escritos sobre la plancha encontrada en el interior del pozo, está firmemente convencido de que se trata de tifinagh, un alfabeto beréber utilizado por estos clanes tribales hace miles de años en el continente africano." (Pág. 264)
Ah, lo bien encaminado que iba el profesor Fell al asegurar que la inscripción estaba en copto es porque estaba escrita, en realidad, con el alfabeto tifinagh. Nuevamente, casi me quedo sin palabras porque el copto tiene que ver con el tifinagh lo mismo que el ruso con el castellano. Por cierto, el alfabeto tifinagh es, hablando con propiedad, la versión moderna del alfabeto líbico. Bueno, por lo menos esta vez han elegido un alfabeto que sí se parece a la inscripción de la losa, no obstante sigue habiendo signos que tampoco se encuentran en el tifinagh ni en su versión antigua (líbico) ni en sus versiones modernas, así que tampoco cuela.
"Dicha hipótesis es rotundamente apoyada por Chami Mohamed, catedrático de la Universidad de Oujda y el mayor experto de lenguas muertas africanas del mundo." (Pág. 264)
Mohamed Chami en lo que imparte la docencia en la Universidad de Oujda es en lengua y literatura árabe. Eso sí, es un experto en las lenguas y en la cultura de los bereberes (que, por cierto, no son lenguas muertas). Como, no obstante, el argumento de autoridad no sirve para nada, vamos a ver qué resultados obtenemos con esta hipótesis.
""Como antes unidos rezamos. El padre antiguamente jamás les castigó. Nueve de esta manera atesoran la herencia, mi Dios." He de aclarar que algunas de las letras hubieron de ser desveladas siguiendo el alfabeto del código secreto de los templarios." (Pág. 265)
¡Vaya por Dios! Con lo bonito que estaba quedando lo del tifinagh y ahora resulta que algunas letras (no todas) tuvieron que ser cambiadas por otras siguiendo el llamado alfabeto templario (que no tenía nada que ver con los templarios, aviso). Por otra parte, el resultado no es que tenga demasiado sentido, la verdad sea dicha y eso que así se las ponían a Fernando VII. ¿Por qué decimos esto? Tomemos una inscripción (por cierto, ¿cuál de ellas, la de la versión Halifax, la de la versión Fernández Bueno u otra distinta?). Unos signos los consideramos como alfabeto tifinagh, pero si el resultado no tiene sentido podemos cambiar alguno de los signos (obviamente, los que hagan que la inscripción no tenga sentido) siguiendo la supuesta clave templaria que, en realidad, es una variante de la clave Pigpen (vaya nombrecito para un código) empleada por los masones en el S XVIII. Añadamos a esto que el tifinagh es un alfabeto consonántico (es decir, que no representa las vocales) lo que aumenta la posibilidad de formas palabras (por ejemplo, imaginen que el español empleara un alfabeto consonántico y nos encontramos con la palabra "mr" Podría ser "mero" "marea" "muro" "miro" "moro" "Amaro"... cualquier palabra que contenga esas dos -y sólo esas dos- consonantes). Con todo ello, pueden suponer el valor que tienen estas afirmaciones del Sr. Vallejo y del Sr. Chami (en el supuesto de que sea verdad que tiene algo que ver con esta historia) especialmente si pensamos en lo ridículo que resulta el cifrar parte (sólo parte) de un mensaje escrito en tifinagh y escondido (supuestamente) en un pozo en Canadá. ¿Era para prevenir el que alguien que supiera tifinagh se pusiera a hacer agujeros en Oak island? Por cierto, ¿qué relación tenían los templarios con los pueblos bereberes? Bastante tenía la mayoría con no saber latín como para ponerse a estudiar bereber.
No obstante, alguno de Vds. puede pensar que es sorprendente el parecido entre alguna de las letras del alfabeto tifinagh y los signos de la lápida de Oak Island. Pues sí, pero también lo tienen, por ejemplo, con los signos usados en la clave de María Estuardo.
Con esto acabamos con la lápida milagrosa (no me negarán que tiene su gracia la pretensión de que una única inscripción tiene sentido en tres idiomas tan diferentes entre sí como el inglés, el copto y el tifinagh, como la Trinidad pero en versión lingüística -el día que alguien aplique la Cábala seguro que aparece un cuarto mensaje-), pero no con Oak Island, así que el próximo día volveremos a esta isla canadiense.
BIBLIOGRAFÍA:
A Critical Analysis of the Oak Island Legend. Richard E. Joltes. Publicación electrónica, disponible aquí.
The Secret Of Oak Island. Joe Nickell. Skeptical Inquirer, marzo/abril 2000. Disponible en la Red en esta dirección. (Considero que la parte de este artículo dedicada a intentar relacionar a la Masonería con este asunto es un puro disparate, pero el resto del trabajo sí merece la pena).
-Continuará-

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