Concesión del premio Favila el Osado (agosto del 2009)
No hay forma de que nos libremos del disparate histórico de turno aunque, por una vez, éste no nos atañe directamente aunque sí de forma tangencial. Hagamos el petate y crucemos el charco (seguro que el primero que llamó así al océano Atlántico era del mismo Bilbao) para irnos a Méjico (no, a Cancún no. ¿A Acapulco? Tampoco, mala suerte).
Verán, en ese hermoso y gran país están en plena reforma de la enseñanza básica (algo de lo que si hicieran caso del ejemplo de España hubieran debido abstenerse, pero no caigamos en el error de pensar que los políticos mejicanos no son capaces de triunfar en lo que aquí ha resultado un fiasco de consideración). En estos días, con el comienzo del curso escolar, están comenzando a distribuirse los libros gratuitos (tal vez algunos políticos de aquí mismo deberían tomar nota de ese detalle) para la enseñanza de la Historia correspondientes al sexto (y último) grado. La sorpresa que se han llevado algunos especialistas en la enseñanza de la historia ha sido morrocotuda. Han desaparecido tres siglos de la historia mejicana, los correspondientes a la conquista española y al colonialismo posterior.
No tengo que decirles que el intento de suprimir un periodo histórico trascendental tiene el "pequeño" problema de que convierte en ininteligible la Historia posterior. Pongamos un pequeño ejemplo doméstico. Supongamos que la educación española cae en manos de algún ente partidario de un nacional-catolicismo trasnochado y que, por tanto, decide que no debe enseñarse a los niños que los musulmanes conquistaron gran parte de la España visigoda y que esos territorios durante siglos no fueron cristianos. Ese ente (absolutamente ficticio) se habrá quedado más ancho que largo, pero ha conseguido que no se entienda un carajo (perdón por el exabrupto) de la Historia de los reinos cristianos medievales ni de la historia de España posterior. Lo primero tiene solución. Hacemos como si entre los años 711 y 1492 no hubiera sucedido nada y los Reyes Católicos fueran los descendientes directos de D. Rodrigo. A fin de cuentas, 781 años no son nada. Nos cargamos la historia de los reinos de Asturias, Galicia, León, Castilla, Navarra, Aragón, Valencia y Mallorca y la de los condados catalanes y no pasa nada... hasta que tengamos que explicar por qué en la España de los Reyes Católicos había legislaciones e instituciones diferentes heredadas de las coronas de Aragón y Castilla (y eso siguió siendo así hasta los Decretos de Nueva Planta de Felipe V e, incluso entonces, existieron excepciones que han llegado hasta nuestros días).
El intento de silenciar por los motivos que sean (y la decisión mejicana ha conseguido ser tildada tanto de proindigenista como de antiindigenista en lo que supone un claro ejemplo de cómo no contentar a nadie) un periodo histórico sólo puede conducir a la ignorancia. Por todo ello, vaya nuestro nada insigne galardón a los responsables de la Secretaría de Educación Pública en Méjico. Se lo han ganado a pulso como pueden comprobar en este enlace o en este otro, una pequeña muestra del revuelo que han conseguido levantar.
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