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Escritos desde el páramo

Nueva concesión del premio Favila el Osado...

 

 

 

 

 

 

...o cuando el arte es morirte de frío.

Fanfarria de chirimías, redoble de tambores, timbales por doquier. ¡Qué emoción más grande! Nueva concesión de nuestro deplorable galardón y esta vez relacionado con el Arte. No sé si podrán aguantar tanto suspense. ¿Pueden? ¿Pueden? ¿Pueden despertase de una vez? Que sí, que ya llegó el verano, ya llegó la fruta y el que no se agache es... no me acuerdo como acababa tan inspirada poesía, muestra de las profundas simas a las que es capaz de llegar la lírica popular española. Decía que ya sé que ha llegado la canícula (no confundir con Calígula que era una película a la que podría calificar de... no sé cómo expresarlo así que diré que era una película X) y con ella el sopor a ésta y a cualquier otra hora, pero como no se despierten ipso facto amenazo con interpretar una sardana a los sones de una gaita galaica. ¿Ven cómo sí podían despertarse? Abrimos el sobre quitando el lacre, desprendemos el lacre, eliminamos el p..o lacre que se nota que es barato y, por fin, and the winner is and the Favila goes to...

Two winners? Chicos, que no vamos a arruinar si damos los premios de dos en dos... Ex aequo? Y lo próximo qué va a ser ¿un jamón con chorreras? ¿Que como no me calle el próximo premio lo presenta Billy Cristal? Quia nominor Leo? Entendido, Leo, entendido.

Decíamos que los ganadores son, en primer lugar (por una mera cuestión cronológica ya que sus méritos son equivalentes) la galería Tate por mostrar en su exposición Arte Contemporáneo en la Tate Britain la obra Monochrome Till Receipt (White) logro de la extraordinaria artista Ceal Floyer (retengan ese nombre que me da la impresión de que nos deparará grandes alegrías en el futuro). Por si acaso alguno de Vds. un poco despistado por el/la calor/a considera que me he pasado, que dentro del hiperrealismo la reproducción pictórica casi fotográfica de objetos cotidianos es algo que ya está asumido, me permito aclarar que la obra anteriormente enlazado no es la reproducción de un ticket sino que es el resguardo de una compra realizada en los almacenes Morrisons tal y como salió de la caja registradora.

No, no esa pesadilla producida por una indigestión de un potaje garbancero, es que algún "genio" (cuyo nombre omitiremos piadosamente para que la familia del comisario de la exposición Mr. Andrew Wilson no tenga motivos para avergonzarse) ha considerado que un ticket de la compra tiene valor artístico. Como incluso dentro de las notables tragaderas que críticos, público especializado (no sé en qué, pero en algo seguro que lo está), galeristas... muestran con el arte contemporáneo, este asunto se pasaba de castaño oscuro, la artista ha explicado (lo mejor está en la explicación del artista que siempre añade a la contumacia la contumelia) que su obra es un bodegón moderno en el que no representa los objetos sino que es el espectador el que imagina los objetos formando así una imagen mental del bodegón. Es una pena (o no) que Diego de Silva y Velázquez no cayera en la cuenta de esta genialidad y pintara a Baco rodeado de borrachos en lugar de haber pegado en el lienzo en blanco la factura de compra de cuatro garrafones de vino La Parra (el que lo bebe, la agarra) adquiridos en el hiper de la esquina.

La cortedad de miras de otro de los considerados grandes pintores de la historia ha dado pie a la curiosa historia que motiva nuestro ex aequo. Un tal Miguel Ángel (que pese al nombre no sabía nada de tenis) Buonarroti se anticipó unos cuantos siglos a los grafiteros contemporáneos y puso los muros vaticanos tan perdidos de pintura que ni siquiera hoy han sido capaces de terminar de limpiarlos. Aunque sus pintadas más famosas son las que realizó en la Capilla Sixtina, también dejó dos obras en la capilla Paulina, La conversión de san Pablo y La crucifixión de san Pedro. Alguien (no me pregunten quién) consideró que sería una buena idea restaurar los frescos de la capilla Paulina después de que la limpieza de la capilla Sixtina hubiera conseguido devolver las pinturas de Miguel Ángel a su estado original y, como consecuencia de ello, hundido el buen nombre como pintor del florentino (esos colores inenarrables parecen surgidos de un mal viaje de LSD del Todo a 100 psicodélico).

Dentro de unos días se inaugura la restauración con la asistencia de unos cuatro millones de japoneses que, por si no han alucinado lo bastante con los colorines de la Sixtina, ahora podrán conseguir una nueva dosis en la capilla Paulina, pero lo divertido no es eso. Lo gracioso (como una patada en los mismísimos tegumentos procreativos) es que han descubierto un supuesto autorretrato de Miguel Ángel, pero no se ponen de acuerdo en dónde. Como el asunto es muy curioso, veamos dos enlaces:

La noticia en El País

La noticia en el ABC

No me negarán que es divertido. Para El País (y otros medios de comunicación como El Mundo y La Vanguardia) el autorretrato aparece en el fresco de La crucifixión de san Pedro y el supuesto Miguel Ángel es el romano montado a caballo y tocado con un turbante azul que aparece a la izquierda del fresco.

Para el ABC el autorretrato aparece en el fresco de La conversión de san Pablo y el supuesto Miguel Ángel es el propio san Pablo.

Por fortuna no hay más frescos porque si llega a haber otro de La natividad del Señor, no hubiera faltado algún experto (o algún periódico español) que hubiera visto un autorretrato de Miguel Ángel en el asno. ¿Que no se lo creen? Pues miren aquí y verán como el supuesto autorretrato aparece en el inexistente fresco de La crucifixión de Cristo.

Bueno ¿cuál de ellos tiene razón? Si han tenido el humor de leer el artículo de El País, habrán visto que el experto tiene razones de peso para su identificación, el personaje lleva un turbante azul y Miguel Ángel se ponía un turbante blanco para pintar y, además, está montado a caballo, actividad que complacía en gran manera al pintor florentino. Con tan buenas razones uno estaría tentado a asentir ante tal muestra de sabiduría pero, por desgracia, el señor del turbante azul es un joven y Miguel Ángel comenzó a pintar el fresco de La crucifixión de san Pedro en la capilla Paulina en 1545 y lo concluyó en 1550. Puesto que Miguel Ángel nació en Caprese en 1475 o se quitaba más años que una folclórica o no es su autorretrato puesto que tenía 70 años cuando lo empezó y 75 cuando lo terminó.

Parece que el ABC va mejor encaminado porque san Pablo aparece representado como un anciano ¿verdad? Pues parece que no, porque acaban de cargarse el artículo original y se suman a las afirmaciones de los demás medios de que el autorretrato aparece en La crucifixión de san Pedro demostrando así que rectificar no siempre es de sabios porque si comparamos al joven del turbante azul con el Retrato de Miguel Ángel de Volterra (de 1541) o con el Retrato de Miguel Ángel de Venusti (de 1535) vemos cómo estos expertos le han echado mucha imaginación a la hora de encontrar parecidos.

En fin, que había que dar publicidad a la capilla Paulina y lo han logrado con la complicidad de todos los medios de comunicación del mundo mundial incluso de los que oyen campanas y no saben dónde.

Post Scriptum

Lo del diario ABC es de nota (de Muy Deficiente siendo generosos). Después de publicar la información sobre el supuesto autorretrato de Miguel Ángel en la figura del san Pablo, corregirla para atribuir el supuesto autorretrato al caballero con turbante azul en La crucifixión de Pedro, ahora en este artículo afirman:

"A medida que limpiaban la suciedad acumulada durante cuatro siglos y medio, los restauradores descubrían en el personaje del Apóstol de los Gentiles el rostro de un hombre anciano que también recuerda extraordinariamente a los retratos de Miguel Ángel realizados por sus contemporáneos y al conocido busto en bronce esculpido por Giambologna. El San Pablo-Miguel Ángel tiene los ojos cerrados, cegado por la luz del cielo, y un gesto de dolor que recuerda el sufrimiento personal del pintor durante aquellos años del ocaso de su vida."

Es decir, rectificamos... pero seguimos diciendo lo mismo. Bueno, pues ya puestos también pueden rectificar este párrafo:

"En 1557 inició otro autorretrato, esta vez en la «Pietá» llamada Bandini, conservada en la catedral de Florencia, mucho menos conocida que la primera, la de la basílica de San Pedro, tallada en 1499 cuando el escultor tenía sólo 24 años. Miguel Ángel empezó a esculpir la última en 1557, ya con 81 años, y la destinaba como monumento para su propia tumba. Con gran sufrimiento y esfuerzo se autorretrató en mármol en el personaje de Nicodemo, que sostiene el cuerpo de Jesús en la bajada de la Cruz y se lo está entregando a su madre."

Y aconsejar a su corresponsal en Italia, el Sr. Boo que compre y lea cualquier libro sobre Miguel Ángel antes de volver a escribir sobre él. Se evitará el encadenar errores como:

"En 1557 inició otro autorretrato... cuando se cree que la "Piedad florentina" (nombre con el que se designa habitualmente a esta obra) fue iniciada en 1550 y existía sin duda en 1555 (o 1556) porque fue destruida por el propio Miguel Ángel según Vasari porque el bloque de mármol empleado ocasionaba tales problemas al escultor que éste acabó perdiendo la paciencia. Pasó a propiedad de Francesco Bandini (de ahí lo de Piedad Bandini) y fue restaurada por Tiberio Calcagni.

"...conservada en la catedral de Florencia..." No busquen esta escultura en la Catedral de Santa María de las Flores porque desde 1960 no se encuentra allí. Se expone desde esa fecha a su lado, en el Museo dell´Opera del Duomo.

"...Miguel Ángel empezó a esculpir la última en 1557, ya con 81 años, y la destinaba como monumento para su propia tumba." Según Vasari, esta escultura fue creada por Miguel Ángel para su propia tumba, pero la fecha está equivocada y, además, la Piedad florentina no fue la última. Tal "honor" corresponde a la Piedad Rondanini en la que trabajaba el escultor cuando falleció en 1564.

Un periodista español dijo "Escribir en España es llorar" antes de pegarse un tiro. Hoy podemos decir que "Escribir en España es matar de risa a los lectores".

Post post scriptum:

El diario ABC continúa divirtiendo a sus lectores. En este artículo vuelven a afirmar que el autorretrato descubierto en la restauración está en la figura de san Pablo. Por si cambian el contenido del texto en los próximos minutos, lo que ahora está escrito es:

"Corrigiendo el error de buena parte de la prensa europea, que siguió confiadamente a “The Times” en la difusión de una noticia equivocada de "La Repubblica", Benedicto XVI clarificó que el autorretrato de Miguel Ángel en su última obra pictórica es precisamente el rostro de San Pablo – como informó el jueves ABC.es- y no el “hombre del turbante azul”."

Se olvidan de que entre los que siguieron confiadamente a The Times estaban ellos y que, en efecto, informaron de que el autorretrato estaba en el san Pablo pero prefieren pasar por alto que se corrigieron a sí mismos para seguir al resto de la prensa escrita. Claro que, por si acaso, dicen:

"Aunque el “hombre del turbante azul”, un personaje secundario, recuerda a Michelangelo Buonarroti, lo espectacular de los dos grandes frescos a ambos lados de la Capilla Paulina, es que se centran en los rostros de los dos Apóstoles. Pedro es un desconocido, pero Pablo es claramente Miguel Ángel anciano, con los ojos cerrados y un gesto de dolor como tantos que sufrió por los problemas para completar la Capilla Paulina. "

Y todo el mundo contento... ¿o no? Ya dije el primer día que todo esto me parecía una forma de publicitar el final de la restauración de la capilla Paulina y su previsible apertura al público... de pago. No veo por ningún lado el supuesto autorretrato en el hombre del turbante azul (un hombre joven cuando entonces Miguel Ángel era un anciano) y es más probable el del san Pablo. ¿Cuál es el problema entonces? Pues el mismo que tuvo el personaje de Les Luthiers que acertó a fundar Caracas en pleno centro de Caracas que ya estaba fundada:

"La mayoría ve en el derribado los rasgos del mismo Miguel Ángel;"

(La obra pictórica completa de Miguel Ángel. Ettore Camesasca. Traducción de Francisco J. Alcántara. Col. Clásicos del Arte nº 1. Ed. Noguer-Rizzoli editores. Milán, 1968. Págs. 105-106)

La identificación como un autorretrato de Miguel Ángel del hombre del turbante azul no hay por dónde sostenerla, la identificación como un autorretrato de Miguel Ángel del san Pablo no es ninguna novedad y, por tanto, nada tiene que ver con la restauración (y eso sin entrar en si lo es realmente o tampoco).

 

 

 

 

 

 

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