En busca del chocolate del loro: Crítica a la introducción (IV)
Viene de aquí
Retomo (por fin, ya era hora...) el hilo perdido sobre Marcel Griaule y los Dogon, su cosmogonía, sus lecturas en clave extraterrestre... esperando que esta vez no haya causas ajenas a mi voluntad que me obliguen a dar un nuevo parón a estos artículos (tampoco se perdería nada, pero me fastidia dejar cosas inconclusas).
Ya habíamos visto que en el célebre "Dios de agua" no aparece ni una mención a Sirio ni, por tanto, a su supuesto papel fundamental en la mitología Dogon. ¿Quiere eso decir que Robert Temple y Cía se lo inventaron todo? Pues no, sencillamente los que se empeñan en "citar" (bueno, no lo hacen porque presumiblemente ni siquiera lo han leído) "Dios de agua" y a Ogotemmêli en relación con este asunto se equivocan de libro y de informador.
Marcel Griaule falleció en 1956 pero una de sus colaboradoras, Germaine Dieterlen, aprovechó sus trabajos de campo posteriores a la muerte de su informante Ogotemmêli para publicar en 1965 el libro "Le renard pâle" (El zorro pálido) que es en el que realmente aparecen las menciones a Sirio.
Si están empezando a percibir que algo huele raro pese a no estar en Dinamarca, les felicito por su olfato. Por si no se hubieran dado cuenta de ello debido a su angelical inocencia, a su pertinaz resfriado o por haberse quedado dormidos de aburrimiento en las primeras entregas de estas historias (que todo puede ser) permítanme realizar un breve repaso de la cuestión. En "Dios de agua" Griaule no para de alabar la sabiduría de Ogotemmêli llegando incluso a pasarse siete pueblos y tres villas en las comparaciones:
"Esta doctrina fue confiada al autor por un hombre venerable, Ogotemmêli, de Ogol de abajo, cazador que había perdido la vista por accidente y que debía a su enfermedad el haber podido instruirse tan profunda y cuidadosamente. De una inteligencia excepcional, de una habilidad física aún visible pese a su estado, de una sabiduría cuyo prestigio se extendía por todo el país, había comprendido el interés de los trabajos etnológicos de los blancos y había esperado durante quince años la ocasión de revelar su saber." (Pág. 10)
"por otro, rendir homenaje al primer negro de la Federación Occidental que reveló al mundo blanco una cosmogonía tan rica como la de Hesíodo, poeta de un mundo muerto, y una metafísica que ofrece la ventaja de proyectarse en miles de ritos y gestos en una escena donde se mueve una multitud de hombres vivos." (Pág. 11)
Pues bien, este nuevo Hesiodo famoso en todo el país por su sabiduría no menciona ni media palabra sobre Sirio al relatar las creencias Dogon. En "Le renard pâle", otros informantes convierten esta historia de Sirio en parte fundamental de la cosmogonía de dicho pueblo. ¿Qué explicación tiene ese hecho? Hay varias a priori. Veamos si alguna se ajusta a la realidad:
1ª El sabio cazador no tenía ni idea de lo que estaba diciendo. Obviamente esa explicación dejaría en muy mal lugar al propio Marcel Griaule porque, de ser cierta, en ningún momento se dio cuenta de que estaba hablando con un ignorante. Es más, asegura de la narración de Ogotemmêli:
"Esta regla entrañaba un abismo de explicaciones. Ogotemmêli las dio todas. A pesar de estar acostumbrado a esta lógica, a estas aseveraciones inapelables y a estos meticulosos matices, el blanco quedaba sorprendido ante el pensamiento sin fisuras que cada día aparecía ante él." (Pág. 171)
Y añade sobre el propio cazador ciego:
"De hecho, su nombre y su divisa eran conocidos en la meseta y los roquedales. "Hasta el niño más pequeño las conoce", se decía; y los que querían consultarle afluían a su puerta día y noche." (Pág. 20)
2ª Ogotemmêli sí conocía esos relatos pero se los guardó para sí mismo por ser parte de una doctrina esotérica que no debía ser conocida por los no iniciados como el antropólogo francés. Esto es negado por las propias palabras de Griaule:
"Ciertamente, este pueblo no tiene siempre un conocimiento profundo de sus gestos y sus rezos, pero en eso se parece a otros. No podríamos tachar de esotérico el dogma cristiano de la transustanciación con el pretexto de que el hombre de la calle ignora la palabra y no tiene más que una ligera idea del asunto." (Pág. 11)
"Aunque en su conjunto esta doctrina sólo la conocen los ancianos y ciertos iniciados, no es esotérica, ya que cualquier hombre al llegar a la vejez puede poseerla." (Pág. 10)
Es más, para aceptar esa explicación hay un inmenso problema. La cosmogonía de "Le renard pâle" y "Dios de agua" no son complementarias, son contradictorias. Ya hemos visto la mitología contenida en "Dios de agua". Hora es ya de reflejar los contenidos de "El zorro pálido" según el resumen realizado por Julio Arrieta en un magnífico artículo titulado Dogon, un misterio inexistente y publicado en la revista El escéptico nº 8 (Primavera 2000) págs. 54-58. Dice Julio Arrieta:
"La Creación tiene lugar a partir de un huevo primordial, del que surge el universo después de ocho vibraciones sucesivas. Los nommos aparecen en estos primeros momentos de vida del universo y, de hecho, son los responsables de la existencia del espacio y del tiempo. Uno de estos nommos, llamado Ogo, crea la vida en la Tierra a partir de su placenta y, después de una compleja serie de incidencias, es transformado por Amma en el primer zorro -renard pâle- como castigo por haber cometido incesto." (Pág. 56)
Si quieren una versión más amplia de los mitos cosmogónicos en "Le renard pâle" pueden encontrarla aquí.
¿Y en que se parece ese relato al que ya conocíamos de boca de Ogotemmêli? Pues más bien en poco. No es sólo que el chacal se haya convertido en un zorro (lo que es puramente anecdótico) sino algo más importante. Según Ogotemmêli el chacal había nacido como tal y, además, era unigénico. Segun este nuevo relato, habría nacido como nommo y convertido posteriormente en zorro como castigo y, además, era uno de dos gemelos. Su hermano se sacrificaría y resucitaría para redimir los pecados de Ogo (y si esto les recuerda otro mito más cercano a nuestra sociedad, no son los únicos a los que les sucede lo mismo).
Tampoco la creación del Universo, la Tierra y la vida en ella coinciden (todo lo contrario) como tampoco las explicaciones sobre la fiesta Sigui que ahora está relacionada con Sigu Tolo (supuestamente Sirio A), Po Tolo (supuestamente Sirio B), Emme Ya (supuestamente Sirio C) y Nyân Tolo (convenientemente olvidado en las lecturas esotéricas de esta historia) pese a que las explicaciones de Ogotemmêli (ya lo vimos) no tenían nada que ver con Sirio A, B, C o W.
Así pues, no es que estos dos relatos cosmogónicos correspondan a dos momentos distintos de una iniciación esotérica en el que se va aumentando progresivamente el acceso al conocimiento, es que son contradictorios. Por mucho que Geneviève Calame-Griaule (hija de Marcel) haya intentado "vender esa moto" su propio padre en una obra titulada "Le Savoir des Dogon" publicada en 1952 expresa dudas sobre la información recibida del sacerdote Innekouzou sobre la importancia de Sirio en las creencias de los dogon (véase al respecto un magnífico artículo del doctor Javier Garrido titulado Los Dogon y el misterio de Sirio)
3ª El que mentía era Innekouzou. Esta explicación se vería reforzada por el hecho de que esta nueva versión de los mitos Dogon está, evidentemente, influenciada por fuentes externas. Lo del nommo muerto como acto de redención de los pecados y posteriormente resucitado es clarísimo pero ¿no podríamos decir lo mismo del relato de Ogotemmêli? ¿No les ha sonado a nada ya conocido el descenso del Primer antepasado en una "nave" poblada con los signos de los animales y los antepasados de los hombres? ¿El robo del fuego no les ha recordado al mito de Prometeo?
4ª Nadie decía la verdad. Por increíble que parezca, ésa es la explicación correcta. No se trata de que haya que elegir entre el relato mitológico de Ogotemmêli y el de Innekouzou, es que habría que comenzar por preguntarse si existe realmente un mito cosmogónico complejo entre los dogon.
Ya en su día, "Dios de agua" sorprendió. Griaule se sintió obligado a responder a los críticos en el Prefacio de la obra:
"Algunos incluso han anticipado, a primera vista y sin esperar precisiones de ningún tipo, que había una parte de especulación individual de interés secundario. Son, por otra parte, los mismos que juzgan apropiado consagrar una vida a las ideas aparentemente personales de Platón o de Julián de Halicarnaso." (Pág. 10)
Obviamente, esa supuesta respuesta no lo es en modo alguno. No se trata de si es interesante o no, si es digno de atención o no, el estudio de la especulación "filosófica" de un individuo (se llame éste Platón u Ogotemmêli) sino de si eso tiene el rango de un conjunto de mitos compartidos por una sociedad (sea ésta la ateniense de la época clásica o los dogon de mediados del S XX).
La cuestión fue obviada por todos pese a que diversos antropólogos posteriores que realizaron trabajo de campo con los dogon tuvieron que reconocer que no habían encontrado referencia alguna a las creencias que Marcel Griaule sostenía que eran conocidas por miembros de ese pueblo. Así las cosas, un etnólogo llamado Walter van Beek realizó un trabajo de demolición en 1991 titulado "Dogon Reestudied: A Field Evaluation of the Work of Marcel Griaule" (Current Anthropology, vol. 32, nº 2. Págs. 139-167). Las conclusiones de van Beek supusieron un pequeño terremoto en el campo de la antropología africanista, uno de cuyos referentes culturales y sentimentales era, precisamente, "Dios de agua".
¿Qué hizo van Beek? Evitó las zonas desarrolladas y con mayor contacto con otras tradiciones culturales y se dirigió a las aldeas remotas para intentar confirmar los relatos transmitidos por Griaule. El resultado fue que los dogon no poseen un mito complejo sobre la Creación, los nommo son unos espíritus que residen en el agua y que no tienen ningún papel cosmogónico, las estrellas no juegan ningún papel importante en la religión dogon, Sirio es llamada Dana Tolo y no tienen ni idea de la existencia de Po Tolo, de Emme Ya y de Nyân Tolo, la fiesta Sigui no tiene nada que ver con Sirio...
La labor de deconstrucción de van Beek no se limitó a estos aspectos esotéricos. En otros trabajos criticó otras informaciones transmitidas por el círculo de Griaule (véase, por ejemplo, este trabajo titulado La mission Griaule à Kangaba (Mali) (Walter E. A. van Beek et Jan Jansen, La mission Griaule à Kangaba (Mali), Cahiers d'études africaines, 158, 2000). Las afirmaciones, muy duras, de van Beek han sido aceptadas por otros antropólogos como Jacky Boujou que en este artículo titulado La culture dogon: de l’ethnologie coloniale à l’anthropologie réciproque contemporaine no vacila en decir:
"Toutes ont constaté le fait que la pseudo tradition révélée dans les deux textes sus mentionnés ne ressemble à aucune autre en Afrique et ces critiques considèrent que ces oeuvres sont une invention idéologique, une “création interculturelle ” qui entretient peu de rapport avec les réalités de la société Dogon."
Ésta es la historia de los supuestos mitos cosmogónicos de los dogon. ¿Qué dice sobre ellos Javier Sierra? Esto lo veremos en la próxima entrega de la serie.
Retomo (por fin, ya era hora...) el hilo perdido sobre Marcel Griaule y los Dogon, su cosmogonía, sus lecturas en clave extraterrestre... esperando que esta vez no haya causas ajenas a mi voluntad que me obliguen a dar un nuevo parón a estos artículos (tampoco se perdería nada, pero me fastidia dejar cosas inconclusas).
Ya habíamos visto que en el célebre "Dios de agua" no aparece ni una mención a Sirio ni, por tanto, a su supuesto papel fundamental en la mitología Dogon. ¿Quiere eso decir que Robert Temple y Cía se lo inventaron todo? Pues no, sencillamente los que se empeñan en "citar" (bueno, no lo hacen porque presumiblemente ni siquiera lo han leído) "Dios de agua" y a Ogotemmêli en relación con este asunto se equivocan de libro y de informador.
Marcel Griaule falleció en 1956 pero una de sus colaboradoras, Germaine Dieterlen, aprovechó sus trabajos de campo posteriores a la muerte de su informante Ogotemmêli para publicar en 1965 el libro "Le renard pâle" (El zorro pálido) que es en el que realmente aparecen las menciones a Sirio.
Si están empezando a percibir que algo huele raro pese a no estar en Dinamarca, les felicito por su olfato. Por si no se hubieran dado cuenta de ello debido a su angelical inocencia, a su pertinaz resfriado o por haberse quedado dormidos de aburrimiento en las primeras entregas de estas historias (que todo puede ser) permítanme realizar un breve repaso de la cuestión. En "Dios de agua" Griaule no para de alabar la sabiduría de Ogotemmêli llegando incluso a pasarse siete pueblos y tres villas en las comparaciones:
"Esta doctrina fue confiada al autor por un hombre venerable, Ogotemmêli, de Ogol de abajo, cazador que había perdido la vista por accidente y que debía a su enfermedad el haber podido instruirse tan profunda y cuidadosamente. De una inteligencia excepcional, de una habilidad física aún visible pese a su estado, de una sabiduría cuyo prestigio se extendía por todo el país, había comprendido el interés de los trabajos etnológicos de los blancos y había esperado durante quince años la ocasión de revelar su saber." (Pág. 10)
"por otro, rendir homenaje al primer negro de la Federación Occidental que reveló al mundo blanco una cosmogonía tan rica como la de Hesíodo, poeta de un mundo muerto, y una metafísica que ofrece la ventaja de proyectarse en miles de ritos y gestos en una escena donde se mueve una multitud de hombres vivos." (Pág. 11)
Pues bien, este nuevo Hesiodo famoso en todo el país por su sabiduría no menciona ni media palabra sobre Sirio al relatar las creencias Dogon. En "Le renard pâle", otros informantes convierten esta historia de Sirio en parte fundamental de la cosmogonía de dicho pueblo. ¿Qué explicación tiene ese hecho? Hay varias a priori. Veamos si alguna se ajusta a la realidad:
1ª El sabio cazador no tenía ni idea de lo que estaba diciendo. Obviamente esa explicación dejaría en muy mal lugar al propio Marcel Griaule porque, de ser cierta, en ningún momento se dio cuenta de que estaba hablando con un ignorante. Es más, asegura de la narración de Ogotemmêli:
"Esta regla entrañaba un abismo de explicaciones. Ogotemmêli las dio todas. A pesar de estar acostumbrado a esta lógica, a estas aseveraciones inapelables y a estos meticulosos matices, el blanco quedaba sorprendido ante el pensamiento sin fisuras que cada día aparecía ante él." (Pág. 171)
Y añade sobre el propio cazador ciego:
"De hecho, su nombre y su divisa eran conocidos en la meseta y los roquedales. "Hasta el niño más pequeño las conoce", se decía; y los que querían consultarle afluían a su puerta día y noche." (Pág. 20)
2ª Ogotemmêli sí conocía esos relatos pero se los guardó para sí mismo por ser parte de una doctrina esotérica que no debía ser conocida por los no iniciados como el antropólogo francés. Esto es negado por las propias palabras de Griaule:
"Ciertamente, este pueblo no tiene siempre un conocimiento profundo de sus gestos y sus rezos, pero en eso se parece a otros. No podríamos tachar de esotérico el dogma cristiano de la transustanciación con el pretexto de que el hombre de la calle ignora la palabra y no tiene más que una ligera idea del asunto." (Pág. 11)
"Aunque en su conjunto esta doctrina sólo la conocen los ancianos y ciertos iniciados, no es esotérica, ya que cualquier hombre al llegar a la vejez puede poseerla." (Pág. 10)
Es más, para aceptar esa explicación hay un inmenso problema. La cosmogonía de "Le renard pâle" y "Dios de agua" no son complementarias, son contradictorias. Ya hemos visto la mitología contenida en "Dios de agua". Hora es ya de reflejar los contenidos de "El zorro pálido" según el resumen realizado por Julio Arrieta en un magnífico artículo titulado Dogon, un misterio inexistente y publicado en la revista El escéptico nº 8 (Primavera 2000) págs. 54-58. Dice Julio Arrieta:
"La Creación tiene lugar a partir de un huevo primordial, del que surge el universo después de ocho vibraciones sucesivas. Los nommos aparecen en estos primeros momentos de vida del universo y, de hecho, son los responsables de la existencia del espacio y del tiempo. Uno de estos nommos, llamado Ogo, crea la vida en la Tierra a partir de su placenta y, después de una compleja serie de incidencias, es transformado por Amma en el primer zorro -renard pâle- como castigo por haber cometido incesto." (Pág. 56)
Si quieren una versión más amplia de los mitos cosmogónicos en "Le renard pâle" pueden encontrarla aquí.
¿Y en que se parece ese relato al que ya conocíamos de boca de Ogotemmêli? Pues más bien en poco. No es sólo que el chacal se haya convertido en un zorro (lo que es puramente anecdótico) sino algo más importante. Según Ogotemmêli el chacal había nacido como tal y, además, era unigénico. Segun este nuevo relato, habría nacido como nommo y convertido posteriormente en zorro como castigo y, además, era uno de dos gemelos. Su hermano se sacrificaría y resucitaría para redimir los pecados de Ogo (y si esto les recuerda otro mito más cercano a nuestra sociedad, no son los únicos a los que les sucede lo mismo).
Tampoco la creación del Universo, la Tierra y la vida en ella coinciden (todo lo contrario) como tampoco las explicaciones sobre la fiesta Sigui que ahora está relacionada con Sigu Tolo (supuestamente Sirio A), Po Tolo (supuestamente Sirio B), Emme Ya (supuestamente Sirio C) y Nyân Tolo (convenientemente olvidado en las lecturas esotéricas de esta historia) pese a que las explicaciones de Ogotemmêli (ya lo vimos) no tenían nada que ver con Sirio A, B, C o W.
Así pues, no es que estos dos relatos cosmogónicos correspondan a dos momentos distintos de una iniciación esotérica en el que se va aumentando progresivamente el acceso al conocimiento, es que son contradictorios. Por mucho que Geneviève Calame-Griaule (hija de Marcel) haya intentado "vender esa moto" su propio padre en una obra titulada "Le Savoir des Dogon" publicada en 1952 expresa dudas sobre la información recibida del sacerdote Innekouzou sobre la importancia de Sirio en las creencias de los dogon (véase al respecto un magnífico artículo del doctor Javier Garrido titulado Los Dogon y el misterio de Sirio)
3ª El que mentía era Innekouzou. Esta explicación se vería reforzada por el hecho de que esta nueva versión de los mitos Dogon está, evidentemente, influenciada por fuentes externas. Lo del nommo muerto como acto de redención de los pecados y posteriormente resucitado es clarísimo pero ¿no podríamos decir lo mismo del relato de Ogotemmêli? ¿No les ha sonado a nada ya conocido el descenso del Primer antepasado en una "nave" poblada con los signos de los animales y los antepasados de los hombres? ¿El robo del fuego no les ha recordado al mito de Prometeo?
4ª Nadie decía la verdad. Por increíble que parezca, ésa es la explicación correcta. No se trata de que haya que elegir entre el relato mitológico de Ogotemmêli y el de Innekouzou, es que habría que comenzar por preguntarse si existe realmente un mito cosmogónico complejo entre los dogon.
Ya en su día, "Dios de agua" sorprendió. Griaule se sintió obligado a responder a los críticos en el Prefacio de la obra:
"Algunos incluso han anticipado, a primera vista y sin esperar precisiones de ningún tipo, que había una parte de especulación individual de interés secundario. Son, por otra parte, los mismos que juzgan apropiado consagrar una vida a las ideas aparentemente personales de Platón o de Julián de Halicarnaso." (Pág. 10)
Obviamente, esa supuesta respuesta no lo es en modo alguno. No se trata de si es interesante o no, si es digno de atención o no, el estudio de la especulación "filosófica" de un individuo (se llame éste Platón u Ogotemmêli) sino de si eso tiene el rango de un conjunto de mitos compartidos por una sociedad (sea ésta la ateniense de la época clásica o los dogon de mediados del S XX).
La cuestión fue obviada por todos pese a que diversos antropólogos posteriores que realizaron trabajo de campo con los dogon tuvieron que reconocer que no habían encontrado referencia alguna a las creencias que Marcel Griaule sostenía que eran conocidas por miembros de ese pueblo. Así las cosas, un etnólogo llamado Walter van Beek realizó un trabajo de demolición en 1991 titulado "Dogon Reestudied: A Field Evaluation of the Work of Marcel Griaule" (Current Anthropology, vol. 32, nº 2. Págs. 139-167). Las conclusiones de van Beek supusieron un pequeño terremoto en el campo de la antropología africanista, uno de cuyos referentes culturales y sentimentales era, precisamente, "Dios de agua".
¿Qué hizo van Beek? Evitó las zonas desarrolladas y con mayor contacto con otras tradiciones culturales y se dirigió a las aldeas remotas para intentar confirmar los relatos transmitidos por Griaule. El resultado fue que los dogon no poseen un mito complejo sobre la Creación, los nommo son unos espíritus que residen en el agua y que no tienen ningún papel cosmogónico, las estrellas no juegan ningún papel importante en la religión dogon, Sirio es llamada Dana Tolo y no tienen ni idea de la existencia de Po Tolo, de Emme Ya y de Nyân Tolo, la fiesta Sigui no tiene nada que ver con Sirio...
La labor de deconstrucción de van Beek no se limitó a estos aspectos esotéricos. En otros trabajos criticó otras informaciones transmitidas por el círculo de Griaule (véase, por ejemplo, este trabajo titulado La mission Griaule à Kangaba (Mali) (Walter E. A. van Beek et Jan Jansen, La mission Griaule à Kangaba (Mali), Cahiers d'études africaines, 158, 2000). Las afirmaciones, muy duras, de van Beek han sido aceptadas por otros antropólogos como Jacky Boujou que en este artículo titulado La culture dogon: de l’ethnologie coloniale à l’anthropologie réciproque contemporaine no vacila en decir:
"Toutes ont constaté le fait que la pseudo tradition révélée dans les deux textes sus mentionnés ne ressemble à aucune autre en Afrique et ces critiques considèrent que ces oeuvres sont une invention idéologique, une “création interculturelle ” qui entretient peu de rapport avec les réalités de la société Dogon."
Ésta es la historia de los supuestos mitos cosmogónicos de los dogon. ¿Qué dice sobre ellos Javier Sierra? Esto lo veremos en la próxima entrega de la serie.
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