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Escritos desde el páramo

En busca del chocolate del loro: Crítica a la introducción (III)

Viene de aquí
Después del maravilloso logro tecnológico del granero-nave espacial, el Primer antepasado prepara su regreso a caaaasaaa, teleeeeéfono. Como al parecer no se siente realizado por el mero hecho de traer consigo los símbolos de tropocientos animales, planea añadir el secreto de la herrería para lo que necesita robar, sustraer, afanar, mangar... el fuego. No obstante, antes de ejercer de "chorizo" tiene algo que hacer:
"El antepasado Herrero iba armado con un arco de hierro y flechas en forma de huso. Lanzó una de ellas a la terraza del granero, al centro del círculo que representaba la luna; envolvió la varilla con un largo hilo de araña formando una bobina. Así, el edificio entero se convirtió en un enorme carrete. Tomando una segunda flecha, a la que ató el otro cabo del hilo, la disparó hacia la bóveda celeste para servir de punto de apoyo." (Pág. 43)
Solucionado esto, ya puede dedicarse al latrocinio:
"Todo estaba a punto para la partida. Pero faltaba el fuego de la fragua. El antepasado se deslizó en el taller de los grandes Nommo, que son los herreros del cielo, y robó un pedazo del sol en forma de brasa y de hierro incandescente." (Pág. 44)
Ya está todo preparado así que el Herrero enciende los motores del vehículo espacial, consulta la Guía del Autoestopista Galáctico... (bueno, o algo así):
"Sin perder un instante, el Herrero lanzó la pirámide truncada (el granero) a lo largo del arco iris. Sin que el edificio girara sobre sí mismo, el hilo se desenrollaba en espiral, imagen del camino del agua." (Pág. 44)
Sin embargo, el Primer antepasado (el Herrero) no debía estar precisamente muy tranquilo porque permanece en la terraza del granero que como sabe todo el mundo es el mejor lugar para hacer un viaje interplanetario:
"Con la maza y el arco en las manos, el Herrero se sostenía de pie, presto a defenderse del espacio." (Pág. 44)
Razones para ello no le faltaban porque los Nommo (los gemelos originales) se "cabrean" ligeramente cuando se percatan del robo del fuego y de la huida del Primer antepasado así que toman sus armas de rayos de fotones y atacan la astronave del Herrero (o algo así):
"Pero el ataque fue inesperado: con un ruido de trono, un tizón encedido lanzado por el Nommo hembra alcanzó la terraza." (Pág. 44)
El Primer antepasado activa el escudo protector de antimateria (o algo así):
El Herrero, para protegerse, cogió una de las pieles del fuelle y la blandió por encima de su cabeza, creando así el escudo." (Pág. 44)
"Después el antepasado apagó con el agua de su odre la madera ardiendo que incendiaba el edificio. Esta madera, llamada bazu, debía ser el origen del culto al fuego hembra." (Pág. 44)
"Otro rayo siguió al primero, lanzado esta vez por el Nommo varón. Pero no tuvo mayores consecuencias. El Herrero apagó el segundo tizón, llamado anakyê, sobre el que más tarde se fundaría el culto al fuego macho." (Pág. 44)
Después de la batalla librada con armas de las más alta tecnología (o algo así), el viaje prosigue:
"El edificio siguió pues su ruta por el arco iris. Sólo iba cada vez más deprisa por efecto del impulso recibido de las fulminaciones." (Pág. 44)"
Y pasa lo que tenía que pasar, claro. Ya dice la DGT que las prisas en los viajes nunca son buenas:
"El suelo se acercaba rápidamente, el antepasado seguía de pie, con los brazos hacia delante y con la maza y el yunque de través. Sobrevino el impacto final, que se produjo al extremo del arco iris, donde tocaba tierra. El choque dispersó en una nube de polvo los animales, las plantas y los hombres escalonados en los peldaños." (Pág. 46)
Como el Primer antepasado también conocido como el Herrero era, sin duda, un irresponsable que no sólo no había dotado a su nave espacial de ABS sino que ni siquiera había incorporado un air-bag o un mero cinturón de seguridad, el accidente a lo Roswell concluye con politraumatismos varios (si ya lo dice la DGT, póntelo, pónselo. Bueno, eso no lo aconseja la DGT y en realidad tampoco se refiere al cinturón de seguridad aunque sí tiene algo que ver con el asiento trasero de los coches, pero debería):
"Cuando se restableció la calma, el Herrero estaba aún en la terraza, de pie, con la cara hacia el norte y sus herramientas en el mismo lugar; pero por el impacto, la maza y el yunque le habían quebrado los brazos y las piernas a la altura de los codos y de las rodillas, que hasta entonces no tenía. Recibió así las articulaciones propias de la nueva forma humana que iba a extenderse por la tierra y que estaba destinada al trabajo." (Pág. 46)
Después de tan espectacular "carajazo", el Primer antepasado se pone manos a la obra, parcela la tierra y comienza a cultivarla.
Los restantes Nommo van llegando gracias a sus avanzados conocimientos de navegación astronáutica (o algo así):
"Inmediatamente después del Herrero -Primer antepasado- descendieron los otro siete. El antepasado de los zapateros y el de los troveros siguieron el hilo. Cada uno llevaba sus herramientas o atributos, los demás llegaron a continuación, en orden según su rango." (Pág. 47)
Y todos hubieran debido ser felices y comer perdices de no ser por un pequeño detalle, que el Octavo antepasado debió pensar: "Maricón el último" y se coló de rondón ante el Séptimo antepasado que montó en cólera convirtiéndose en una serpiente que fue muerta y devorada por los hombres por instigación del Herrero que guardó su cabeza (la de la serpiente, claro) bajo la fragua.
Tras su muerte, puesto que el Séptimo antepasado era señor de la palabra es necesario que muera el miembro más anciano de la octava familia que representaba la palabra en sí. Este anciano es el Lebé:
"El octavo rango es el de la palabra en sí. La palabra está fuera del Séptimo que la enseña. Es el Octavo antepasado." (Pág. 50)
"Era necesario que el anciano muriese para entrar en el mismo mundo que el Séptimo y permitir la realización de los designios de Dios." (Pág. 50)
Así pues, el Lebé muere y es enterrado, pero cuando el Herrero comienza a usar la fragua el ruido despierta al Séptimo antepasado (que como Nommo era inmortal por muy decapitado, troceado, comido y deglutido que estuviera) que recupera su figura de genio y se desliza subterráneamente hasta la tumba del Lebé al que se come para regenerarlo. Producto de esa metamorfosis digestiva, el Nommo vomita agua que forma cinco ríos y también piedras de colores (los dugué) que dibujan el esqueleto de un hombre. También ocho cauris que ocupan el lugar de las uñas del Lebé. Sobre ese cimiento mítico se desarrolla una compleja simbología que se manifiesta en los tambores, los telares, las vasijas de los graneros, las fraguas, la alfarería, las casas, los santuarios... que el lector interesado podrá encontrar en el texto que estamos empleando y que, recordamos, es "Dios de agua" por Marcel Griaule. Trad. Àngels Gutiérrez. Col. Ad litteram. Ed. Alta Fulla. Barcelona, 2000.
Hay otro aspecto de la cosmogonía Dogon según Ogotemmêli que debemos considerar, la fiesta Sigui. Según el cazador ciego (siempre de acuerdo con la narración de Marcel Griaule) el origen de esta ceremonia está en la primera muerte real (las del Séptimo antepasado y el Lebé no cuentan porque resucitaron).
Todo comenzó con la violación de la Tierra por su hijo, el Chacal, que supuso que aquélla comenzara a menstruar por lo que manchó de sangre las fibras con la que había sido tapada por los Nommo originales. El color rojo atrajo a una mujer que las "afanó" para hacerse una falda con ellas. Unos hombres se la arrebataron a su ilegítima poseedora y ocultaron ese robo al anciano al que debían respeto y obediencia. Éste, al término de su vida humana, se convirtó en Nommo. Un día se cruzó con los hombres que iban vestidos con las faldas rojas por lo que les increpó en la lengua de los Dogon lo que supuso su muerte porque como Nommo no debía hablar en la lengua de los mortales.
El cuerpo, bajo forma de serpiente, fue envuelto en las fibras rojas y conducido a una cueva, pero el espíritu del Nommo buscaba dónde cobijarse. Finalmente encontró a una mujer que vestía, también, una falda roja. Por ello la mujer dio a luz a un niño rojo y moteado como una serpiente que recobró la apariencia humana en su adolescencia cuando fue consagrado al muerto. Para ello se talló una escultura de una serpiente de gran tamaño a la que, mediante los ritos apropiados, fue a parar el espíritu del difunto. El adolescente quedó encargado del culto al antepasado. Así nació la fiesta Sigui:
"Una de estas instituciones llamaba la atención por su importancia y las grandiosas manifestaciones que desencadenaba. Se trataba de una fiesta que celebraba el pueblo entero cada sesenta años y que, durante un largo periodo, año tras año, conmovía sucesivamente todas las regiones dogon. Este rito ambulante, denominado Sigui, comenzaba en la región de Yugo." (Pág. 165)
"Durante estos días tenían lugar dos actos esenciales: el tallado de una larga serpiente de madera en un único tronco de árbol (uno de los ejemplares llevados por el blanco a los museos de Francia medía diez metros) y la borrachera con cerveza de mijo, sentándose los bebedores en un lugar especial llamado "asiento de máscara", reservado para esta ocasión.
El sentido de la talla de madera era claro: se trataba de renovar el soporte de lso principios espirituales del primer muerto, presentes siempre en el mundo de los hombres. Efectivamente, la madera de la primera "gran máscara" esculpida por los antiguos había envejecido y, por otra parte, el hombre consagrado a su servicio había muerto." (Pág. 165)
"el espíritu del antepasado necesitaba otro continente; para su culto era necesario un nuevo iniciado. Se escogió pues un niño entre la descendencia de aquel que nació marcado por el muerto y que en cierta medida se había convertido en valedor de los hombres ante él. Fue iniciado, al mismo tiempo que muchos otros camaradas, en la gruta donde se hallaba la gran máscara, y fue consagrado por un sacrificio cruento al nuevo tronco que, por los ritos y plegarias apropiados, había sustituido al antiguo.
Así se actuaba cada sesenta años." (Págs. 165-166)
¿Y la "cogorza" cervecera?
"se trataba de una comunión general en la que tomaba parte la nueva gran máscara chorreante de libaciones y el conjunto de los hombres, desde el anciano de piel reseca hasta el nacido ese mismo día. La sociedad entera era consagrada al poste, tomando a su cuenta tanto la expiación de la afrenta cometida contra el antepasado como el culto al nuevo soporte." (Pág. 166)
¿Y el "asiento de máscara"?
Resulta que antes de convertirse en Nommo, el primer muerto había discutido con otro anciano. Cuando ambos fallecieron (es decir, cuando se convirtieron en genios) prosiguieron la disputa que acabó cuando el primer muerto se comió al otro. Después del incidente con los jóvenes ladrones, cuando el Nommo "cascó" de su cuerpo surgió el otro anciano (como genio que era no podía morir) para fallecer acto seguido puesto que había resucitado de lo impuro. Sin embargo, al no haber cometido él falta alguna, fue objeto de un culto especial. Su esqueleto fue revestido de argamasa para convertirlo en un altar. En conmemoración suya se emplea el "asiento de máscara":
"-La varilla -dijo Ogotemêli- es la parte baja del cuerpo del Nommo, en forma de reptil. El hierro plano transversal simula los brazos ligeramente levantados del genio. La cabeza no está representada." (Pág. 168)
"-Cuando el hombre bebe sentado la cerveza del Sigui, es el anciano mismo. Es como si el anciano estuviese allí. El asiento es el cuerpo con los brazos abiertos y el hombre sentado es la cabeza del Nommo muerto. Cada uno es una resurrección del anciano." (Pág. 168)
Pero como uno de lo poco que puede estar seguro es que Ogotemmêli era capaz de liar lo que ya por sí era complejo, aún hay otro elemento en la fiesta Sigui:
"-La mujer del antepasado del asiento -continuó- fue quien descubrió las fibras rojas. También por esta razón este antepasado era más importante que el otro. Como todos los ancianos notables, la mujer, al fin de su vida terrestre se transformó en genio Nommo. Su símbolo es la calabaza que llevan todos los hombres durante las fiestas del Sigui y en las cuales beben la cerveza." (Pág. 169)
Por si se hubieran perdido en medio de todo este follón de Nommo, antepasados, inmortales que se mueren, máscaras y borracheras (algo que no tendría nada de extraño, la verdad) vamos con el resumen:
"Así, durante la celebración de los ritos que tenían lugar cada sesenta años, los bebedores que bailaban la danza serpenteante de los genios honraban ante el nuevo poste al antepasado vencedor de la disputa. Y blandían en sus manos el asiento de madera y la calabaza: la calabaza-mujer en la que iban a beber la humedad vivificadora y el asiento-antepasado cuya cabeza ellos mismos representaban. Simbolizando los dos Nommo, los bebedores imitaban la resurrección." (Pág. 169)
Aunque Griaule y Ogotemmêli todavía hablan de algunos temas más, no tienen importancia para lo que aquí nos ocupa. Al final, Griaule regresa a Francia y desde allí declara:
"Este libro, terminado en junio pasado, contiene lo esencial de la doctrina dogon. En la intención del autor es también el testimonio del primer contacto con Ogotemmêli y debía continuar con otras obras, cuyo material hubiera sido proporcionado por nuevas conversaciones.
No podrá ser así." (Pág. 209)
La razón para ello queda explicada por una carta que Griaule reproduce:
"Aquel que fue para usted el más adicto, el más franco y sincero y uno de los más sabios sobre nuestras costumbres dogon, ha caído en el sueño eterno. El viejo Ogotemmêli.
Murió el martes 29 de julio de 1947 hacia las dos de la tarde." (Pág. 209)
Es decir, que las conversaciones mantenidas entre el antropólogo y el cazador ciego están contenidas en este libro y no hubo ocasión de que Ogotemmêli hiciera nuevas revelaciones a Griaule porque murió antes de que se volvieran a ver. No sé si se habrán percatado Vds. en medio de todo este follón mitológico, pero Ogotemmêli no menciona a Sirio para nada. No, no es que no aparezca en ninguna de las citas que hemos realizado, es que Sirio no tiene ningún papel en la cosmogonía de los Dogon según el cazador ciego.
Pero si Fulanito dice que... y Peranganito afirma que... pues lamento contradecirles pero se equivocan de obra, porque la historia de Sirio nada tiene que ver con "Dios de agua" (ni por tanto con Ogotemmêli) pero esto lo veremos en la próxima entrega de esta serie que tratará de cómo el chacal se convirtió en un zorro pálido.

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