Primer misterio jocoso: el oxidado pilar de la sabiduría
Bueno, supongo que ya se habrán relajado con las recomendaciones musicales así que podríamos comenzar de no ser por una pequeña pega, que creo necesaria una reflexión anterior sobre éste y otros libros de temas esotéricos. En próximos días (semanas, más bien) les iré exponiendo las razones por las que considero que este texto está repleto de errores. No sé si al final de mis comentarios Vds. estarán convencidos de que mis argumentos son válidos o no, o si ya están convencidos de antemano de que "Los guardianes del secreto" son un horror o, por el contrario, de que el que soy un horror soy yo. En última instancia no importa porque, la verdad, los grandes problemas del mundo no dependen para su solución ni del libro del Sr. Fernández Bueno ni de las críticas de un servidor.
Si me limitara a la refutación de las afirmaciones contenidas en este libro, Vds. podrían pasar un buen (o mal) rato, tendrían datos para tomar una postura informada (bien sea ésta favorable o contraria) sobre diversos temas caros al esoterismo... pero, si les terminara preguntando si pueden darme alguna razón para que este libro haya sido escrito, publicado y vendido, temo las respuestas que escucharía porque demasiadas veces he oído un montón de insultos, descalificaciones... en relación con los autores de escritos de temas esotéricos.
Veremos cómo, por ejemplo, el Sr. Fernández da como válidos misterios que son una pura invención reconocida por los autores que los crearon. Ante esto podemos extrañarnos, reírnos... y perdernos una buena ocasión de comprender (que no implica compartir) que el esoterismo tiene sus propias escalas de valores que no son científicas ni históricas. Ni para el método científico ni para el método historiográfico tiene el menor valor la Tradición (imagínense lo divertido que resultaría escuchar hoy algo así como "La Tierra es plana porque así lo creyeron nuestros antepasados" o "Las pirámides de Egipto fueron construidas por esclavos porque así lo dijo Herodoto hace un porrón de años"). Sin embargo, para el esoterismo no es así. La razón para ello, claro, es que la Tradición está en su propio corpus de creencias como ya dijimos cuando hablamos del mito de la Edad de Oro.
Desde ese punto de vista de tradicional=correcto podemos encontrar respuesta a múltiples hechos que, de otra forma, resultan inexplicables. Por ejemplo, ¿por qué es una constante que los movimientos esotéricos pretenden tener orígenes mucho más antiguos que la realidad? Así la Francmasonería pretende descender de los gremios de constructores medievales e, incluso, de los constructores del templo de Salomón (con un par), el Priorato de Sión no duda en situar su origen en la primera Cruzada, los neotemplarios de Fabré-Palaprat y su inmediata antecesora, la Sociedad del Solomillo (no es coña, se llamaba así) de Radix de Chevillon pretenden ser descendientes directos del Temple, diversos alquimistas, magos... pretenden ser conocedores de los secretos del antiguo Egipto... La lista es extensa y la constatación de que para apuntalar esas supuestas descendencias no dudaron en inventarse todo tipo de pruebas documentales, es tan conocida como inútil. ¿Por qué inútil? Porque, evidentemente, nadie sabe mejor que es una invención que las personas que las llevaron a cabo y, sin embargo, les importó "un oeuf" hacerlo. El conflicto entre Tradición y veracidad lo solventaron a favor de la primera. No importaba mentir si el resultado de esa invención era presentar su movimiento de nuevo cuño como heredero directo de una Tradición para ellos respetable. ¿Por qué lo hicieron? Frente a los que piensan que era una cuestión económica (que eran unos estafadores, vamos) creo, por el contrario, que realmente estaban convencidos de que era así, que realmente eran los depositarios de un saber ancestral. Bajo este punto de vista sus mentiras no eran tales. Inventaban las pruebas que sostenían sólo lo que previamente creían.
En el esoterismo las pruebas se aportan pero, en última instancia, son inútiles porque el autor ya está previamente convencido de que su verdad es la Verdad. Por ello, aunque las pruebas se demuestren falsas no importa, el convencimiento sigue estando allí. Veamos un ejemplo reciente.
"El (sic en el original, en vez de En) Nueva Delhi hay una flecha (sic en la traducción, en vez de columna) antigua de hierro que no contiene fósforo ni azufre y, sin embargo, permanece intacta bajo las inclemencias del tiempo." [1] Von Däniken escribía esto en 1968.
"¡Pues yo le digo a usted que no se oxida! Cuando hablé de esto con el periodista de "Playboy" y él me aseguró que se oxidaba, le hice caso. Pero un año más tarde tuve ocasión de visitar Nueva Delhi, y pude persuadirme con mis ojos de que no se oxida." [2] Von Däniken escribía esto en 1980.
"Asimismo se corrigió al paso del tiempo la noticia proveniente de Delhi sobre cierta pilastra vetusta de hierro que no se corroía bajo las inclemencias metereológicas: entretanto este objeto se ha oxidado en diversos puntos, según he podido comprobar con mis propios ojos." [3] Von Däniken escribía esto en 1986.
Si las reglas del esoterismo fueran distintas, esto habría debido significar el fin de la historia de la columna inoxidable ¿No? Pues no.
"Misterio: Tiene 7 metros de altura, 1,5 de diámetro y pesa 6.000 kilogramos. Está construido en hierro, pero el paso de los siglos no ha conseguido oxidar dicho meterial (sic en el original, en vez de material)." [4] Cardeñosa escribía esto en 2003, diecisiete años después de que von Däniken reconociera que se había equivocado.
¿Significa esto que los autores de textos esotéricos son tontos, fraudulentos...? Pues no, no significa eso. Sencillamente, están convencidos de algo y aportan las pruebas que, a su entender, permiten mantener sus afirmaciones. El que las pruebas sean o no tales, que existan realmente, que tengan la lectura que ellos realicen u otras distintas... es algo que les ocupa y les preocupa en mucha menor medida. Ellos están convencidos y sus textos se dirigen, por lo general, a un público igualmente convencido. En su propia lectura son Maestros que hablan a Iniciados. Lo importante es que, bajo su prisma, lo que aseguran es cierto independientemente de que las pruebas lo sean o no.
¿Eso los descalifica? Pues si ésa es su opinión, piensen que eso les obligaría, por ejemplo, a descalificar a un tal Platón que no dudó en inventarse la Atlántida para convencer a sus discípulos de las ventajas de su sistema político. A fin de cuentas, lo de no reflejar la verdad pura, inventarse acontecimientos, silenciar fracasos... en aras de un entendido bien mayor sí tiene una larga tradición y no sólo en el campo esotérico (piensen, por ejemplo, en los diversos partidos políticos actuales, nacionalismos que se sustentan en historias ficticias, comunismos que se olvidan del fracaso del "socialismo real", extremas derechas que obvian los desastres de la xenofobia...). Por más escépticos que seamos, la vida real está llena de situaciones que sólo adquieren sentido bajo el peso de la tradición. Somos lo que somos, animales sociales y eso nos conduce una y otra vez a aceptar formas del pasado, una herencia tan asumida como irracional a poco que pensemos en ello.
Así pues, criticaré porque me parece necesario que las personas que quieren oír una voz distinta puedan hacerlo, pero, por favor, no entiendan mis palabras como descalificación. El esoterismo, sea lo que sea lo que yo piense de él, es parte de nuestro pasado, de nuestro presente y, sin duda, de nuestro futuro. Acercarse a él sin realizar concesiones intelectuales pero también sin odio ni desprecio me parece una actitud necesaria. A fin de cuentas, es parte de nuestra propia cultura que, como tal, no precisa corresponder a nada real. ¿Importa mucho que D. Quixote sea un mero personaje de ficción? Lo importante es que esa invención cervantina nos habla de sentimientos, situaciones... que consideramos auténticas, el conflicto entre idealismo y pragmatismo, entre locura y cordura, entre ensoñación y realidad. Lo mismo podemos decir del esoterismo. El que sea auténtico o no es sólo una de sus manifestaciones (dejo que cada persona decida por sí misma si es lo más importante o no), lo principal para mí es que nos habla de nosotros mismos.
Notas:
[1] Recuerdos del futuro. Erich von Däniken. Traducción de Manuel Vázquez. Colección Otros Mundos. Ed. Plaza & Janés. Barcelona, 1970. Pags. 63-64
[2] Testigo de los dioses. Erich von Däniken. Traducción de J. A. Bravo. Ed. Círculo de Lectores por cesión de Ed. Martínez Roca. Barcelona, 1981. Págs. 69-70
[3] ¿En qué me he equivocado? Erich von Däniken. Traducción de Manuel Vázquez. Colección Otros Horizontes. Ed. Plaza & Janés. Barcelona, 1986. Pág. 10
[4] 100 enigmas del mundo. Bruno Cardeñosa. Ed. Corona Borealis. Madrid, 2003. Pág. 203
-Continuará-
Si me limitara a la refutación de las afirmaciones contenidas en este libro, Vds. podrían pasar un buen (o mal) rato, tendrían datos para tomar una postura informada (bien sea ésta favorable o contraria) sobre diversos temas caros al esoterismo... pero, si les terminara preguntando si pueden darme alguna razón para que este libro haya sido escrito, publicado y vendido, temo las respuestas que escucharía porque demasiadas veces he oído un montón de insultos, descalificaciones... en relación con los autores de escritos de temas esotéricos.
Veremos cómo, por ejemplo, el Sr. Fernández da como válidos misterios que son una pura invención reconocida por los autores que los crearon. Ante esto podemos extrañarnos, reírnos... y perdernos una buena ocasión de comprender (que no implica compartir) que el esoterismo tiene sus propias escalas de valores que no son científicas ni históricas. Ni para el método científico ni para el método historiográfico tiene el menor valor la Tradición (imagínense lo divertido que resultaría escuchar hoy algo así como "La Tierra es plana porque así lo creyeron nuestros antepasados" o "Las pirámides de Egipto fueron construidas por esclavos porque así lo dijo Herodoto hace un porrón de años"). Sin embargo, para el esoterismo no es así. La razón para ello, claro, es que la Tradición está en su propio corpus de creencias como ya dijimos cuando hablamos del mito de la Edad de Oro.
Desde ese punto de vista de tradicional=correcto podemos encontrar respuesta a múltiples hechos que, de otra forma, resultan inexplicables. Por ejemplo, ¿por qué es una constante que los movimientos esotéricos pretenden tener orígenes mucho más antiguos que la realidad? Así la Francmasonería pretende descender de los gremios de constructores medievales e, incluso, de los constructores del templo de Salomón (con un par), el Priorato de Sión no duda en situar su origen en la primera Cruzada, los neotemplarios de Fabré-Palaprat y su inmediata antecesora, la Sociedad del Solomillo (no es coña, se llamaba así) de Radix de Chevillon pretenden ser descendientes directos del Temple, diversos alquimistas, magos... pretenden ser conocedores de los secretos del antiguo Egipto... La lista es extensa y la constatación de que para apuntalar esas supuestas descendencias no dudaron en inventarse todo tipo de pruebas documentales, es tan conocida como inútil. ¿Por qué inútil? Porque, evidentemente, nadie sabe mejor que es una invención que las personas que las llevaron a cabo y, sin embargo, les importó "un oeuf" hacerlo. El conflicto entre Tradición y veracidad lo solventaron a favor de la primera. No importaba mentir si el resultado de esa invención era presentar su movimiento de nuevo cuño como heredero directo de una Tradición para ellos respetable. ¿Por qué lo hicieron? Frente a los que piensan que era una cuestión económica (que eran unos estafadores, vamos) creo, por el contrario, que realmente estaban convencidos de que era así, que realmente eran los depositarios de un saber ancestral. Bajo este punto de vista sus mentiras no eran tales. Inventaban las pruebas que sostenían sólo lo que previamente creían.
En el esoterismo las pruebas se aportan pero, en última instancia, son inútiles porque el autor ya está previamente convencido de que su verdad es la Verdad. Por ello, aunque las pruebas se demuestren falsas no importa, el convencimiento sigue estando allí. Veamos un ejemplo reciente.
"El (sic en el original, en vez de En) Nueva Delhi hay una flecha (sic en la traducción, en vez de columna) antigua de hierro que no contiene fósforo ni azufre y, sin embargo, permanece intacta bajo las inclemencias del tiempo." [1] Von Däniken escribía esto en 1968.
"¡Pues yo le digo a usted que no se oxida! Cuando hablé de esto con el periodista de "Playboy" y él me aseguró que se oxidaba, le hice caso. Pero un año más tarde tuve ocasión de visitar Nueva Delhi, y pude persuadirme con mis ojos de que no se oxida." [2] Von Däniken escribía esto en 1980.
"Asimismo se corrigió al paso del tiempo la noticia proveniente de Delhi sobre cierta pilastra vetusta de hierro que no se corroía bajo las inclemencias metereológicas: entretanto este objeto se ha oxidado en diversos puntos, según he podido comprobar con mis propios ojos." [3] Von Däniken escribía esto en 1986.
Si las reglas del esoterismo fueran distintas, esto habría debido significar el fin de la historia de la columna inoxidable ¿No? Pues no.
"Misterio: Tiene 7 metros de altura, 1,5 de diámetro y pesa 6.000 kilogramos. Está construido en hierro, pero el paso de los siglos no ha conseguido oxidar dicho meterial (sic en el original, en vez de material)." [4] Cardeñosa escribía esto en 2003, diecisiete años después de que von Däniken reconociera que se había equivocado.
¿Significa esto que los autores de textos esotéricos son tontos, fraudulentos...? Pues no, no significa eso. Sencillamente, están convencidos de algo y aportan las pruebas que, a su entender, permiten mantener sus afirmaciones. El que las pruebas sean o no tales, que existan realmente, que tengan la lectura que ellos realicen u otras distintas... es algo que les ocupa y les preocupa en mucha menor medida. Ellos están convencidos y sus textos se dirigen, por lo general, a un público igualmente convencido. En su propia lectura son Maestros que hablan a Iniciados. Lo importante es que, bajo su prisma, lo que aseguran es cierto independientemente de que las pruebas lo sean o no.
¿Eso los descalifica? Pues si ésa es su opinión, piensen que eso les obligaría, por ejemplo, a descalificar a un tal Platón que no dudó en inventarse la Atlántida para convencer a sus discípulos de las ventajas de su sistema político. A fin de cuentas, lo de no reflejar la verdad pura, inventarse acontecimientos, silenciar fracasos... en aras de un entendido bien mayor sí tiene una larga tradición y no sólo en el campo esotérico (piensen, por ejemplo, en los diversos partidos políticos actuales, nacionalismos que se sustentan en historias ficticias, comunismos que se olvidan del fracaso del "socialismo real", extremas derechas que obvian los desastres de la xenofobia...). Por más escépticos que seamos, la vida real está llena de situaciones que sólo adquieren sentido bajo el peso de la tradición. Somos lo que somos, animales sociales y eso nos conduce una y otra vez a aceptar formas del pasado, una herencia tan asumida como irracional a poco que pensemos en ello.
Así pues, criticaré porque me parece necesario que las personas que quieren oír una voz distinta puedan hacerlo, pero, por favor, no entiendan mis palabras como descalificación. El esoterismo, sea lo que sea lo que yo piense de él, es parte de nuestro pasado, de nuestro presente y, sin duda, de nuestro futuro. Acercarse a él sin realizar concesiones intelectuales pero también sin odio ni desprecio me parece una actitud necesaria. A fin de cuentas, es parte de nuestra propia cultura que, como tal, no precisa corresponder a nada real. ¿Importa mucho que D. Quixote sea un mero personaje de ficción? Lo importante es que esa invención cervantina nos habla de sentimientos, situaciones... que consideramos auténticas, el conflicto entre idealismo y pragmatismo, entre locura y cordura, entre ensoñación y realidad. Lo mismo podemos decir del esoterismo. El que sea auténtico o no es sólo una de sus manifestaciones (dejo que cada persona decida por sí misma si es lo más importante o no), lo principal para mí es que nos habla de nosotros mismos.
Notas:
[1] Recuerdos del futuro. Erich von Däniken. Traducción de Manuel Vázquez. Colección Otros Mundos. Ed. Plaza & Janés. Barcelona, 1970. Pags. 63-64
[2] Testigo de los dioses. Erich von Däniken. Traducción de J. A. Bravo. Ed. Círculo de Lectores por cesión de Ed. Martínez Roca. Barcelona, 1981. Págs. 69-70
[3] ¿En qué me he equivocado? Erich von Däniken. Traducción de Manuel Vázquez. Colección Otros Horizontes. Ed. Plaza & Janés. Barcelona, 1986. Pág. 10
[4] 100 enigmas del mundo. Bruno Cardeñosa. Ed. Corona Borealis. Madrid, 2003. Pág. 203
-Continuará-
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