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Escritos desde el páramo

Cajón de sastre

Epitafio innecesario

Es propio del ave fénix resurgir de sus cenizas. Es propio de mí no creer en gilipolleces como ésa, pero sí en que las peticiones de los amigos deben ser atendidas en las medida de lo posible. Luis Alfonso Gámez me ha solicitado que publicara de nuevo los contenidos de este blog borrados en protesta por la actitud de los internautas de que en la red se puede copiar impunemente lo que a uno le salga de la punta del capullo (y guay del político que intente poner cortapisa a su derecho divino). Sigo pensando lo mismo. Si por mí fuera, este blog seguiría borrado y eso no supondría pérdida alguna, pero ya conocen al responsable de que no sea así.

 

He recuperado todos los artículos sin cambiar ni una letra, ni siquiera en los casos en que me equivoqué. He de advertirles que en el proceso se han perdido todas las ilustraciones y que los enlaces internos han dejado de funcionar. He eliminado la opción de comentarios porque, sencillamente, no deben esperar respuesta alguna a lo que Vds. quieran decir. Esta etapa de mi vida está pasada. En la actualidad me repugna hasta un punto que no sospechan todo lo relacionado con el escepticismo entendido como una corriente organizada (demasiados imbéciles para mi gusto) y no voy a perder ni un segundo más en estos temas, así que vuelvo a ocuparme de las cosas que realmente importan, una poesía, una novela, una mujer.

¿Por qué?

Por qué ese título? ¿Por qué un nuevo blog en sustitución del antiguo? Lo primero es, posiblemente, lo más difícil de explicar y salvo que conozcan Vds. mi tierra, posiblemente no entiendan ni jota (ni aurresku ni sardana por si acaso topo con el nacionalista de turno). Verán, los páramos son lugares extraños, recorridos por vientos fortísimos y con contrastes de temperatura extremos entre invierno y verano. No son, posiblemente, un paisaje idílico pero me gustan. Son unos de los pocos lugares en los que puedo andar sin encontrar a nadie. Por ello, para mí son un símbolo de la soledad que no es algo necesariamente negativo. Por el contrario, parece que para ser independiente más vale estar solo que mal acompañado. Por ahí va la justificación del título, por mi voluntad de aislamiento, de recorrer el camino que crea debo andar sin nadie al lado.

La segunda pregunta es más fácil de contestar. Un nuevo blog porque la perspectiva va a ser completamente diferente. Si en las ediciones anteriores de Clío primé la respuesta a la Pseudohistoria, en esta nueva andadura eso va a ser algo secundario. ¿Quiere eso decir que bla, bla, bla...? Pues no, sencillamente hay un aspecto que me interesa más que su refutación y es su estudio. ¿De dónde arrancan las creencias? ¿Quiénes propusieron algo y por qué lo hicieron? ¿Cómo se ha modificado una creencia a lo largo del tiempo?... Obviamente, al ser un enfoque completamente distinto, lo mejor era no aumentar el caos en el lector (no cuento con tener más de uno) y comenzar en otro sitio.

Por descontado, este cambio supone que los artículos serán muy diferentes, más largos (¿es eso posible?) y menos frecuentes (avisados quedan de ambas cosas). Si no he conseguido disuadirle de que puede dedicar su tiempo a mejores cosas que dejarse caer por aquí de vez en cuando, terminará pesándole.

Intermezzo con bel canto rodado

Se me acumula el trabajo. Concluimos con un texto y debemos comenzar con otro que versa sobre los mismos temas (y sin plus de penosidad en el curre ni nada que se le parezca). No obstante, como supongo que estarán Vds. un poco hartos, antes de comenzar de nuevo con Rennes-le-Château, Jesús haciendo alfombras en Cachemira, un obispo de corpore insepulto, templarios por doquier, vírgenes negras (¿no eran angelitos negros?)... y demás misterios jocosos (esto es preocupante. Comienzo a divertirme con estas lecturas) les propongo un breve momento de relajación.
Creo que fue Plinio (no el policía municipal que protagonizó una serie de novelas negras a la española que sospecho casi nadie recuerda ya sino el otro, el escritor romano) el que aseguró que no hay libro tan malo que no contenga algo bueno. La verdad es que cada día estoy más convencido de que Plinio había bebido demasiado cuando largó la frasecita de marras porque en este caso, continente y contenido están a una altura que semeja la profundidad de la fosa de las Marianas.
Para que comiencen a abrir boca (es decir a bostezar ante la perspectiva de otra serie de largas, tediosas, cansinas... historias) les dejo con un par de tentempiés, el primero, un magnífico artículo de Luis Alfonso Gámez sobre las formas de la obra que vamos a tratar en próximos días; el segundo, a modo de adecuada ambientación musical, es una magnífica ejecución del "Reina de la noche" de la Flauta Mágica de Mozart (afortunadamente ya estaba muerto cuando se realizó esta grabación lo que le ahorró un inmenso dolor testicular) a cargo de una voz inigualable e inigualada en el bel canto, la magnífica ¿soprano? ¿mezzo? ¿gallina?... (algo será pero no sé qué) Florence Foster Jenkins (para escuchar la grabación, pinchen en el apartado correspondiente al título y ejecutante ya indicados). Son sólo tres minutos del éxtasis musical más indescriptible que conducirá su mente al estado adecuado de receptividad aperturista para enfrentarse a la crítica "sismográfica" de "Guardianes del secreto" por D. Lorenzo Fernández Bueno. Es decir, que podemos reírnos a gusto (tal vez, después de todo, tuviera razón Plinio).
Ya, ya sé que todo esto suena un poco críptico; pero todo terminará por encajar (más o menos) en su lugar correspondiente. Además ¡qué puñetas! hablaremos de algunos secretos tan insopechados que sólo hay decenas de títulos contando las mismas pavadas para una Habana difunta. No creerán Vds. que se puede ser más claro sin correr el riesgo de que la CIA, el MI6, el Vaticano, la UEFA y la FIFA eliminen al que tal ose. Así que sólo para sus ojos, comenzará Misterios jocosos en esta página. Advertidos quedan. El que avisa no es traidor, es avisador (casi como el di Caprio, compuesto y sin Óscar).

Intermezzo jocoso con ministra "incompetenta"

¿Alguno de Vds. conoce algún país que ofrezca facilidades para naturalizarse? Si es así, por favor, díganmelo. Cualquier cosa parece ser mejor que tener que soportar que la Cultura española esté en las manos en las que se encuentra. Les pongo en antecedentes. Sesión en el Senado. El parlamentario del PP Sr. Van-Halen Acedo interroga a la Sra. Calvo Poyato (ministra de Cultura) por unas declaraciones de ésta en las que culpaba al PP (¿cómo no?) del descenso de espectadores sufrido por el cine español. En su interpelación el Sr. Van-Halen dice lo siguiente:
"Los datos oficiales del ministerio recogen que los filmes que superaron el millón de espectadores fueron más numerosos en la etapa de gobierno del Partido Popular y escasísimos en la etapa de gobierno del Partido Socialista. Centrándonos en el período negro, Calvo «dixit», en el año 2000 dos filmes, «La comunidad» y «Año mariano», superaron cada uno de ellos el millón trescientos mil espectadores. En 2001, año negro también, Calvo «dixit», las cifras fueron de asombro --el mejor año, con mucha diferencia, del cine español--: «Los otros» consiguió 6.242.330 espectadores; «Torrente 2», 5.297.953; «Juana la loca», 1.630.645; «Lucía y el sexo», 1.258.919. El año siguiente, año negro, Calvo «dixit»: «El otro lado de la cama» consiguió 2.726.871; «Los lunes al sol», 1.602.946; «Hable con ella», 1.152.329; «El hijo de la novia», 1.255.150. El último año de gobierno del Partido Popular la cota fue también buenísima: «La gran aventura de Mortadelo y Filemón», 4.979.991; «Días de fútbol», 2.424.949; «Carmen», 1.353.848; «El oro de Moscú», 1.259.269. Voy a sumar para que no se molesten en hacerlo sus señorías. En la última legislatura del PP, los años negros de hostilidad hacia el mundo del cine, Calvo «dixit», los espectadores totales de cine español, en los cuatro años negros, repito, son los siguientes: 2001, 26.205.964; 2002, 19.018.156; 2003, 21.731.317. Me guardo algunas perlas del año 2004 para mi segunda intervención, después de oír a su señoría, porque hay cosas que a usted no le sorprenderán, pero que tienen cierta gracia."
¿Qué reponde la Sra. Calvo Poyato, ministra de Cultura? Pues esto:
"Señoría, usted para mí nunca será Van-Halen «Dixi» ni «Pixi»;"
¿No es maravilloso? La Sra. ministra de Cultura confunde la expresión latina "dixit" (dijo) con el nombre de un ratón de dibujos animados. ¿Ministra de qué? Pues sí, de Cultura. Con un par... de malditos roedores.
Como ya han surgido los típicos corifeos que niegan la autenticidad de esta anécdota tan profundamente reveladora de la incultura (y ya van unas cuantas) de este personaje, me permito colocar el enlace a las páginas correspondientes del Diario de Sesiones para que puedan comprobar por sí mismos que lo anteriormente reproducido es una copia literal. Creo que sobran más comentarios salvo recordar que el pensamiento crítico no sólo es una magnífica herramienta para encarar las afirmaciones esotéricas sino que también es perfectamente válido para las cuestiones políticas.

Intermezzo jocoso: Magneto rex

Reconozco que entre mis múltiples defectos figura el de ser un devorador de comic en general, de la Marvel en particular y de la Patrulla X en concreto. Aclaro, para las jóvenes generaciones, que la Patrulla X es lo mismo que hoy se llama X-Men, de igual forma que Dan Defensor es Daredevil o que La Masa es Hulk. Los que no estén en los 40 (o más) nos permitirán que sigamos empleando esta terminología por nostalgia de aquellos años en lo que éramos tan idiotas (algunos nunca nos curaremos de esa enfermedad) que incluso las publicaciones de Vértice nos parecían una maravilla y eso que eran en riguroso blanco y negro, tenían un formato demencial, se supone que estaban traducidas a algo parecido al castellano y el orden de las historias era algo que brillaba por su ausencia. Todo lo demás (es decir, las portadas de López Espí) estaba bien.
Sin embargo, no se preocupen que esta historia no va a ir por los caminos de la añoranza de la niñez (¿existe algún periodo más jodido?) sino por sucesos contemporáneos de los que podremos extraer alguna moraleja que, les adelanto, será políticamente incorrecta.
Verán, resulta que los guionistas y dibujantes de la Marvel tienen que trabajar para ganarse la vida (gente de medio pelo y no como en España en que los creadores tienen la obligación de trabajar por la "filosa" para que alguien les piratee mientras protesta a voz en grito contra cualquier medida que quiera poner coto a esa evidente injusticia) así que se han puesto manos a la obra (a los lápices). Fruto de su imaginación es esta serie. Hasta aquí todo bien y sin problemas ¿no? No tanto. ¿Se han fijado en esta imagen? ¿No les recuerda a alguien? Por si están un poco despistados, permítanme que les refresce la memoria.
No tengo ganas de poner emoticones, pero imagínense uno de sonrisa sardónica. Je, je... Evidentemente, el dibujante tenía delante la imagen de D. Juan Carlos y la "fusiló" para el dibujo de Magneto como rey de los mutantes (si creen en una coincidencia, fíjense en que el dibujo del fondo es idéntico al de la fotografía). La cuestión, para el que no conozca los cómics de la Patrulla X o las películas inspirados en ellos, es que Magneto es el malo (normalmente, que esto del maniqueísmo en el Universo Marvel no suele estar claro). Vamos, que ya ha habido gente que se ha indignado con este préstamo a la ficción de la imagen real (nunca mejor dicho).
Permítanme una pregunta, ¿qué piensan Vds. de que el jefe de su estado (si son Vds. españoles) inspire la imagen del malo de turno? Puede ser que les parezca una cuestión intrascendente, que les parezca divertido o que les parezca un nuevo insulto de esos malditos yanquis que no paran de jodernos desde que en 1898 nos impidieron seguir explotando a los cubanos que tan felices estaban de ser una colonia española (espero que se entienda la ironía). Incluso puestos a tener memoria histórica, pueden culpar a los yanquis (no sé que pensaran los sureños de que con este apelativo nos refiramos los españoles a los habitantes de todos los EEUU) de su pasividad primero y su colaboración después con la dictadura franquista. Es más, pueden hacerlo mientras recuerdan las pancartas del no a la guerra de Irak enarboladas por los mismos que no perdonan a los estadounidenses que no expulsaran a Franco manu militari. Pura coherencia.
Debo decir que, personalmente, no me parece ningún insulto aunque entiendo que quizás a alguno de Vds. se lo parezca, pero aunque así fuera, ¿creen que lo de Magneto rex es comparable con los insultos que recibe en España el jefe de estado de los USA? Porque por si lo han olvidado el Sr. Bush es el homólogo estadounidense de D. Juan Carlos (bueno, con la nada pequeña diferencia de que el primero lo es por elección democrática). Cuando no se respeta a los demás no tenemos derecho a esperar el respeto ajeno y es que el doble rasero, la ley del embudo o como quieran llamarlo tiene el pequeño inconveniente de que no suele contar con el placet del prójimo (salvo que éste sea más primo que el tres) porque aspira ¡iluso de él! al trato igualitario.
Ya sabemos aquello de "Ver la paja en el ojo ajeno y no ver la viga en el propio", pero eso no quiere decir que no caigamos todos en ese error. Pueden reflexionar sobre ello la próxima vez que un informativo español se muestre indignado porque la CNN llama a ETA grupo separatista en vez de banda terrorista para, a continuación, informar de que los insurgentes iraquíes han estrellado un coche cargado de explosivos contra un grupo de civiles.
También pueden pensar sobre ello cuando en blogs dedicados, según sus autores, a la difusión del pensamiento crítico encuentren, por ejemplo, insultos dedicados a escritores esoteristas, a personajes religiosos... y todo ello sin justificación de por qué merecen esos calificativos. Recordar que el pensamiento crítico nada tiene que ver con el insulto no está nunca de más, menos aún cuando se ha abierto recientemente la temporada de caza de Benedicto. Debo confesar que, como ateo, lo único con un nombre similar que me preocupa es un célebre licor que está como Dios (con perdón de los creyentes), pero, la verdad, causa un tanto de vergüenza ajena el leer alguna de las cosas que se han escrito estos días, comenzando por lo de carca, retrógrado, Gran Inquisidor (todo ello, por supuesto, sin haber leído ninguna de las obras escritas por esta persona, sin conocer de él más que tres noticias de prensa...) y terminando por su relación con las Juventudes Hitlerianas cuando era adolescente (el día que empecemos a pensar cuántos políticos, periodistas, intelectuales... ahora vinculados a la izquierda española militaron, en tiempos, en la Falange o dedicaron elogios al Caudillo -como muestra, un botón- podremos valorar ese dato en su justa medida).
Ya les dije que este iba a ser un post políticamente incorrecto. Ahora ya pueden empezar con las acusaciones de facha, meapilas y demás que, la verdad sea dicha, me importan un huevo. Una vez que ya me he desahogado (¿acaso un blog sirve para otra cosa?) sobre los asuntos de actualidad podemos seguir con Rénnes-le-Château y sus misterios, tema que será bastante menos polémico y que, supongo, Vds. agradecerán más.

Un comentario de Ricardo Campo

Reproduzco a continuación un comentario que Ricardo Campo me ha enviado sobre esta historia y que no ha podido colgar por problema de longitud. Como creo que es interesante que los lectores puedan acceder a distintos puntos de vista sobre un problema, lo cuelgo aquí en su integridad. Dice así:
[Comienza el comentario]
Hola.
Desgraciadamente, estoy de acuerdo con José Luis (desgraciadamente por el contenido de sus afirmaciones, no por ser él :-) en casi todo lo comentado en esta entrada. No estoy en absoluto de acuerdo con su referencia a que los
cursos escépticos organizados en la universidad sean "para convencer a los que ya están convencidos, edita publicaciones para convencer a los que ya están convencidos y escribe blogs para convencer a los que ya están
convencidos". No, los cursos de la Universidad de La Laguna, que es la referencia nacional en este aspecto, al haber acabado recientemente la quinta edición consecutiva, no está montado para convencer a los ya convencidos: está montado para "convencer" o informar a los 450 alumnos aproximadamente que estos cinco años han obtenido los 6 CLE. Alumnos que son veinteañeros, gente joven que quizá no tiene por qué estar interesada en el escepticismo ante lo paranormal, ni siquiera en la divulgación científica (va a por los CLE, exclusivamente, en su mayoría) pero a los que se les deja un poso de información crítica, ahí, en la trastienda de su cabeza, "a su pesar". A eso debemos unir las menciones periodísticas locales (y alguna nacional) al curso. Es decir, el curso de la ULL va adquiriendo el carácter de un pequeño clásico, de una referencia, todo lo modesta que sea, pero referencia social. Por otro lado, al inicio del curso se entrega un cuestionario de creencias; al final se entrega otro, y aquéllas han variado algo hacia el escepticismo (dos psicólogos de la ULL lleva este tema). Hay un efecto en alguna medida cuantificable, al margen del social y mediático.
Seguro que el curso tinerfeño no es "un monumento al absurdo". Tiene fallos, como por ejemplo que este año (y el anterior) no hubiese una charla específica dedicada a la regresión hipnótica, cosa que está de moda al menos
en esta isla, dada la frecuente publicidad callejera con que me tropiezo.
Pero hubo otro par de aciertos significativos, al menos para mí: la conferencia de Sergio Baucells sobre los mitos históricos de Canarias (la presencia vikinga, los podomorfos, las "pirámides" de Güímar, etc.). Con
nombres y apellidos, y poniendo en evidencia las estúpidas fabricaciones de pseudo-divulgadores pro-magias prehispánicas... Y la Atlántida..., de nuevo de moda, a la que Luis Alfonso Gámez le dio un repaso, y a todos los que se empeñan en encontrarla en la taza del retrete de su casa. En general, casi todas las charlas sobre creencias y pseudociencias aportaron información válida y a apropiada para que el asistente se percatase de que las cosas no son como se cuentan en la plaza pública.
Lo que quiero decir es que el curso "Ciencia e irracionalidad en la cultura contemporánea" no es una mirada extasiada a nuestro ombligo. Y también creo que ese título debe hacernos pensar un poco en fortalecer los aspectos
sociológicos y etnológicos en el segundo módulo (el de las pseudociencias), y tener menos presente a san Popper, que ya sabemos que no cuenta una mierda para la dinámica de las creencias esotérico-paranormales (y el que no lo
quiera ver así se engaña).
Estoy de acuerdo en que se abusa de la cantinela del "método científico", y en que hay un cierto acartonamiento en el escepticismo español. Yo, por ejemplo, estoy "acartonado" y un tanto empecinado contra el maguferío, con
los que me meto todo y cuanto me apetece, porque para mí hay una componente ética en todo esto (supongo que para el resto de los escépticos también), y no soporto el cinismo ni la siembra a voleo de estupideces.
Espero que en los próximos años te veas obligado a cambiar tu opinión sobre el escepticismo español en general, por el bien del propio escepticismo. A grandes rasgos, creo que tienes razón en tus comentarios, excepto en el
importante detalle del curso comentado más arriba.
[Fin del comentario]

Diálogo de civilizaciones

¿De qué sirven hoy las palabras?

Farsa y licencia del novelista chapucero con la receta para escribir best-sellers en un día acompañada de espuma de crítica literia y social.

Debo reconocer que cada día me siento más feliz de ser español. No teman que me haya dado la vena patriotera porque ninguna de las figuras de la trinidad Dios, Patria y Rey, consigue ponerme lo más mínimo. Se trata de algo puramente lúdico. ¿Pueden imaginar un país más divertido que éste? Es como un circo de tres pistas en la que todos los artistas quisieran actuar simultáneamente en la central con lo que nos podemos encontrar a un domador metiendo la cabeza entre las fauces desencajadas de un feroz payaso mientras Sansón levanta el cañón del hombre-bala (lo que provoca que éste se pegue el "carajazo" padre) y los leones del Atlas dan buena cuenta de los tele-tubbies entre el regocijo de la chiquillería.
Caótica, surrealista y absurda. Así es España, lo que sucede es que algunos lugares son más españoles que otros. Por ejemplo, los páramos en los que moro de la morería, tienen muy poco carácter patrio. Podrían ser intercambiandos con los páramos ingleses y no habría demasiadas diferencias (y las que hubiera no se verían a causa de la niebla). Sevilla es algo distinto. No puede estar más que en Andalucía, España. En cualquier otro país estaría más desubicada que una drag-queen en un retiro espiritual de las Nobles Damas de Santa Reparata, virgen y mártir.
Ese barroquismo conceptual y formal, ese juego de luces y sombras, de riqueza y pobreza desmedidas no puede tener otro acomodo que nuestro país. Sin duda para incrementar ese caudal contrapuntístico, el Excelentísimo Ayuntamiento de Sevilla está pensando en invitar a mi admirado Dan Brown a visitar la ciudad.
¿Y eso a qué viene? -se preguntarán Vds- (¡se lo pregunten, coño!). Olvídense de toda lógica y toda realidad a partir de este punto, porque vamos a adentrarnos en la esencia de lo español, es decir, en los dominios del absurdo y lo surreal.
Verán, don Dan (din-dong, son las dos en el reloj de nuestro estudio) escribió (parió, defecó...) tres ¿novelas? antes de "El código da Vinci" ninguna de las cuales encontró, afortunadamente, editor en España porque con la producción de basura literaria propia tenemos más que suficiente para asegurar el autoabastecimiento. No obstante, bastó el éxito comercial de "El código..." para que se hayan recuperado esos textos inéditos en nuestro idioma. Ya contamos con ediciones de "Ángeles y demonios" y de "La conspiración" y se anuncia la próxima aparición de "Fortaleza digital", opera prima del juntaletras norteamericano que ha añadido un capítulo perfectamente prescindible a la historia de la literatura universal, el titulado "Engendros pseudoliterarios en el siglo XXI".
Pues bien, en esa primera entrega de cómo destrozar la literatura, reírse de los lectores y forrarse en el intento, don Dan hace que parte de la acción trascurra en Sevilla.
Ya entiendo -pensarán Vds-. Habrá ensalzado la ciudad y sus gentes y el Ayutamiento, con buen criterio, estará pensando recompensar así la publicidad gratuita, porque este tipo es un tuercebotas literario pero cuenta con millones de lectores así que...
Eso sería lo lógico, pero estamos hablando de España. Dan Brown pone como chupa dómine a Sevilla.
No entiendo nada. Pone a parir la ciudad y, sin embargo, el Concejo sevillano piensa invitarlo. Si llega a hablar bien de la ciudad, le regala la Giralda, por lo menos.
Lo curioso es que si ése hubiera sido el caso, seguramente no le hubieran dado ni las gracias. ¿Qué ése es un comportamiento, a fuer de injusto, absurdo? Bueno, tanto como pagar presuntamente elevadas facturas por trabajos nunca realizados mientras las deudas reales se liquidarán cuando proceda (un par de días antes de las kalendas griegas, más o menos).
Además de injusto y absurdo, ése sería un gesto inútil puesto que don Dan ya conoce Sevilla (o eso dice él) ya que estudió Arte en su universidad, algo que no está corroborado por dicha institución que asegura no poseer ningún expediente académico suyo.
Esto nos deja dos posibilidades igualmente sugerentes, que diga la verdad o que mienta.
Si Brown dijera la verdad y hubiera vivido una larga temporada en Sevilla, esto nos dejaría otras dos opciones. O bien su estancia en la capital hispalenses fue maravillosa pero él no ha tenido el menor empacho en convertirla en la ficción en algo así como la antesala del Infierno (y si eso merece recompensa, ya me dirán Vds. por qué), o bien ese periodo no fue un lecho de rosas y sí de Procrusto.
Tomemos esa suposición y empleémosla como base para escribir un best-seller a la manera browniana, es decir, absurdo de principio a fin, trufado de tópicos ridículos y situaciones rocambolescas resueltas con torpeza infinita.
Imaginemos un atractivo estudiante universitario estadounidense de inteligencia privilegiada (como Forrest Gump, más o menos). Nuestro héroe llega a Sevilla y comienza, ¿como no?, por subir a la Giralda, ese minarete árabe que los conquistadores castellanos convirtieron en inmenso falo como paliativo de su complejo de micropene. Sus tribulaciones comienzan cuando está a punto de despeñarse del monumento. No, no piensen que estaba ascendiendo en arriesgada escalada libre por el exterior del monumento, sino subiendo por las escaleras interiores lo que tiene mucho más mérito especialmente porque la Giralda no tiene escaleras sino rampas.
Ante las airadas protestas del estudiante estadounidense por la peligrosidad de las inexistentes escaleras (ya dijimos que es poseedor de una inteligencia privilegiada) y su negativa a practicar ese deporte de alto riego conocido como el Giralding, interviene la corrupta e incompetente policía española, que se lo lleva detenido en lo que constituye la segunda entrega de las tribulaciones de un estadounidense en Sevilla. Nuestro protagonista exige a gritos que lo entreguen a las autoridades de los USA para su confinamiento en Guantánamo, pero no tiene ese suerte porque es conducido a la tenebrosa mazmorra del cuartelillo donde está a punto de ser fileteado por una cuchilla gigantesca amén de casi caerse a un pozo sin señalizar, escena nunca vista en los anales (les prometo que no empleo esta palabra con segundas intenciones) de la literatura norteamericana sobre España. Todo ello sin mencionar la inhumana tortura a la que es sometido, escuchar la discografía completa del cantaor Quisquilla de la Isla. La experiencia es tan traumática, que nuestro héroe debe ser conducido al Hospital General (bueno, es tan malo que debiera ser degradado a Hospital Sargento Chusquero) de Sevilla ante el temor de que fallezca y Jorge Arbusto envíe unos cuantos B-52 a arrasar la ciudad como represalia.
Así, nuestro protagonista se recupera del coma musical sólo para encontrarse amarrado a una mesa de operaciones mientras le preparan para una amputación de la pierna derecha a la altura del húmero (no creerán Vds. que los médicos sevillanos saben algo de anatomía ¿verdad?). Nuestro héroe no puede por menos de asustarse ante el hecho de que el serrucho esté oxidado y que la única anestesia que le apliquen consista en un sorbo de agua de Carabaña (el Jack Daniels empleado habitualmente para ese menester, acaba de terminárselo el barbero que va a proceder a la amputación), pero como tiene un inmenso valor (si es que Dios hizo en él maravillas) se niega a dar señales de temor. Cuando el barbero de pulso tembloroso (además de por la ingesta de bourbon es que tiene Parkinson. Vamos, que como para ir a robar panderetas, el tío) está a punto de comenzar a cortar por lo sano (es decir, unos centímetros por debajo del ombligo) es requerido para una operación urgente a vida o muerte, tiene que extirpar un lobanillo en la oreja izquierda al burro del alcalde (entiéndase, al asno propiedad del regidor municipal). Nuestro protagonista queda abandonado en el lóbrego quirófano a merced de los picotazos de una banda de gallinas asilvestradas que sentaron allí sus reales en tiempos de san Fernando. El peligro de que estropeen su cutis suave como culo de bebé es terrible, pero logra desasirse de sus ataduras pues no en vano es consumado maestro de yoga, kama-sutra y papiroflexia.
Una vez libre, se coloca un vestido que por allí encuentra abandonado y que resulta ser un traje de lagarterana con todos sus accesorios y complementos. Así, de lo más mono, sale al pasillo donde se encuentra con otro mono, esta vez de los de verdad. Se trata de un gorila albino, producto de las relaciones sexuales contra-natura de un asesino albino y del simio de la calle Morge cuando ambos cumplían condena en el terrible penal de Andorra. El gorila comienza a perseguir a nuestro héroe sabe Dios con qué perversas intenciones (lo demás lo sospechamos). Se masca la tragedia como si de un chicle se tratase. La tensión es muy elevada (hipertensión, se llama eso) cuando el Hospital tiembla hasta sus cimientos. No, no se trata de un terremoto. Es el lamento de doscientas plañideras conmovidas por el fallecimiento del jumento del alcalde (entiéndase, del rucio propiedad del regidor municipal) que acaba de estirar las cuatro patas gracias a los ciudados recibidos, a saber, una sangría, dos limonadas y tres aplicaciones de sanguijuelas. Por desgracia, el barbero, pelín ofuscado por los vapores etílicos, confundió una víbora de Vilafranca de las empleadas para elaborar la Triaca Magna con una sanguijuela, error que hizo inevitable el fatal desenlace.
Aprovechando la confusión creada por el patético canto a capella de doscientas horripilantes voces de "Ya se murió el burro/ que traía la vinagre/ ya se lo llevó Dios/ de esta vida miserable./ ¡Qué turururú!/ ¡Qué turururú!" nuestro protagonista consigue dar esquinazo al gorila albino metiéndose bajo las sayas de la imagen de Nuestra Señora de Regla y Cartabón que en esos momentos procesiona por el pasillo del hospital.
Sin embargo, un nuevo peligro acecha a nuestro intrépido héroe. Si hubiera visto Misión Imposible II lo sabría, pero él no tiene tiempo para el cine de consumo. Sólo ve películas made in Mongolia, Beluchistán... así que ignora que al terminar las procesiones españolas de Semana Santa se queman los pasos mientras la fallera mayor llora desconsolada. Héte aquí a nuestro protagonista rodeado de fuego como una hamburguesa en el Burriquín ése. ¿Qué puede hacer? En ese momento desesperado encuentra en el bolso del vestido de lagarterana un traje ignífugo con equipo de respiración autónoma incluido. Así ataviado consigue atravesar la ígnea barrera pero ignora que ha salido de las llamas para caer en las brasas.
La multitud que está contemplando el prendimiento de la procesión (francamente, siempre creí que la Procesión del Prendimiento era otra cosa) comienza a gritar "¡Un extraterrestre!" "¡Llamad a Benítez!" lo que provoca la inmediata intervención de cuatrocientos hombres de negro camuflados bajo los hábitos de la Hermandad del Santísmo Cristo de Roswell. Cuando están a punto de hacerle la autopsia en vivo con un cucharón de palo interviene un sacerdote, un misionero dominico enviado a Sevilla para convertir infieles, que deshace el entuerto declarando que ése no es extraterrestre sino hereje luterano, calvinista o anabaptista, aborto de Satanás, discípulo de Lucifer, hez del Infierno y socio del Sevilla F. C. La plebe decide organizar un Auto de Fe justo al lado de los Autos de Choque aprovechando el rescoldo producido por la quema de las esculturas procesionales (ya dijimos que había salido de las llamas para caer en las brasas). Cuando el protagonista siente que las llamas lamen sus pies y las vicuñas sus [censurado], tiene una idea genial. Realiza con el sanbenito una especie de bolsa que al llenarse de aire caliente le hace ascender por las alturas. La gente grita "¡Milagro, milagro!" mientras el sacerdote dominico intenta infructuosamente poner una conferencia telefónica al Vaticano para pedir instrucciones a su padre, el Papa, (no sean mal pensados que no fue fruto de una coyunda sino de inseminación artificial) por lo que debe recurrir al tam-tam.
Nuestro héroe, después de ceder el paso a un tal Cyrano de Bergerac que también practica la aeronaútica sin avión, se encuentra con la desagrable sorpresa de que la bolsa se enfría lo que provoca su caída en picado. Mientras tres banqueros se suicidan arrojándose de la Giralda, nuestro protagonista logra dirigirse al Guadalquivir en el que se sumerge junto al puente de la Barqueta después de realizar un óctuple salto mortal carpado con cuádruple tirabuzón y rematado con espectacular corte de mangas que le merece diez puntos por parte del jurado y trescientos dieciocho por parte de los servicios médicos de urgencias de la base aeronaval de Rota a donde es conducido después de ser rescatado por el Séptimo de Caballería al mando de Rin-tin-tín. Termina así el argumento de nuestra veraz y plausible historia.
Sin embargo, la posibilidad de que Dan Brown mienta también da pie a interesantes reflexiones. La primera es, por supuesto, qué credibilidad merece alguien que miente en algo de importancia menor. Francamente, a nadie le importa un huevo si Dan Brown parió la idea de "El código..." cuando estudiaba arte en Sevilla o cuando desarrollaba su entrevista matutina con el Sr. Roca (habida cuenta del resultado final, esto es más probable). De nuevo deberíamos preguntarnos ¿qué pretende en ese caso el Ayuntamiento de Sevilla planteándose el invitarlo? ¿Que Dan Brown conozca de verdad la ciudad sevillana? ¿Y después qué? Porque si ha mentido en una ocasión ¿qué le impide volver a hacerlo? No quiero ni imaginarme qué libro podría escribir a continuación. Por ejemplo, un señorito andaluz cabalga por la ciudad llevando a la grupa a una gitana cartomante que no hace más que decir "¡Ozú, mi arma!" mientras intenta ocultar su verdadero amor, el "toreador" Iguanijo... todo ello trufado de referencias a las yeguas fecundadas por el viento de la mitología prerromana, a las cartas del Tarot, a los juegos taurinos cretenses en honor de la diosa Madre... para acabar en que Robert Langdon acompañado por un florero humano del sexo femenino encuentra la mesa de Salomón ahumado, el huevo de Colón, la descendencia de Jesús y María Magdalena y los enanitos de Blancanieves en la basílica de El Palmar después de haber descifrado el código oculto en las pinturas de Velázquez y salvando la oposición de dos curas del Opus, tres jesuitas, cuatro dominicos y cinco carmelitas descalzos. Por no hablar de las intevenciones estelares de los piratas de la Isla de la Cartuja, los Siete Niños de Écija y los pistoleros de Kansas City Avenue. Ya puestos, hasta le regalo el título: "El código Velázquez". Éxito garantizado.
Como ya está bien de sarcasmos, hablemos en serio (si es que eso es posible tratando de tan curioso autor y de sus obras). En este santo país a nadie se le movió ni medio pelo (bueno, salvo a los católicos y un par de ellos más entre los que me cuento) por la sarta de disparates que contiene su opera magna (en ventas, porque lo que es en otra cosa...), "El código da Vinci".
¿Que dice que la torre Eiffel es un símbolo fálico gigantesco erigido para superar el supuesto complejo francés por ser gobernado por enanos como Napoleón y Pipino el Breve (olvidémonos de que Carlomagno era una gigante no sea que se vaya la tesis a tomar por donde amarga el pepino)? No importa, es ficción.
¿Que dice que Andorra es una colonia penal francesa? No importa, es ficción.
¿Que no se sabé qué coño se cree que es Oviedo para que el Opus envíe allí misioneros? No importa, es ficción.
¿Que dice que Sevilla es una ciudad tercermundista? Esto es una ofensa intolerable. ¿Qué se ha creído el hijo de yanki éste? Esto es una afrenta a la nación española, un ultraje, un síntoma de lo patanes que son los norteamericanos, de su ignorancia de la realidad europea...
Ahora es "el llanto y el crujir de dientes" cuando algunos ya dijimos que la idea que tiene Dan Brown de documentarse para escribir una novela se reduce a asegurarse de llevar encima el permiso de conducción cuando se sienta frente al procesador de textos.
Los disparates sevillanos de "Fortaleza digital" no son peores que los que comete contra París en "El código..." y ambos por el mismo motivo, porque con independencia de si pisado alguna vez esas ciudades (que él sabrá si ha sido así o si ni eso) no tiene ni puñetera idea de cómo son realmente.
Cuando ese texto se haya traducido a nuestro idioma la gente podrá comprobar la sucesión de "burradas" que contiene y, tal vez, entonces comprenderán lo que hay de cierto en sus historias sobre da Vinci, María Magdalena, el Grial, el Priorato de Sión... y que es lo mismo que lo que dice de las escaleras de la Giralda, un disparate tras otro.
Y por cierto, ¡qué ciudadanía tan culta hay en España! "Semos" de lo más "cosmopolitan" del mundo mundial. Hasta ahora muchos no se habían dado ni cuenta de los disparates cometidos al describir París en "El Código..." señal inequívoca de la superioridad de la educación patria sobre los norteamericanos que son unos zoquetes y no como nosotros. Somos maravillosos. Somos fantásticos.