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Escritos desde el páramo

Sábana Santa

Inauguramos una nueva sección (I)

No sé si se habrán dado cuenta de que desde hace unos días figura un tercer tema en este boboblog, el titulado Scripta volant. Como ignoro si saben algo de latín o si no tienen ni la menor idea de esa lengua (no se preocupen si es así porque es un idioma bastante inútil por obvias razones) les aclaro que hay un aforismo que reza Verba volant, scripta manent lo que significa Las palabras vuelan, los escritos permanecen. Me he permitido el dar la vuelta a la frase de marras porque en estos días que nos ha tocado vivir hay libros tan malos que, en mi opinión, no tienen posibilidades de perdurar por muy escritos que estén. En efecto, puedo equivocarme y, tal vez, dentro de cien años sean textos de referencia pero la posibilidad de que sea así me trae sin cuidado. Como dice el refrán: En cien años todos calvos (y en mi caso no tengo que esperar nada para ello).
Dejo a los bibliotecarios la catalogación de los libros según unos criterios que se me antojan esotéricos. Por contra los míos son muy sencillos, hay textos que me enseñan algo (otros no) y textos que me entretienen (otros no). Eso genera cuatro categorías, textos con valores didácticos que, además, hacen pasar un buen rato, textos con valores didácticos pero más aburridos que el diálogo de una película porno, textos con los mismos valores didácticos que la ESO pero que resultan un magnífico pasatiempo y textos inútiles desde cualquier punto de vista. Obviamente en esta sección sólo voy a ocuparme de estos últimos más que nada por una mera cuestión de solidaridad con los pobres arbolitos talados para convertirlos en el papel con el que se imprimen tales obras. Por descontado esos criterios son absolutamente subjetivos y, por tanto, siéntanse en total libertad para discrepar de mis críticas. No tengan el menor reparo en considerar como una obra maestra los libros que por aquí irán apareciendo (no van a ser mejores ni peores personas por ello). A fin de cuentas, más de cuarenta millones de lectores han comprado el Código de las narices y salvo que hayan caído por esta bitácora por una broma de Google ya saben lo que opino de ese montón de gilipolleces que algunos consideran una novela entretenida (bueno, ahora también las víctimas de la búsqueda del oráculo saben la opinión que me merecen las obras de Danielito Marrón).
Concluido el necesario prefacio (que pueden generalizar a todos los libros que irán desfilando por esta sección) vamos con el título que tiene el inmenso honor (o algo así) de inaugurarla. Redoble de tambores, fanfarrias por doquier... and the winner is...:
La sábana santa ¡vaya timo! por Félix Ares de Blas. Editorial Laetoli S. L., Colección ¡Vaya timo! (no, no voy a hacer ningún chiste sobre ello. Sería demasiado fácil), Volumen nº 3. Villatuerta (tampoco haré de esto motivo de coña por la misma razón antes apuntada), Navarra, 2006. 136 Páginas que parecen muchas, pero muchas más por lo aburridas que se hacen.
Reconozco que sin ser un fanático del libro como objeto sí me gusta que cumpla con unos requisitos mínimos en cuanto a presentación. En este caso (por desgracia) el horroroso color indefinible (¿amarillo? ¿naranja? ¿marrón?) de las pastas flexibles, la ilustración de la portada (¿el Santo Cristo del Estreñimiento?) con mal chiste incorporado, el tamaño de la fuente empleada (no sé si los editores creen que todos los lectores potenciales están afiliados a la ONCE o si, más bien, querían "inflar" el libro) no logró disuadirme de comenzar a leerlo.
Nada más empezar, la primera en la frente:
"Cadouin es una villa de Périgord, uno de los lugares de Francia donde mejor se come, y además con una excelente relación entre calidad y precio." (Pág. 9)
Pues me alegro mucho. Para completar la información turística ¿qué tal la cuestión de los alojamientos? ¿Las carreteras son buenas o son caminos de cabras? ¿Hay lumis y si es así a cuánto se cotizan? Ya puestos a pregonar los encantos de una localidad que sea con una información completa. Si detectan cierto sarcasmo van muy bien encaminados. La razón para ello no es que me parezca mal el añadir cuestiones completamente ajenas al propósito de un libro (si alguien consigue comprender qué tegumentos procreativos tiene que ver la relación entre calidad y precio de los restaurantes de Cadouin con la autenticidad o no de la Sindone de Turín que me lo aclare porque yo no lo veo), lo que me parece mal es criticar lo mismo que uno hace:
"Un ejemplo, nos dice: "El 25 de marzo de 1988 la carta para el Papa con tres sobres fue enviada desde la oficina de correos de Rochester en Jefferson Road. Los sellos eran muy coloristas e incluían cuatro sellos de gatos, don con T. S. Elliot, dos de William Faulkner y un sello conmemorativo de la fabricación de lazos en Estados Unidos..." Continúa diciendo que un funcionario de correos le ayudó a elegir los sellos y tuvo que matasellarlos a mano.
Como usteden ven, muy poco interesante para saber el proceso de datación. A no ser que yo me confunda y saber que la carta dirigida al Papa tenía cuatro sellos de gatos sea muy importante."
Ese párrafo corresponde a la crítica del libro "Relic, icon or hoax? Carbon dating the Shroud of Turin" del que es autor Harry E. Gove y fue publicada en El Escéptico nº 20 (septiembre-diciembre 1995) en su página 72. No creo que necesitan que les diga quién es el autor de la crítica ¿verdad?
Pues bien, después de descubrir que los gatitos de los sellos americanos no tienen importancia en la cuestión de la datación de la Sábana Santa de Turín pero que la calidad de la restauración en Cadouin debe ser fundamental para la cuestión de si es auténtica o una falsificación, nos encontramos con nuevas perlas:
"Chevalier consideraba falsa la sábana de Turín -obra, según él, pintada por un artista del siglo XIV- y decía que, de los 40 lienzos que había estudiado, entre los muchos que pretendían ser la auténtica mortaja de Cristo, sólo había dos medianamente creíbles: uno de ellos era el sudario de Besançon y el otro el de Cadouin." (Págs. 13-14)
Al llegar a este punto casi pierdo la ternilla. Veamos, el sudario de Besançon fue destruido en 1794 al considerarse un fraude puesto que se descubrió el molde con el que se renovaba la imagen, algo que no deja de señalar el Sr. Ares en la página 18. Así pues, salvo que creamos en milagros nadie pudo estudiar ese lienzo después de esa fecha ¿no? Pues bien, Ulysse Chevalier nació el 24 de febrero de 1841, casi 47 años después de la destrucción du Saint-Suaire de Besançon así que mal pudo estudiar ese lienzo. Vale, supongamos que lo que quiso decir el canónigo Chevalier o el Sr. Ares (ignoro quién de los dos "mete la pata") es que de la investigación de la documentación relativa etc. etc. pero incluso en ese caso la frase no deja de ser una majadería. Si la documentación histórica en torno a la Sindone es deplorable (ya veremos algo más sobre esto) es, no obstante, una "joya" en comparación con la del Sudario de Besançon. No es sólo que se conserve la noticia acerca del molde con el que se renovaba la imagen, es que además su aparición en la Historia es aún más tardía (en 1523, según recoge el autor en la Pág. 17). Si resulta difícilmente explicable el cómo la reliquia más extraordinaria (si fuera auténtica, claro) de la Cristiandad aparece de forma misteriosa en Lirey a mediados o finales del S XIV, lo es más aún cuanto más avance el tiempo. Por otra parte, las reproducciones que se conservan del Santo Sudario de Besançon muestran algo con muy poco valor artístico y no es por la impericia del autor porque la que se considera su mejor representación, una acuarela realizada por Pierre d´Argent, muestra una figura artística y anatómicamente deplorable. Vamos, que se piense lo que se piense del Sudario turinés, pretender que las credenciales del de Besançon son mejores que las de aquél es para "miccionar y no echar gota" tanto si la frase es realmente de Chevalier como si no.
Ya que estamos con le Saint-Suaire de Besançon y dado el poco interés que parece sentir el Sr. Ares por él habida cuenta del poco espacio que le dedica, me permitirán que enlace este artículo (en francés) que da más detalles sobre este objeto.
Y para concluir esta crítica a los primeros capítulos del libro, una cuestión léxica sin mayor importancia. El autor escribe:
"Y el 8 de septiembre de 1797 volvió a ser ostendido." (Pág. 12)
Obviamente, la RAE no incluye en su Diccionario ningún verbo ostender u ostendir cuyo participio sería "ostendido". El verbo que sí existe es ostentar, cuya primera acepción es "Mostrar o hacer patente algo" y cuyo participio es ostentado y no ese inexistente "ostendido".
Después de aclarar esta cuestión léxica, seguimos. Después de los dos primeros capítulos dedicados a los Sudarios de Cadouin y Besançon (y la explicación del porqué se limita a estos dos ejemplos debe estar en la opinión del canónigo Chevalier antes mencionada, pero hay otros Sudarios con mejores antecedentes históricos como el de Oviedo y que, por tanto, merecían más que se hablara de ellos) comienza por fin a tratar del que constituye el tema de este libro, la Sindone de Turín. Los demás Sudarios no merecen más que una mención que no aclara nada sobre su autenticidad o no:
"se han catalogado más de 40 entre ellos los de Colonia (Alemania), Compiègne, Cahors y Carcasona (Francia), Lier (Bélgica), Madrid, Oviedo y Sangüesa (España) y Milán (Italia). Trozos de sudarios habría en Clermont, Corbeil, Claraval, Narbona, Vézelay, Reims, Soissons y Troyes en Francia, Halberstadt en Alemania y Toledo. Todos ellos eran considerados auténticos por las personas que vivían en sus alrededores." (Pág. 19)
Así, todos juntitos y revueltos, desde los que son meras copias de la Sábana Santa de Turín (entre ellos, el de Torre de la Alameda -Madrid- y el de Lier -Bélgica-) con los que ya estaban documentados antes de la aparición de la Sábana Santa en Lirey (caso del de Oviedo, sin ir más lejos). Pese a que el estudio de la "reliquia" asturiana, frecuentemente relacionada con la de Turín por los sindonólogos hispanos (y también por algunos foráneos como Baima Bollone), era mucho más interesante que las historias de los Sudarios de Cadouin y Besançon no hay nada que se le parezca, ninguna mención, por ejemplo, a que el Sudario de Oviedo fue datado por C-14 por los laboratorios de la Universidad de Arizona en Tucson y por el IsoTrace Radiocarbon Laboratory de Toronto con el resultado con un 95% de intervalo de confianza de que el lino con el que está tejido data del 642-869 d. C. (Tucson) y 653-786 d. C. (Toronto).
"Es probable que usteden hayan visto alguna foto de este sudario y observado una imagen negra, compacta y bien formada. Hay dos motivos para ello. El primero es que están viendo un negativo; el segundo, que esa foto se ha realizado con una luz ultravioleta que resalta los blancos: hace que el lino brille y la imagen anaranjada se vea muy contrastada." (Pág. 19)
Ya, ya, pero hay otro motivo más importante. Por ejemplo, esta imagen ¿es un negativo? Yo juraría que el negativo es esta otra imagen. La razón para que en muchas de las reproducciones fotográficas de la Sábana Santa la imagen aparezca en negro es que están realizadas con película en blanco y negro, ni más ni menos. Por supuesto, cuando la reproducción es en color cambia mucho. Ya que estamos con esta cuestión, una de las cosas que echo en falta en este libro es, precisamente, la ausencia de reproducciones de cualquier tipo así que como el lector no conozca bien la imagen puede sentirse perdido en muchos momentos.
Proseguimos:
"El biólogo Stephen Jay Gould afirmaba que "la ignorancia del contexto es la señal más clara del farsante"." (Pág. 20)
Sin ánimo de polémicas, la ignorancia del contexto es la señal más clara de la ignorancia del contexto, ni más ni menos. La búsqueda de intenciones perversas en lo que sea mera ignorancia me parece fuera de lugar, lo diga Gould o Napoleón Bonaparte. En fin, para no contrariar al biólogo americano desgraciadamente ya fallecido, el Sr. Ares realiza un estudio del contexto geográfico, histórico y social de la Sábana Santa. Comienza con su primera mención histórica, la conocida como "Memoire d´Arcis". En ella, según el Sr. Ares se dice lo siguiente:
"descubrió el fraude y cómo dicho lienzo había sido astutamente pintado, ya que esa verdad testimonió el artista que lo había pintado," (Pág. 21)
Eso me hace dudar de cuál es la fuente que emplea el Sr. Ares y que, evidentemente, no es la traducción directa de la "Memoire d´Arcis" desde su idioma original, el latín. Lo que realmente se dice en ese memorial es:
"reperit fraudem et quomodo pannus ille artificialiter depictus fuerat, et probatum fuit etiam per artificem qui illum depinxerat," lo que se traduce (después de todo, el saber latín no es tan inútil):
"descubrió el fraude y de qué manera aquel paño había sido pintando según las reglas del arte, y fue probado además por el artista que lo había pintado,"
Después de hablar de este memorial hubiera sido un magnífico momento para hablar de la familia de Charny y su relación tanto con el obispo de Troyes Henri de Potiers como con el papa Clemente VII, es decir, con el obispo que según esta memoria descubrió el fraude y prohibió la ostensión del Sudario, y con el Papa que el 6 de enero de 1390 emitió una bula ordenando que se informara a los fieles que aquél no era el auténtico Sudario de Cristo sino una pintura. Sin embargo, el Sr. Ares o desconoce esas relaciones familiares o considera que no tienen importancia para el lector. Como opino lo contrario, me permitirán unas palabras sobre ellas. Henri de Potiers tenía un hermano, Charles de Poitiers, que, a su vez, tenía una hija llamada Marguerite de Poitiers (sobrina, por tanto del obispo) que se casó (después de la prohibición de la ostensión que, según Pierre d´Arcis, llevó a cabo su tío) con Geoffroy II de Charny. Éste era hijo de Geoffroy I de Charny y de Jeanne de Vergy que, cuando enviudó, se casó en segundas nupcias con Aymon de Genève (y, por tanto, se convirtió en padrastro de Geoffroy II de Charny) que, por casualidades de la vida, resulta ser tío de Robert de Genève más conocido como Clemente VII. Como ven, todo queda en familia.
"Debemos recordar que en Troyes se celebró, en 1128, un concilio al que asistieron obispos y abades franceses, un legado pontificio y el propio san Bernardo." (Pág. 21)
Debo reconocer que se me escapa qué importancia tiene para la autenticidad o no de la Sábana Santa que en Troyes se celebrara ese concilio, pero puestos a recordar vamos a ver si lo hacemos bien. Ya dijimos, al hablar de los inicios de la Orden del Temple que la festividad de San Hilario del año de la encarnación de Jesús 1128 es, en realidad, el 13 de enero de 1129 y que fue en esta fecha cuando se celebró el concilio de Troyes.
Continuará

Inauguramos una nueva sección (II)

 

 

 

 

Viene de aquí

No, no hemos acabado aún con los templarios:
"En 1310, 53 dirigentes templarios fueron quemados en la hoguera, y en 1314 lo fueron sus dos cargos más importantes: el gran maestre del Temple y el comendador de Normandía. Con estos dos actos podemos dar por concluida la historia de la orden del Temple y -lo que es más importante- también el interés por las cruzadas en la sociedad medieval." (Pág. 22)
Debo confesar que no lo entiendo. No me refiero a que no comprenda lo que está escrito que es perfectamente inteligible. Lo que me extraña (cada vez menos a fuer de ser sincero) es esta obsesión por hablar de una historia que evidentemente desconoce. Vamos a ver, el 12 de mayo de 1310 fueron quemados 54 templarios cerca del convento de Saint-Antoine en las afueras de París. Poco después fueron ejecutados en la pira otros cuatro templarios y unos días después subieron al cadalso nueve más. Sin incluir noticias dudosas que hablan de siete ejecuciones más en París, aun así estamos hablando de un mínimo de 67 templarios quemados. Por otra parte, no se trataba de dirigentes templarios y sí de hermanos.
El 18 de marzo de 1314 en la Isla de los Judíos en París fueron quemados Jacques de Molay, gran maestre del Temple, y Geoffroi de Charney, preceptor de Normandía. ¿Eran los dos cargos más importantes en la orden del Temple? Sí en el caso de Molay puesto que el gran maestre (en realidad, deberíamos hablar de maestre a secas porque es como lo designaban los propios templarios) era el máximo dignatario de la orden, pero por debajo suyo había otros cargos importantes como el senescal (que actuaba como maestre de la orden en ausencia de éste) y el mariscal (responsable de las tropas de la orden). Prescindiendo de otros cargos, la organización templaria se completaba con los dignatarios provinciales. Cada una de las "provincias" (el término puede resultar equívoco porque no tienen nada que ver con nuestra idea de una provincia. Por ejemplo, existieron las provincias de Francia, Inglaterra, Aragón, Portugal, Apulia, Hungría...) estaba regida por un comendador que, a veces, recibe también la denominación de maestre. La provincia podía estar dividida en preceptorías a cargo de un preceptor (a veces también llamado comendador). La provincia de Francia estaba dividida en cinco preceptorías, una de las cuales era Normandía. Como pueden ver, el preceptor de Normandía ni era la segunda dignidad (ese honor le correspondía al senescal) de la orden templaria ni cosa que se le parezca.
¿Esas ejecuciones supusieron el fin de la orden? No. La orden fue suprimida por la bula Vox in excelso (22 de marzo de 1312). Sus propiedades fueron adjudicadas (sobre el papel, la realidad fue muy distinta) a la orden de San Juan del Hospital de Jerusalén (los Hospitalarios) por la bula Ad providam (2 de mayo de 1312). El destino de los miembros de la orden del Temple quedó determinada por la bula Considerantes dudum (6 de mayo de 1312). Después de esas fechas, el Temple deja de existir.
¿Y el ideal de cruzada? Como tal ideal ya estaba muy dañado por los reiterados fracasos militares. La VIII (y última) cruzada tuvo lugar en 1270 y no logró el menor resultado práctico porque Luis IX de Francia (san Luis) que la comandaba murió al poco de desembarcar en Túnez. Ni siquiera cuando los musulmanes iniciaron la ofensiva que concluyó con la caída de San Juan de Acre, la última posesión de los cruzados en Tierra Santa, el 18 de mayo de 1291 (su fortaleza, defendida por los templarios resistió 10 días más) se produjo en los reinos europeos la reacción habitual. Si observamos la cronología de las cruzadas, después de la I que conquista Jerusalén (1096-1099), las dos siguientes cruzadas intentan responder a los avances musulmanes. En 1144 Zangi ocupa el condado de Edesa y en 1146 comienza la predicación de la II cruzada que se desarrolló de 1147 a 1149. En 1187 Saladino toma Jerusalén y ese mismo año comienza la predicación de la III cruzada (tuvo lugar entre 1189 y 1192). A partir de ese momento, las cruzadas se suceden cada poco tiempo. La IV entre 1202 y 1204, la V entre 1217 y 1221, la VI entre 1228 y 1229, la VII entre 1248 y 1254, la VIII en 1270. Es decir, entre 1202 y 1270, en 68 años, hubo 5 cruzadas. Después de 1270 no hay ninguna pese a la caída de las últimas posesiones cristianas en Tierra Santa. Atribuir esa inacción a la desaparición del Temple en 1312 (o si lo prefieren en 1307 puesto que fue el viernes 13 de octubre cuando los oficiales de Felipe IV de Francia arrestaron a los templarios que vivían en el reino de Francia) no tiene ningún sentido.
Por otra parte, si bien el Temple había desaparecido, existía aún una gran orden militar que soñaba con volver a Tierra Santa, los Hospitalarios o Sanjuanistas. Pese a sus intentos, los reinos cristianos nunca volvieron a unirse para una empresa militar en Palestina. La experiencia les había demostrado su inutilidad incluso antes de la desaparición de la orden del Temple.
Relean ahora el texto citado y cuenten los errores cometidos por el autor. Los templarios quemados en 1310 ni fueron 53 ni eran dirigentes, los ejecutados en 1314 no eran sus dos cargos más importantes, eso no supuso el final de la orden ni esto supuso el fin del ideal de cruzada. Cinco errores históricos (no incluimos en los fallos la denominación de los cargos templarios porque en su propia época ya había una considerable confusión sobre este tema) en un único párrafo sólo puede deberse a una labor de documentación descuidada en grado sumo. Pero, además, ¿qué tiene que ver todo esto con la autenticidad o falsedad de la Sábana Santa? Misterio, pero el autor continúa con la supresión de la orden del Temple:
La religión mayoritaria en Francia era el catolicismo, en el que una poderosa Inquisición llevaba a la hoguera a quienes consideraba herejes, como por ejemplo los templarios mencionados en el apartado anterior." (Págs. 23-24)
Memorable. Esa afirmación tiene un pequeño problema, que no es cierta. Ya dijimos en otro artículo que las razones reales para que Felipe IV (que no la Iglesia) iniciara la actuación contra el Temple fueron económicas. No obstante, al tratarse de una orden religiosa tuvo que contar con la colaboración del papado. A comienzos del S XIV se produjo un gravísimo enfrentamiento entre la monarquía francesa y el papado. Guillaume de Nogaret en junio de 1301 acusó al papa Bonifacio VIII de asesinato, idolatría, sodomía, simonía y herejía. Éste, por su parte, redactó (en el verano de 1303) la bula Super petri solio excomulgando a Felipe IV pero nunca pudo publicarla puesto que en agosto de 1303 Guillaume de Nogaret, con el apoyo de la familia Colonna, protagonizó el incidente de Anagni. Aunque no pudo cumplir su propósito de conducir arrestado al Papa a Francia y tuvo que ponerlo en libertad, Bonifacio VIII falleció al mes siguiente. El siguiente Papa, Benedicto XI, durante su breve pontificado anuló las decisiones de su predecesor Bonifacio VIII excepto la excomunión de Guillaume de Nogaret. Así, Clemente V al acceder al papado en 1304 se encontró con que la corona de Francia exigía el juicio póstumo de Bonifacio VIII algo que supondría un claro perjuicio para la imagen del propio papado. No obstante, Clemente V no se podía permitir un enfrentamiento directo con la monarquía gala así que comenzó a hacer cesiones, por ejemplo, en la reunión de Poitiers (mayo de 1306) ofreció a Felipe V a cambio de que se olvidara de sus pretensiones de juzgar al difunto Bonifacio VIII, el levantar la excomunión de Nogaret (que desde 1302 era el principal ministro de Felipe IV y que a partir de 1307 sería el Guardián del Sello) pero el rey se negó. En la primavera de 1307 el rey francés comenzó a discutir con el Papa sobre unas acusaciones formuladas contra los templarios. Aunque Clemente V no concedió ninguna autorización para actuar contra ellos (aunque sí decidió abrir una investigación sobre la orden), el 14 de septiembre de 1307 Felipe IV envía órdenes secretas a sus bailes y senescales en toda Francia ordenando la detención simultánea de todos los templarios, órdenes que se tradujeron en la operación del 13 de octubre de 1307. Ya dijimos que para actuar contra una orden religiosa, Felipe IV debía contar con el visto bueno de la Iglesia así que cubrió el trámite declarando que procedía a petición de la Inquisición. El inquisidor pontificio para Francia era Guillaume de París que, casualidades de la vida, era también el confesor de Felipe IV.
Permítanme una expresión muy poco elegante, Clemente V "agarró un cabreo de la leche en verso" cuando se enteró de lo que habían tramado a sus espaldas Felipe IV y Guillaume de París (carta del 27 de octubre de 1307). De principio a fin, la actuación contra la orden del Temple estuvo dirigida por Felipe IV y por Guillaume de Nogaret. Por ejemplo, en la órdenes del 14 de septiembre de 1307 Felipe IV ordena que, si es necesario, se proceda a la tortura de los arrestados antes de que comparezcan ante los inquisidores. Eso sobrepasaba lo que Clemente V estaba dispuesto a conceder, así que reclamó que los detenidos y las propiedades incautadas fueran puestos bajo su propia jurisdicción. El 22 de noviembre de 1307 publicó la bula Pastoralis praeminentiae en la que ordenaba a los reyes cristianos la detención de los templarios y la incautación de sus bienes en nombre del papado. Evidentemente quería evitar que cundiera el ejemplo dado por Felipe V. A partir de ese momento, el proceso contra el Temple fue una pugna entre el Papa y el rey de Francia en el que el primero tuvo que amenazar al segundo con su excomunión para que pusiera bajo su custodia (de palabra, pero no de hecho) a los templarios arrestados. En febrero de 1308 Clemente V suspende las actividades de la Inquisición y ordena que el caso pase a ser competencia de su propia persona. Felipe IV inicia una ofensiva para conseguir que el Papa cambie de parecer, lo que culmina en un enfrentamiento entre ambos poderes en Poitiers en el verano de 1308. En este mismo año habían comenzado a aparecer escritos "anónimos" (evidentemente alentados por Felipe IV) atacando la actuación de Clemente V en este caso. No obstante, Clemente V se mantuvo firme en su postura de que los monjes no podían ser juzgados por el poder secular incluso después de los discursos amenazantes de Guillaume de Plaisians. Felipe IV no tuvo más remedio que ceder y en junio envió a 72 templarios para que declarasen ante el Papa en Potiers. Las confesiones "voluntarias" de algunos de ellos motivaron que el Papa concediera a Felipe IV el hacerse cargo del proceso, con la salvedad de que sus máximos dirigentes estaban sometidos al poder papal. Ordenó que la investigación sobre el Temple debía estar a cargo de los obispos y dispuso que dos años después (en octubre de 1310) en Vienne se celebrase un concilio para tratar de este tema. Sin embargo, las comisiones episcopales tropezaron con el problema (problema para Felipe IV, claro) de que los templarios comenzaron a retractarse de sus confesiones "voluntarias" lo que motivó que Clemente V aplazase hasta 1311 el Concilio de Vienne.
La archidiócesis de Sens estaba regida por Philippe de Marigny que, por una más de esas casualidades que hemos ido viendo, era hermano de Enguerrand de Marigny, el chambelán real y que, además, debía su nombramiento a Felipe IV. Fue este prelado el que convocó el concilio de París para investigar a los templarios detenidos en su jurisdicción y este concilio fue el que decidió la ejecución de 54 templarios el 12 de mayo de 1310 por relapsos (es decir, por negar sus confesiones anteriores). También fue responsabilidad del concilio de París la quema de otros cuatro templarios pocos días después, mientras que la de nueve templarios en Senlis fue ordenada por el concilio de Reims. Por otra parte, uno de los dos defensores de la orden del Temple, Pedro de Bolonia, desapareció "misteriosamente" y nunca se volvió a saber de él (oficialmente se fugó, se cree que, en realidad, fue asesinado). Por supuesto, en uno y otro caso la Iglesia no ejecutó a nadie sino que fue el poder secular el que se encargó de esa tarea. Así pues, la principal responsabilidad en la muerte de los templarios tanto como inductor como autor final recae en Felipe IV.
Por cierto, el concilio de Vienne (que comenzó el 16 de octubre de 1311) del que emanaron las bulas que supusieron la desaparición de la orden del Temple era favorable (con excepción de los dignatarios franceses) a que se permitiera la defensa de la orden. En febrero de 1312 Felipe IV envió una embajada formada, entre otros, por Enguerrand de Marigny, Guillaume de Nogaret y Guillaume de Plaisians para entrevistarse con Clemente V. Como las dudas del Papa continuaron, finalmente el propio Felipe IV junto con sus hermanos Carlos y Louis (y con una tropa numerosa) decidieron hacer una "visita de cortesía" al concilio de Vienne el 20 de marzo de 1312. El 22 de marzo Clemente V se dio por enterado y, después de una reunión secreta en la que la mayoría de los asistentes (que evidentemente también habían entendido la demostración de fuerza del monarca francés) decidieron que no había razones para permitir la defensa de la orden del Temple, redactó la bula Vox in excelso por la que quedaba abolida la orden templaria pero que "curiosamente" no hace la menor referencia a que fuera culpable de los crímenes de la que fue acusada.
Si todo ello ya deja claro quién es el auténtico responsable de las muertes de los templarios, el último acto, la ejecución de Jacques de Molay y Geoffroi de Charney es aún más claro a este respecto. El 18 de marzo de 1314 ambos junto con Hugues de Pairaud y Geoffroi de Gonneville comparecieron ante el concilio de París presidido nuevamente por el arzobispo de Sens, Philippe de Marigny. Los cuatro acusados fueron condenados a cadena perpetua, pero entonces el gran maestre y el preceptor de Normandía se retractaron de sus confesiones y proclamaron la inocencia del Temple. Sorprendidos, los participantes en el concilio se retiraron a deliberar qué hacían con los acusados. Cuando Felipe IV se enteró de lo sucedido ordenó la inmediata ejecución de Jacques de Molay y de Geoffroi de Charney. La precipitación del monarca fue tal que la Isla de los Judíos en la que fueron quemados no estaba bajo jurisdicción real porque pertenecía a los monjes de Saint-Germain-des-Près, así que en los días siguientes el rey de Francia tuvo que confirmar a éstos que la ejecución no suponía ningún cambio en la propiedad de esos terrenos. Fue la última de una cadena de ilegalidades en la que, como ya dijimos, el principal responsable de principio a fin fue Felipe IV al que le importaba especialmente no las supuestas herejías templarias sino el camuflar lo que fue, en definitiva, uno de los mayores robos de la historia.
No, no se trata de negar la responsabilidad de la Iglesia al permitir la existencia de la Inquisición ni las muertes de las que ésta fue responsable, pero el del Temple no es, precisamente, el mejor ejemplo que se puede poner de ello.
Pero prescindamos de los errores (por muy garrafales que sean) del autor. Recordemos que su intención era brindar al lector el contexto histórico, geográfico y social en el que aparece la Sábana Santa en Lirey, pero por contexto histórico no se entiende la relación de sucesos más o menos contemporáneos (que es una Cronología comparada) sino sólo de aquellos que influyen en el tema objeto de estudio (en este caso la Sindone y su autenticidad o falsedad). ¿Qué tiene que ver la desaparición de la orden del Temple con ella? Pues nada. ¿Qué tiene que ver que "En 1356 se constituyó formalmente la Liga Hanseática." (Pág. 23) con el Santo Sudario? Pues nuevamente nada. Eso no es un contexto histórico, es una chapuza incluso si no hubiera errores históricos (como además los hay, me permitirán que me ahorre los calificativos que me rondan la cabeza).
Todo ello sin necesidad de entrar a considerar si, tan siquiera, el Sr. Ares está en lo cierto cuando considera que: "No sabemos cuándo comenzó la exhibición, pero una simple resta nos lleva a concluir que el sudario estuvo expuesto en Lirey aproximadamente hasta 1355." (Pág. 22)
De ese punto, muy importante para determinar la veracidad o no del "memorial d´Arcis", nos ocuparemos en la próxima entrega de esta serie.
-Continuará-

 

Inauguramos una nueva sección (III)

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Viene de aquí

Ante cualquier fuente (documental o de cualquier otro tipo) el método histórico propugna su crítica. Este paso es ineludible salvo que queramos hacer un paripé pseudohistórico. ¿Cómo se traduce esto en el caso que nos ocupa, el documento conocido como "Memoire d´Arcis"? Comencemos por el principio, por una descripción de qué es, en realidad, el Memorial de Arcis así como de su contenido.
La "Memoire d´Arcis" es el borrador de un documento que, según el encabezamiento, el autor iba a enviar al Santo Padre a la mayor brevedad posible. No está firmado y sellado ni presenta fecha. Está redactado en latín con la caligrafía habitual en el S XIV. Se conserva en la Biblioteca Nacional de Francia en París, colección de archivos de Champagne, legajo 154, folio 137. Si están interesados, pueden encontrar una reproducción en alta resolución aquí por gentileza de Maest.
Su contenido comienza con un encabezamiento al que ya hemos hecho referencia en el que se anuncia que trata sobre el lienzo de Lirey y que la información que contiene el autor tiene intención de enviar seguidamente al Papa. La carta propiamente dicha se inicia con la fórmula habitual, besando los pies de Su Santidad. Después de eso comienza el relato de unos hechos sucedidos en la diócesis de Troyes que considera peligrosos para el alma de los fieles. Según el autor, hace algún tiempo, el deán de la colegiata de Lirey, movido por la avaricia y la codicia, se había hecho con un lienzo en el que estaba pintada la figura de un hombre de frente y de espaldas. El deán afirmaba que ese lienzo era el Sudario en que fue envuelto Jesús para ser sepultado y que esa figura era la del Salvador.
Que esas afirmaciones habían hecho acudir peregrinos del mundo entero en gran número.
Que se fingían milagros mediante personas pagadas que se hacían pasar por enfermos que "sanaban" tras la ostensión del lienzo.
Que Henri de Poitiers, entonces obispo de Troyes, intervino para investigar la veracidad de esos hechos puesto que los teólogos consideraban que el Sudario no podía ser auténtico puesto que en los Evangelios no se mencionaba que en los lienzos sepulcrales hubiera quedado impresa figura alguna.
Que fruto de esa labor, Henri de Potiers descubrió que era un fraude y que eso fue probado por el artista que lo había pintado.
Que después de consultar con teólogos y juristas decidió proceder contra el deán de Lirey y sus cómplices pero que éstos reaccionaron ocultando el lienzo durante aproximadamente treinta y cuatro años hasta el presente. [Entiéndase, el presente para el redactor de este documento]
Que el actual deán había sugerido al caballero Geoffroy de Charny, señor del lugar, que se repusiera el lienzo en la colegiata para que se reanudaran las peregrinaciones y, con ellas, los beneficios económicos que suponían.
Que el caballero de Charny se reunió con el cardenal de Thury, nuncio y legado papal en Francia, al que ocultó que en el pasado había sido presentado como el auténtico Sudario de Jesús. Por el contrario, insinuó que era una representación o imagen del Santo Sudario. Además engañó al cardenal de Thury diciendo que si había sido retirado de la veneración pública por orden del obispo fue para salvaguardarlo de la guerra.
Que el cardenal de Thury concedió autorización para la ostensión de la representación o imagen del Sudario del Señor en la iglesia de Lirey o en cualquier otro lugar que fuera adecuado sin precisar autorización del obispo correspondiente.
Que merced a dicha autorización se ostentaba con frecuencia dicho lienzo con una solemnidad mayor de la que se empleaba con el propio Cuerpo de Jesús. [Entiéndase que no se refiere al cadáver de Jesús sino a la hostia que para los católicos se convierte por medio de la consagración en Cuerpo real de Cristo]
Que si bien en público no se decía que aquél fuera el verdadero Sudario, no sucedía lo mismo en privado y que por ello muchos fieles creían que era auténtico.
Que por ello el autor de este escrito tomó la decisión de prohibir las ostensiones bajo pena de excomunión para el deán de Lirey si continuaba realizándolas.
Que, no obstante, seguían celebrándose y que el caballero de Charny presentaba el lienzo a los fieles amparándose en una autorización del rey.
Que contra ello nada podía el autor de este escrito pese al oprobio que se arrojaba contra su predecesor, Henri de Poiters, al que acusaban, como también a él mismo, de actuar movido por el deseo de poseer ese lienzo.
Que solicitó del caballero de Charny que pusiera fin a esas ostensiones mientras informaba a Su Santidad y esperaba su dictamen, pero que de Charny recurrió, sin él saberlo, al Papa apoyándose en la autorización concedida por el cardenal de Thury.
Que ante esa situación, el autor decidió recurrir al poder secular, al tribunal del Parlamento real que se escandalizó de los hechos y se asombró de que la Iglesia no le apoyase.
Que de Charny se defendía pretendiendo haber obtenido del Papa una carta autorizando la ostensión e imponiendo silencio perpetuo al autor del escrito (carta de la que el autor declara no tener conocimiento).
Que por todo ello solicita de Su Santidad que no se muestre públicamente el lienzo ni como Sudario o reliquia ni siquiera como una representación o imagen del verdadero Sudario ni de cualquier otra forma.
Termina el autor ofreciéndose para acudir, pese a su mala salud, junto al Santo Padre para hablar sobre este asunto. Concluye expresando los habituales deseos de que el Todopoderoso quiera concederle una larga y próspera vida a Su Santidad.
Éste es, en resumen, el contenido del Memorial de Arcis que suscita no pocos problemas que vamos a ir viendo, pero antes debemos hacer una aclaración de tipo general, la crítica de una fuente documental no puede realizarse pensando en si nos gusta o no su contenido. Bueno, en realidad sí puede hacerse, pero el resultado tendrá que ver con tanto con la Historia como la velocidad con el tocino. Así pues, para determinar qué hay de verdadero o de falso en un documento cualquiera (y la Memoire d´Arcis no tiene ninguna bula para recibir un tratamiento especial) no hay más que un camino válido, la comparación con el resto de fuentes conservadas. Esto es tan fácil de decir como difícil de cumplir por varios motivos. Comencemos por varias de esas complicaciones, la mayoría de los documentos que podrían confirmar o desmentir las afirmaciones del obispo d´Arcis se han perdido entre ellos muchos de los archivos de la sede episcopal de Troyes anteriores a 1390. En las fuentes conservadas (de distintas procedencias) no pocas veces hay claras contradicciones cuando no abiertas mentiras. El panorama es, pues, desolador pero ello no debe impedirnos el actuar conforme a la metodología histórica aunque las dificultades sean, ya lo avisamos, inmensas.
Comencemos por unas cuestiones "sencillitas". Si el documento no presenta fecha ni firma ¿por qué decimos que su autor es el obispo de Troyes Pierre d´Arcis y que su fecha de redacción es 1389? El redactor de este borrador califica a Henri de Poitiers como su predecesor y tiene la suficiente autoridad como para amenazar al deán de Lirey con la excomunión si prosigue ostentando el Sudario. Dado que Henri de Poitiers fue obispo de Troyes y que Lirey pertenece a esa misma diócesis, el autor debe ser un obispo de Troyes posterior al citado Henri de Poitiers. Puesto que Henri II (Henri de Poitiers) lo fue entre 1354 y 1370 ya tenemos un inicio. Sus inmediatos sucesores fueron Jean VI (1370-1375), Pierre I (1375-1377) y Pierre II (Pierre d´Arcis) (1377-1395). ¿Podemos precisar más? Podemos. En este escrito se menciona al cardenal de Thury. Se trata de Pierre de Thury, obispo de Maizellais de 1382 a 1385 año en el que fue nombrado cardenal de Santa Susana. Por tanto podemos eliminar a Jean VI y a Pierre I como autores de este borrador puesto que no coincidieron con el periodo del cardenalato de Pierre de Thury. No obstante ¿podría ser su autor algún obispo de Troyes posterior a Pierre II? Puesto que Pierre de Thury fue cardenal hasta su muerte en 1410, entraría también dentro de ese intervalo de tiempo el obispo Étienne de Givry (1395-1426). La otra persona mencionada por su nombre, el caballero Geoffroy (o Geoffroi) de Charny (segundo de su nombre) falleció en 1398. Por tanto, en principio es posible pero si examinamos las afirmaciones relativas al Sudario veremos que deja de ser una posibilidad.
En la Memoire se realizan unas afirmaciones relacionadas con la Sindone en dos momentos históricos distintos. Unas conciernen a la aparición, exposición, prohibición de las ostensiones y ocultación del Sudario en Lirey en un pasado que dista más de 34 años (aproximadamente) del momento en que se redacta este escrito. Las segundas son contemporáneas de ese momento. Vamos a centrarnos por ahora (después veremos las otras) en éstas. Según hemos visto, el autor asegura que Geoffroi II de Charny obtuvo la autorización para las ostensiones del Sudario del cardenal de Thury y que posteriormente ese permiso fue confirmado por el Santo Padre. Que ante esa situación el autor recurrió a la justicia secular que le dio la razón. Pues bien, el 28 de julio de 1389 el papa Clemente VII confirma la autorización para las ostensiones del Santo Sudario y el 4 de agosto de 1389 el rey Carlos VI de Francia ordena al baile de Troyes que se apodere del Santo Sudario de Lirey. Jean de Venderesse intentó cumplir con ese mandato y no pudo por impedírselo el capítulo de la colegiata. Tenemos pues fechas precisas para poder situar cronológicamente este escrito en 1389 y con ese dato determinar quién fue su autor, el obispo Pierre d´Arcis.
No obstante, el conocer su autor y su datación no implica que lo que en este escrito se asegura sea cierto. Es más, para algunos autores, este borrador jamás se convirtió en una carta que fuera enviada al Santo Padre al que ahora podemos identificar con el (anti)Papa Clemente VII. Debemos reconocer que no existe ninguna prueba directa de que esta misiva fuera entregada al Papa en Avignon. No obstante, ya hemos visto que en julio de 1389 Clemente VII confirmó las ostensiones que ya habían sido autorizadas por el cardenal de Thury. El 6 de enero de 1390 escribió tres bulas que nos interesan. En la primera, dirigida al capítulo de la colegiata de Lirey, reitera su autorización para ostentar el Sudario pero pone unas condiciones para ello:
"Chaque fois que ladite figure ou représentation sera dorénavant montrée au peuple, le doyen et le chapitre susdits, ainsi que les autres personnes ecclésiastiques qui feront l’ostension de la figure ou représentation, ou celles qui seront présentes, ne pourront en aucun cas revêtir à cet effet pendant toute la durée de l’ostension, ni chape, ni surplis, ni aube, ni pluvial, ni aucun autre vêtement liturgique. Ils ne feront pas non plus de solennités en usage dans l’ostension des reliques. De même ne pourront-ils allumer à cet effet ni torche, ni cierge, ni chandelle, ni utiliser aucune sorte de luminaire. Enfin celui qui fera l’ostension devra avertir le peuple au moment de la plus forte affluence et dire à haute et intelligible voix, toute fraude cessant, que la dite figure ou représentation n’est pas le vrai Suaire de Notre Seigneur, mais qu’elle n’est qu’une peinture ou un tableau du Suaire qu’on dit avoir été celui du même Seigneur Jésus Christ".
(Fuente: Artículo "Le Saint Suaire ou Linceul de Turin de Jean-Michel Maldamé)
Todas esas restricciones responden a denuncias contenidas en la "Memoire d´Arcis", que en ocasiones el propio Geoffroy de Charny ostentaba el Sudario (a partir de este momento sólo lo pueden realizar "personnes ecclésiastiques"), que se empleaba en ello mayor boato que el empleado en la propia exposición del cuerpo de Cristo (a partir de este momento se acaban las vestiduras litúrgicas y la iluminación con cirios o antorchas, dos cuestiones expresamente indicadas en la Memoria), que no se anunciaba al público que aquél no era el verdadero Sudario y que por el contrario se jugaba con el parecido fonético entre Sudarium y santuarium (a partir de este momento se debe anunciar a la multitud en voz alta e inteligible que no es una auténtica reliquia).
La segunda carta del 6 de enero de 1390 prohibió, bajo pena de excomunión, al obispo d´Arcis que se opusiera a la ostensión siempre que ésta se produjera conforme a sus instrucciones presentes.
La tercera carta, dirigida a las diócesis de Langres, Autun y Chalons-sur-Marne, les informa de su decisión y les encarga velar por el cumplimiento de la misma, insistiendo en este punto:
"Pour éviter toute fraude et toute cause d’erreur, il faudra avertir les fidèles qu’on ne montre pas le vrai suaire de Jésus-Christ, mais une figure ou représentation de ce suaire".
(Fuente: Artículo Le Saint Suaire ou Linceul de Turin de Jean-Michel Maldamé)
Estos tres escritos muestran que entre julio de 1389 y enero de 1390 sucedió algo que hizo que Clemente VII aumentara las restricciones sobre la exposición pública del Sudario por el temor a que se indujera a los fieles a creer que era el auténtico Sudario de Cristo y que ese "algo" debió ser de naturaleza semejante a las denuncias realizadas en la Memoria de Pierre d´Arcis. Ya que el conflicto con el poder real sucedió en agosto de 1389 no parece que éste pudiera ser el causante de las bulas de enero de 1390, así que la conclusión de que el obispo d´Arcis enviara este escrito (posiblemente a finales de 1389) y que éste fuera el causante de la cartas papales parece obvia.
Por último, para entender qué significaba que Clemente VII ordenara que se anunciara que aquél no era el verdadero Sudario desautorizando la creencia de que era un auténtica reliquia, que se eliminara toda pompa y boato en su ostensión y que ésta sólo podía hacerse por los eclesiásticos, debemos recordar que el defensor de las ostensiones era Geoffroi II de Charny, el hijastro de su tío Aymon de Genève (el nombre civil de Clemente VII era Robert de Genève). Aunque nunca la Iglesia consideró que el Sudario de Lirey fuera el auténtico Santo Sudario y, por el contrario, en las autorizaciones para las ostensiones se habla de figura o representación del Sudario, las bulas de 1390 son un auténtico varapalo para la familia de Charny y la forma en que se realizaba la exhibición pública de este lienzo en la colegiata de Lirey. El que también supongan un fracaso para Pierre d´Arcis (que, recordémoslo, pedía la total prohibición de las ostensiones) no debe hacernos olvidar que estas medidas ponían en mala situación a la propia familia (aunque fuera política y no de sangre) del propio Papa. La razón para esas restricciones tuvo que ser muy fuerte, tanto como lo son las denuncias contenidas en la "Memoire d´Arcis".
Si en los sucesos contemporáneos (es decir, en 1389) la restante documentación conservada avala la veracidad de la Memoria ¿podemos decir lo mismo de los sucesos a los que d´Arcis data en "unos treinta y cuatro aproximadamente" años antes? Porque el que la Memoria sea veraz en unos puntos no implica que lo sea en todos. La respuesta a esa pregunta nos ocupará a partir de este momento.
Comencemos por una sencilla operación aritmética, 1389 - 34 = 1355 (aunque el "aproximadamente" que emplea d´Arcis brinda la posibilidad de aumentar o disminuir en poco esa cifra). Así pues, según Pierre d´Arcis en 1355 (más o menos) el deán de la colegiata de Lirey ocultó el Sudario para impedir la investigación del obispo de Troyes Henri de Poitiers. Aprovechemos para recordar que d´Arcis no dice que en esa fecha apareciera el Sudario sino que en esa fecha ya se lo había procurado el deán de Lirey, que había habido tiempo para que la noticia corriera por todo el mundo y para que se organizaran masivas peregrinaciones que fueron las que motivaron que el obispo Henri de Poitiers investigara el asunto, pesquisas que concluyeron con la aparición del artista que la había pintado lo que motivó la prohibición de las ostensiones y, después de una consulta con una comisión de teólogos y juristas, el inicio de un proceso al deán de Lirey que, para impedirlo, ocultó el Sudario. Es esa ocultación lo que d´Arcis data en treinta y cuatro años aproximadamente no la aparición del lienzo que, evidentemente, tuvo que ser anterior aunque en ningún momento se nos diga cuánto (pero no pudo ser algo inmediato en un momento en que las comunicaciones eran necesariamente lentas). ¿Es eso cierto? Pues por lo que sabemos no lo es.
Para explicarles las razones por las que no puedo aceptar la veracidad de esas afirmaciones, debemos comenzar por ¿el principio? Por supuesto, cuando se desató esta polémica (y también en años posteriores), una de las cuestiones que se trató de dilucidar fue el origen de esta tela. Por si no estuviera ya todo bastante embrollado, la familia de Charny contó dos historias distintas. Geoffroi II de Charny sostuvo que su primer propietario fue su padre Geoffroi I de Charny y que la había donado a la colegiata de Lirey que él mismo mandó construir (afirmación que fue aceptada por el papa Clemente VII). Explicó su posesión como fruto de un regalo. Su hija Marguerite, años después, coincidió en la atribución a su abuelo, pero aseguró que la tenía por adquisición como botín de guerra. Muchos años después (en torno a 1525) los canónigos de Lirey redactaron un escrito al que se conoce por el nombre "Pour scavoir la verité". En él se asegura que el Sudario fue regalado a Geoffroi I de Charny por el rey Felipe VI de Valois junto con otras reliquias como recompensa a sus servicios militares (también aseguran que Geoffroi de Charny fue salvado de su cautiverio por la intervención de un ángel lo que no deja en buen lugar la credibilidad de este escrito).
No obstante estas discrepancias, todas las fuentes (ninguna de ellas contemporánea) coinciden en que el Sudario fue una donación de la familia Charny lo que, evidentemente, dejaría en mal lugar la noticia de la Memoria de Arcis de que fue el deán de Lirey el que se procuró ese lienzo movido por la avaricia. No obstante ¿esas afirmaciones son ciertas? Pues sí... y no.
Para comprobar qué quiero decir tendremos que hacer una aparente digresión que no es tal. Hablemos de Geoffroi I de Charny. Si hoy en día se menciona es, principalmente, por su (supuesta) relación con el Sudario pero en su época fue un caballero muy famoso pese a pertenecer a una familia bastante oscura. Repasemos algunos aspectos de su vida.
Debió nacer entre 1300 y 1305, hijo (parece ser) de Jean de Charny y de Marguerite de Joinville, hija del célebre cronista de Luis IX el Santo.
En 1337 formó parte de las expediciones al Languedoc y la Guyenna a las órdenes del conde de Eu, mariscal de Francia.
En 1340 combate a los ingleses en Flandes, esta vez a las órdenes del duque de Borgoña.
En 1341 está en Angers, al servicio de entonces duque de Normandía que más tarde reinó con el nombre de Juan II el Bueno.
En 1343 fue nombrado gobernador de Saint-Omer.
En 1347 fue uno de los embajadores que acordó la tregua entre Inglaterra y Francia (28 de septiembre).
En la noche del 31 de diciembre de 1349 al 1 de enero de 1350 participaba en el asedio de Calais y fue capturado por los ingleses que realizaron una arriesgada salida contra los sitiadores. Los siguientes 18 meses los pasó cautivo en Londres hasta que en junio de 1351 Juan II pagó por él un rescate de 12.000 escudos de oro.
El 25 de junio de 1356 fue nombrado portador de la oriflama. En la batalla de Potiers (19 de septiembre de 1356) Juan II no quiso abandonar el campo de batalla pese a la derrota francesa. Cuando el monarca francés fue atacado por un conbatiente inglés, Geoffroi de Charny, sin abandonar la oriflama, cubrió con su cuerpo al rey recibiendo un lanzazo mortal.
Si casi todo lo que sabemos de él hace referencia a sus actividades bélicas, algo debió de heredar de su abuelo materno (además del señorío de Lirey) porque también fue escritor. En torno a 1346 escribió (en verso) el "Livre de Messire Charny". En torno a 1350 su obra más célebre, el "Livre de chevalerie" que tiene alguna edición moderna por ser todavía interesante para comprender qué significaba la caballería para sus propios miembros. Parece ser de 1352 su libro "Demandes pour la joute, les tournois et la guerre".
Se casó dos veces. La primera vez con Jeanne de Toucy y la segunda con Jeanne de Vergy. De este segundo matrimonio tuvo dos hijos, Geoffroi II de Charny y Charlotte de Charny.
Su vida (y muerte) y obra le convirtieron en la quintaesencia del caballero de la época. Su concepción de la caballería (según sus propios escritos) estaba íntimamente relacionada tanto con el honor como con la religión, pero también considera que la guerra es una buena ocupación para el caballero que puede así enriquecerse con los botines conquistados y las recompensas que merezcan sus logros bélicos. Este aspecto material de la guerra queda explicado por sus propias circunstancias personales. Geoffroi I de Charny nunca fue un potentado. Sus posesiones (pese a que las incrementó mediante sus matrimonios) no eran importantes hasta el punto de que su rescate, como ya dijimos, tuvo que ser pagado por el rey francés.
Esta escasez de recursos propios queda de manifiesto en su fundación de la colegiata de Lirey. Era frecuente que los señores feudales patrocinasen la edificación de edificios religiosos tanto de nueva planta como de reforma o ampliación de los ya existentes bien como expiación de sus culpas, como muestra de gratitud por un favor recibido o como una mera muestra de piedad. También había en ello (en mayor o menor grado) una especie de competencia entre las distintas familias feudales que querían mostrar su propio poder, riqueza e influencia ante las demás. Geoffroi I de Charny no fue ajeno a esta costumbre, pero sus problemas económicos se lo pusieron muy difícil.
En junio de 1343 (posiblemente fuera en junio de 1353 y esa fecha anterior responda a un error de escritura) obtuvo del rey de Francia (en caso de que sea 1343 sería Felipe VI, si es 1353 se trataría de Juan II) la amortización de una renta de 120 libras para que edificara una iglesia en Lirey y para dotar a un capítulo de seis canónigos.
El 16 (o el 10, la fecha no está clara) de abril de 1349 solicita del papa Clemente VI que se eleve al rango de colegiata (con un capítulo de seis canónigos con un deán) la iglesia que ha hecho construir en Lirey así como que se le conceda a él y a sus descendientes el patronato sobre el templo. El 26 de abril escribe una nueva carta a propósito de las ofrendas que se reciban para la iglesia.
Su participación en la guerra contra Inglaterra (finales de 1349) y el cautiverio en Londres (1350-1351) supusieron una pausa forzosa en todo este tema.
En julio de 1353 obtiene una renta de 60 libras del rey Juan II el Bueno para su iglesia de Lirey (posiblemente complementaria de la ya concedida en junio de 1353 si existe el error de fecha al que antes hemos hecho mención).
En enero de 1354 renueva su petición (esta vez al papa Inocencio VI) de que se conceda a la iglesia de Lirey el rango de colegiata. El Papa accede a lo solicitado y, además, el 30 de agosto de este mismo año, otorga una serie de indulgencias a la iglesia colegiata de Lirey.
El 28 de mayo de 1356, Henri de Poitiers, obispo de Troyes, felicita a Geoffroi I de Charny por la fundación de la colegiata lo que indica que fue aproximadamente en esta fecha cuando concluyeron las obra de la iglesia (que pese a las ayudas reales no pasó de ser una construcción muy modesta realizada en madera lo que supuso que estuviera en muy mal estado de conservación ya en el siglo siguiente).
Ya dijimos que Geoffroi de Charny murió poco después en la batalla de Poitiers (19 de septiembre de 1356). Pues bien, pese a que con frecuencia se afirme que la colegiata de Lirey fue construida con el fin de conservar en ella el Sudario y que éste fue donado por Geofroi I de Charny, en todos los documentos mencionados no hay la menor mención a tal reliquia como tampoco en el obituario de Geoffroi de Charny (poco posterior a su muerte) y tampoco en la concesión de indulgencias por parte de doce obispos a los fieles que acudieran a venerar las reliquias conservada en la colegiata de Lirey (5 de junio de 1357).
¿Qué quiere decir todo esto? Sencillamente, que el Sudario fue donado por alguien (no por Geoffroi I de Charny por la sencilla razón de que ya había muerto) con una fecha posterior a junio de 1357. Si aceptamos esto (y la documentación no avala lo contrario) tendremos el problema de que no hay forma de casar la cronología con lo indicado por Pierre d´Arcis como tampoco con las afirmaciones de la familia de Charny.
No obstante podemos pensar que si Geoffroi I no donó la Sindone tal vez estuviera en lo cierto Pierre d´Arcis cuando culpabilizó de ello al deán de la colegiata. Éste es un buen momento para recordar que la Historia no se nutre sólo de documentos escritos. En 1855 Arthur Forgeais encontró en el Sena cerca del Pont-au-Change un objeto conocido como el Plomo de Lirey o la Medalla de Peregrinaje de Lirey. Son los restos (unos 5-6 cms. de largo por 3 de alto) de una medalla de plomo que conmemoraba la peregrinación a Lirey. Se conserva en el museo de Cluny en París. ¿Qué representa? Pues una ostensión del Santo Sudario cuya figura es perfectamente reconocible pese a que el artista no parece estar muy dotado (sí, Jesús parece una venus esteatopigia paleolítica). La ostensión la realizan dos sacerdotes con ropas litúrgicas. Bajo el Sudario aparecen dos escudos heráldicos que deben estar relacionados con el Sudario porque, en caso contrario no hay ningún motivo para que figuren, una imagen del sepulcro vacío y diferentes objetos empleados en la Pasión. Atendamos a la Heráldica que para eso es una de las disciplinas auxiliares de la Historia y no una forma de presumir de antepasados ilustres. Uno de los escudos (el de la izquierda para el espectador) presenta como motivo heráldico tres escudos (los esmaltes, si alguna vez existieron, han desaparecido). El de la derecha presenta como motivo heráldico tres rosas pentafolias. Pues bien, el escudo de los Charny eran tres escudos de plata sobre campo de gules y el de los Vergy tres rosas pentafolias de oro en campo de gules.
Así pues, ya hemos identificado al donante. Puesto que por la documentación citada podemos rechazar a Geoffroi de Charny, nos queda Jeanne de Vergy, su viuda. Si todo apunta a que fue ella la autora de la donación ¿en qué fecha la realizó? Ya hemos visto que fue después de junio de 1357 y las circunstancias señalan que no fue mucho más tarde. Volvamos atrás. En septiembre de 1356 ha muerto Geoffroi de Charny, con mucho honor pero muy poco dinero. Su viuda, Jeanne de Vergy, tiene que atender a su propia subsistencia (que no implica la mera supervivencia sino también la conservación de su status social) y a la de sus hijos además de mantener el patronato de la colegiata de Lirey y todo ello sin posesiones materiales de importancia. En 1357 se dirige al delfín Carlos (Juan II era prisionero de los ingleses desde la batalla de Poitiers) solicitando que su hijo Geoffroi II de Charny heredara todas los derechos adquiridos por su padre. La donación del Sudario a la colegiata como forma de generar unos ingresos que permitieran su continuidad cobra así sentido como también la insistencia en la familia de Charny en atribuir (falsamente) la donación a Geoffroi I ya que su carácter de héroe nacional hacía que no se pusiera en duda la procedencia del Sudario (a fin de cuentas, ni siquiera Pierre d´Arcis tuvo el valor de señalar a la familia de Charny como culpable de su aparición y se amparó en la acusación al deán de la colegiata). También la autorización para la ostensión del Sudario por parte del papa Clemente VII puede verse bajo una nueva luz. Es extraño que el Papa reconozca por un lado que no es una reliquia auténtica sino una imagen o representación y, por otra, no niegue su exposición pública. Si recordamos que Jeanne de Vergy se casó posteriormente con Aymon de Genève, tío del Papa, podemos comprender que éste no tuviera ningún deseo de "poner en la picota" a su familia aunque ésta fuera política. También explica la reaparición del Sudario en 1389 (pese a que Clemente VII era papa desde 1378) puesto que Jeanne de Vergy había enviudado nuevamente en 1388 por el fallecimiento de Aymon lo que privó a aquélla del sostén económico que supuso su matrimonio con un miembro de la poderosa familia de los Genève.
La medalla de peregrinación de la que ya hemos hablado nos indica que sí existieron las peregrinaciones de las que habla Pierre d´Arcis pero ¿qué importancia tuvieron y cuándo comenzaron? Podemos irnos olvidando de las frases grandilocuentes del obispo de Troyes indicando que acudían masas de fieles procedentes del mundo entero porque no hay la menor prueba (excepto el Plomo de Lirey) de que realmente tuvieran lugar, algo inconcebible si realmente hubieran tenido la importancia que les atribuye el obispo de Troyes. Ya hemos visto que la donación por Jeanne de Vergy debió tener lugar en la segunda mitad de 1357 o incluso algo después. Esas fechas no son nada propicias para que tuvieran lugar peregrinaciones masivas. La derrota de Potiers y la cautividad del rey Juan II supusieron el inicio de un periodo de anarquía. En 1357 los "routiers" bien ingleses o navarros recorrían Francia saqueándola. En enero de 1358 hubo un principio de acuerdo entre Inglaterra y Francia para poner fin a la guerra entre ambas naciones (a cambio de la soberanía inglesa sobre un tercio del reino de Francia) y para liberar a Juan II (a cambio de la "módica" suma de cuatro millones de escudos de oro). No obstante, las esperanzas de paz pronto quedaron en nada. 1358 fue el año de la "Jacquerie" (un alzamiento contra la nobleza del campesinado y la burguesía tan brutal en su desarrollo como en su represión) y de la guerra entre Francia y Navarra. En 1359 se produjo un recrudecimiento de la guerra entre Inglaterra y Francia con el saqueo de las tierras del Artois, la Thierache y la Champaña por el ejército de Eduardo III. ¿Resultan creíbles esas masivas peregrinaciones en esas circunstancias históricas? Pues más bien no. Sólo a partir de 1360 hay una cierta paz en Francia pero si fue ésa la fecha en que se iniciaron las peregrinaciones (y más bien modestas) a Lirey ¿en dónde queda la afirmación de Pierre de Arcis de que en 1389 el Sudario llevaba oculto aproximadamente treinta y cuatro años?
En realidad, esa afirmación ya había quedado en mal lugar cuando comprobamos que no existe ninguna mención al Sudario anterior a 1357 ni siquiera en los documentos en los que sí debería figurar. Tampoco después existen tales referencias hasta 1389 pero, al menos, ese silencio es explicable por la ausencia de documentos. Recapitulemos la situación.
Pierre de Arcis asegura que el deán de Lirey se procuró el Sudario. En realidad fue una donación de Jeanne de Vergy.
Pierre de Arcis asegura que la aparición del Sudario generó masivas peregrinaciones que provenían de todas partes del mundo. En realidad no existe más que el Plomo de Lirey que demuestre que existió alguna peregrinación a Lirey y, ni siquiera, podemos demostrar que ésta tuviera lugar antes de 1390 (recordemos que los eclesiásticos que realizaran la ostensión después de la bula del 6 de enero no podían llevar vestiduras litúrgicas como las que aparecen en este objeto). Que fueran tan masivas y de lugares remotos como asegura el obispo podemos olvidarnos porque en tal caso hubiera quedado alguna mención a ellas en algún lugar y no es el caso.
Pierre de Arcis asegura que en 1389 el Sudario llevaba oculto alrededor de treinta y cuatro años cuando, en realidad, en 1355 ni siquiera había sido donado a la colegiata de Lirey y no lo fue antes de la segunda mitad de 1357.
¿Qué credibilidad podemos conceder entonces a la "Memoire d´Arcis" cuando habla de ese periodo? O lo que es lo mismo, ¿hay algo de lo que asegura que esté confirmado por alguna otra fuente? Pues sí, que en algún momento su ostensión fue prohibida por el obispo correspondiente, afirmación que también figura en la carta papal del 28 de julio de 1389 autorizando su exhibición pública.
¡Algo es algo! podríamos pensar y a partir de esa base pretender otorgar idéntica veracidad a algunos aspectos como que el obispo Henri de Poitiers realizó una investigación sobre el Sudario que le condujo a localizar al artista que lo había pintado además de otros detalles como que en la Colegiata se fingían milagros con el concurso de gentes pagadas a tal fin. Investigación episcopal que llevó a la ocultación de la Sindone (aunque los aproximadamente treinta y cuatro años resultan ser bastantes menos).
Sin embargo eso no es posible tanto por una cuestión metodológica (el que sea veraz en ese punto concreto no significa que lo sea en todos porque hemos visto ejemplos en los que no lo es) como por otros aspectos que veremos a continuación.
Propongamos una hipótesis, que lo que dice de Arcis sobre este punto sea cierto. De ello deberían desprenderse una serie de consecuencias que no cuadran con los hechos que conocemos. Según de Arcis, el deán de Lirey se había procurado el Sudario movido por la avaricia. Se fingían milagros y se pretendía que aquél era el verdadero Sudario de Jesús. Es decir, el deán de Lirey estaba engañando (con todos los agravantes que podamos imaginar) a los fieles. Según de Arcis, el obispo Henri de Potiers conocía al artista que había pintado el lienzo, es decir, que podía demostrar la falsedad de la reliquia y la culpabilidad del deán. ¿Qué hace Henri de Poitiers? Pues como el Sudario desaparece no hace nada (si alguien lo entiende que me lo explique).
Es más, ya dijimos que la sobrina del obispo Henri se casó con Geoffroi II de Charny sin que exista prueba alguna de que el obispo pusiera el menor reparo en emparentar con la familia responsable tanto de la aparición como de la "desaparición" de tan fraudulento Sudario. Además, el Sudario no se evaporó misteriosamente sino que fue devuelto a la familia de Charny que, según una tradición recogida por Chifflet, procedió a guardarlo en el castillo de Montbard donde se continuaba mostrándolo públicamente a los fieles una vez al año.
¿Podemos plantear una hipótesis que case mejor con lo que sabemos de este tema? Supongamos que la prohibición de las ostensiones realizada por el obispo Henri no fuera por el Sudario en sí sino por la forma en que se ostentaba, es decir, por hechos semejantes a los que denuncia Pierre de Arcis en su Memorial relativos a 1389. Eso sí sería responsabilidad del deán de Lirey y no de la familia de Charny. También explica mejor el que al cesar las ostensiones, el obispo Henri no hiciera nada más (si la cuestión es que se ostentaba de forma indebida, al interrumpirse las exhibiciones públicas desaparecía el problema). También supone una explicación de por qué la familia de Charny no tuvo ninguna dificultad para conservar el Sudario y según la tradición recogida por Chifflet (que ignoramos si corresponde o no a la realidad) continuar con las ostensiones en otro lugar.
En última instancia, ¿existió o no esa investigación de Henri de Potiers en cuyo curso encontró al artista que lo había realizado? Debo reconocer que esa cuestión me preocupa poco (si tienen interés por conocer mi opinión personal -permítanme incidir en que es eso- ni lo sé ni podemos saberlo dada la total ausencia de pruebas -excepto las problemáticas afirmaciones de la "Memoire d´Arcis"- sobre la existencia de tal pesquisa episcopal y de dónde y cuándo se realizó este objeto). Lo que realmente considero interesante es determinar si en esos momentos alguno de los implicados aseguró que era el verdadero Sudario o no.
Es "curioso" que Pierre de Thury y el papa Clemente (tanto en la autorización del 28 de julio -antes, por tanto, de la Memoria de Arcis- como en la bula del 6 de enero) jamás digan que sea el auténtico Sudario y sí hablen de una imagen o representación suya. Tal vez lo sea aún en mayor grado que no exista prueba alguna de que Geoffroi II de Charny considerara que era una auténtica reliquia. Defiende las ostensiones pero no que el Sudario fuera auténtico.
Si ahora volvemos atrás y releemos la documentación conservada (y no sólo la "Memoire d´Arcis") todo parece encajar mucho mejor y el escrito del obispo de Troyes queda como un intento (bastante absurdo) de convencer al papa Clemente VII de algo que éste ya sabía porque ésa y no otra era la posición de todos los implicados, que el Sudario no era auténtico. Por contra, el Papa sí se da por enterado de que las condiciones en las que se producían las ostensiones podían inducir a error a los fieles y toma las medidas necesarias para cortarlo de raíz (bulas del 6 de enero) aunque como la familia es la familia no las prohíbe (aunque de una forma muy diplomática indique al hijastro de su tío que deje las ostensiones a los eclesiásticos).
¿Todo esto en qué se traduce en el libro que nos ocupa?
"No sabemos cuándo comenzó la exhibición, pero una simple resta nos lleva a concluir que el sudario estuvo expuesto en Lirey aproximadamente hasta 1355. No hay documentos que nos permitan precisar más." (Pág. 22)
Como acabamos de ver, hay documentos que nos permiten negar que eso sea así.
"¿Es descabellado pensar que Pierre d´Arcis llevaba razón en su carta a Clemente VII cuando decía que se hizo una falsificación de la mortaja de Jesucristo para sacar dinero?" (Pág. 32)
El problema en Historia no es que algo sea descabellado o no, sino si existen pruebas de que sea así (con cabello o sin él). Podemos aceptar que la donación del Sudario y sus ostesiones tenían un fin crematístico pero de ahí a pretender que el Sudario se hizo con ese fin hay un largo camino, el de demostrar que se confeccionó en esa época y con la mirada puesta sólo en el vil metal. De momento dejaremos este punto es suspenso al que volveremos cuando hablemos de las historias reales o supuestas del Sudario antes de Lirey.
"¿Es descabellado pensar que Pierre d´Arcis llevaba razón al decir que los supuestos poderes milagrosos de la reliquia eran falsos, y que el deán de Lirey alquilaba actores que fingían estar cojos y se curaban cuando exhibían la mortaja?" (Pág. 32)
Pues ni descabellado ni no, sencillamente no hay prueba alguna -al margen de la "Memoire" y de cuya fiabilidad ya hemos hablado- de que tales curaciones "milagrosas" existieran como tampoco menos de que tuvieran lugar mediante el concurso de actores pagados al efecto.
"Recientemente se ha descubierto que en Lirey se vendían a los peregrinos medallones con la imagen de la sábana." (Págs. 32-33)
¿Recientemente? Parece que de Arcis no es el único que tiene una extraña manera de medir el tiempo. Ya dijimos que el Plomo de Lirey se encontró, en realidad, en 1855.
"¿Cuántos peregrinos se resistirían a comprarlos tras ver sus tremendos poderes milagrosos, que incluso curaba a los cojos?" (Pág. 33)
Pues parece que se resistieron muchos porque el Plomo de Lirey es un ejemplar único. No hay ninguno más en parte alguna del mundo. Si de la existencia de un único ejemplar quiere extraer la idea de que existieron ventas masivas de este objeto, allá el autor con sus ideas.
Sin embargo hay algo más grave, que para el autor la historia del Sudario en Lirey se contiene en la Memoria de Arcis porque no menciona ningún documento más al respecto. Alucinante, pero cierto.
Claro que aún encontraremos más razones para "flipar en colores" con su resumen de las supuestas menciones al Sudario antes de Lirey, pero esto lo veremos en otra entrega de esta serie.
-Continuará-

 

Inauguramos una nueva sección (IV)

Viene de aquí

Tal vez consideren que la frontera que separa a la historia de la pseudohistoria es nítida. En muchos casos no lo es. Si esa diferencia pudiera establecerse por los temas que ocupan a una y otra sería sencillo advertir al primer vistazo si un escrito pertenece al género historiográfico o sólo lo pretende, pero lo que separa a la disciplina de su parodia es la metodología y eso ya no tiene porqué ser tan fácil de percibir.
Una búsqueda negligente de fuentes históricas equivale a comprar todas las papeletas en la rifa del desastre historiográfico, pero la mala praxis que con mayor frecuencia convierte en un bodrio lo que pretende ser Historia afecta a la crítica de dichas fuentes.
Todos somos (aunque algunos no lo parezcamos) seres humanos con filias y fobias, con creencias, ideologías... pero todo ello tiene que quedarse al margen en el momento en que estemos hablando de Historia. Debemos a Cornelio Tácito una declaración de principios que sigue siendo hoy tan válida como cuando el historiador romano la escribió hace unos mil novecientos años: "sine ira et studio". Sin embargo, la tentación de falsear la Historia para que sirva de apoyo de lo que creemos, de nuestra propia ideología... está siempre presente. Por ello la prudencia aconseja extremar las precauciones cuando estemos hablando de temas que susciten grandes controversias, ya que la misma polémica generada puede empujar (consciente o inconscientemente) a los participantes a seleccionar las fuentes históricas no por criterios objetivos sino porque corroboren la tesis que cada uno sostiene.
Hay algo especialmente grave, el ocultar (o tergiversar) aquellos datos que no sean favorables a lo que sostenemos. No es una mera cuestión ética (aunque también lo sea), es que hurtar elementos a una discusión supone su empobrecimiento y aumenta el peligro de error en los participantes, oyentes... No hay nada negativo en la polémica siempre que ésta se mantenga en los cauces de lo razonable. Al contrario, el contraste de datos, posiciones... es enriquecedor en grado sumo al menos para los que no tengan la mente más cerrada que la gatera de un submarino o tan abierta que se les escape el seso. Por otra parte, el silenciar datos puede interpretarse como una imposibilidad de contestarlos (y si ése es el caso no hay más que una salida, aceptar que estábamos equivocados) lo que supone fortalecer la posición de los que sostengan una tesis contraria a la nuestra.
Hay un segundo peligro, el reducir las posiciones de los adversarios a algo ridículo. No, lo malo no es el señalar lo que de absurdo pueda haber realmente en ellas (que es algo perfectamente legítimo) sino el falsear sus tesis de forma que aparezca como evidentemente ridículo lo que no lo es.
¿A qué viene este preámbulo? Vamos a verlo.
El Sr. Ares dedica el capítulo cuarto (titulado Viajes imaginarios) de su libro "La sábana santa ¡vaya timo!" a indagar la historia (de momento no nos pronunciaremos sobre si esa historia es real o supuesta) del Sudario antes de su aparición en Lirey a lo que ya dedicamos la entrega anterior de esta serie.
El autor comienza bien, exponiendo que resulta difícilmente explicable desde la postura pro-autenticidad del Sudario el silencio que todos los evangelios (tanto canónicos como apócrifos) que hablan de la Pasión guardan sobre la aparición de una figura humana en los lienzos sepulcrales de Cristo. Si consideramos la cantidad de "hechos" admirables que narran, esto supone una objeción muy seria. ¿Hay alguna razón para que los discípulos de Jesús silenciaran que en los paños que conservaron (si el Sudario fuera auténtico sólo podría haber sido guardado por ellos) estaba milagrosamente (eso tendría que parecerles) grabada la figura de Jesús? La capacidad propagandística de tan extraordinario objeto no hubiera dejado de ser empleada y, sin embargo, no existe la menor mención a ello.
No obstante, el Sr. Ares realiza una afirmación que creo conveniente puntualizar:
"No deja de ser extraño que lo que tal vez fuera la mejor prueba de la divinidad de Jesucristo no esté recogido en ellos, sobre todo si pensamos que los apócrifos sí hablan de la imagen de la Verónica. Recordemos lo que dice la tradición: durante la pasión, mientras Jesucristo cargaba con la cruz desde el palacio de Pilatos hasta el Calvario, una mujer de nombre Verónica (a veces llamada Berenice o Bernique), abriéndose paso entre la multitud y recibiendo insultos, calumnias y golpes, se acercó al rostro magullado, polvoriento y sangrante de Jesucristo y se lo enjuagó con un pañuelo. Cuando se retiró, vio que la imagen de Jesucristo había quedado grabada en él." (Pág. 35)
El autor está confundiendo dos cosas, lo que dicen los apócrifos sobre Verónica y la tradición sobre ella. Como después hablaremos de cómo se fue formando la leyenda sobre el Mandyllion a efectos de comparación haremos lo mismo con la leyenda de la Verónica.
A comienzos del S IV Eusebio de Cesarea en su Historia Eclesiástica (VII, 18 1-3) cuenta que en Cesarea de Filipo (o Paneas) existía un grupo escultórico realizado en bronce que representaba la curación de la hemorroísa (que según decían era oriunda de Cesarea de Filipo) según se narra en los Evangelios (Mt 9, 20ss, Mc 5, 25ss, Lc 8, 43ss). Según la tradición que recoge Eusebio, la escultura de Jesús reproducía su imagen.
Según el apócrifo del S V (en esta fecha tuvo lugar la redacción -supuestamente, una traducción del original escrito por Nicodemo en hebreo- que conocemos según se declara en el preámbulo de este escrito) conocido en la Edad Media como Hechos de Pilato y al que actualmente se denomina Evangelio de Nicodemo (Cap. VII) la mujer que sufría de flujos de sangre y que fue curada por Jesús se llamaba Verónica. Posiblemente, se había producido una metonimia entre el objeto y su propietaria porque la escultura mencionada por Eusebio era una vera (en latín verdadera) eicona (en griego imagen) de Jesús.
Otro apócrifo (cuya fecha se discute, pero posterior al S V) La muerte de Pilato o El evangelio de la muerte de Pilato añade nuevos datos a la leyenda. Según este escrito, el emperador Tiberio había enfermado de gravedad y conociendo la fama de Jesús como sanador envió a uno de los empleados de palacio de nombre Velusiano a Jerusalén. Allí Pilato le informa que ha sido ejecutado como malhechor. Después de entrevistarse con Pilato, Velusiano encuentra a Verónica que le informa de que ella había querido que un pintor retratase a Jesús y que cuando le llevaba el lienzo que se iba a emplear para ello se encontró con Jesús, que éste había tomado la tela y cuando se la devolvió aparecía en ella su retrato y que éste tenía propiedades sanadoras. Verónica accede a acompañar a Velusiano a Roma donde la visión del Rostro sana a Tiberio que decide castigar a Pilato pero éste se presenta revestido con la túnica o manto de Jesús que aplaca la furia del emperador que sólo puede castigar a Pilato cuando éste es despojado de la reliquia. Pilato se suicida y su cuerpo es arrojado al Tíber pero como a partir de ese momento los demonios pululan por Roma, tuvo que ser rescatado de las aguas y arrojado al Ródano en Viennes. Al repetirse los hechos, su cuerpo se llevó a Lausana para ser enterrado allí. Como los espíritus malignos seguían al cadáver donde estuviese fue finalmente arrojado a un lago solitario.
Un nuevo apócrifo que menciona a Verónica es La venganza del Salvador o El evangelio de la venganza del Salvador (S VII-VIII o quizás IX). Según este escrito, Tito cuando Jesús fue crucificado era rey de Aquitania y tenía su corte en una ciudad de Libia. Padecía un cáncer que le llagaba el rostro. Un judío llamado Natán acudía a Roma pero su nave fue desviada por el viento y acabó en Libia donde Tito pidió a Natán alguna cura para su enfermedad. Natán le habla de Jesús y sus milagros y cómo había sido crucificado por lo que Tito lamenta no haber podido contemplar su rostro momento en el que sana de su enfermedad por lo que decide vengarse de los judíos por haber matado a Jesús así que es bautizado por Natán y llama a Vespasiano que acude con sus soldados y juntos arrasan Judea. Una vez tomada Jerusalén comienzan a buscar el rostro de Jesús y les dicen que está en poder de Verónica. Escriben a Tiberio, que estaba enfermo de lepra, y piden que envíe a Velosiano. Cuando éste llega a Jerusalén, después de torturar a Verónica que negaba tenerlo en su poder, consigue el rostro que está en un lienzo. Embarca junto con Verónica (que no quiere separarse de la tela) hacia Roma en la que Tiberio contempla el Rostro, es sanado, se convierte y se hace bautizar por Natán.
Como verán, no aparece por ningún lado la tradición de que el rostro de Jesús quedó impreso en el lienzo con el que Verónica enjuagó el sudor y la sangre de Jesús camino del Calvario, leyenda que nace en torno al S XII al margen de los apócrifos en los que, por otra parte, el Rostro de la Verónica sólo aparece de forma muy tardía.
El Sr. Ares prosigue, también correctamente, señalando una segundo problema que deben explicar los defensores de la autenticidad del Sudario ¿dónde estuvo este objeto hasta su aparición en Lirey? Porque, en caso de ser auténtico, la Sindone sería la reliquia más extraordinaria de la cristiandad y, sin embargo, no existe la menor mención de ella ¿o quizás sí la haya? Por desgracia, el prometedor comienzo del capítulo pronto queda en nada. El Sr. Ares critica los trabajos de Ian Wilson del que dice:
"El viaje fantástico más famoso es el descrito por Ian Wilson en su libro The Turin Shroud, publicado en Londres en 1979. Ian Wilson es un historiador de Oxford metido a sindonólogo. Fue el primero, por ejemplo, que dijo que una imagen que se hallaba en Edesa en el siglo X (de la que hay referencias históricas) llamada mandyllion es la sábana de Turín." (Pág. 36)
Me permito realizar tres precisiones. La primera, y menos importante, es que el libro del Sr. Wilson vio su primera edición en 1978.
La segunda es ¿por qué se limita a examinar la teoría de Ian Wilson? Recordemos que la cuestión no es si el Sr. Wilson tiene o no razón sino si existen o no noticias históricas sobre el Sudario antes de su aparición en Lirey. Evidentemente, la identificación entre el Mandyllion y la Sindone es el intento más conocido de justificar el silencio documental sobre ese objeto, pero no es el único. Puesto que lo que sostiene el Sr. Ares es que no existen noticias antes de su aparición en Lirey tendría que examinar todos lo que el denomina "viajes imaginarios" porque el que el Sr. Wilson esté errado no supone que no existan otras teorías que sí puedan ser ciertas.
La última puntualización afecta al proceso de formación de la leyenda sobre el Mandyllion o Mandilión. Eusebio de Cesarea (sí, otra vez él) en su Historia Eclesiástica (recordemos, comienzos del S IV) reproduce (I, 18 6-10) la correspondencia cruzada entre el rey Abgar o Abgaro V Ukama (es decir, el Negro) de Edessa (la actual Urfa en Turquía). Según asegura Eusebio, estas cartas estaban en los archivos de la corte de Edessa y él mismo las había traducido desde el siríaco (arameo) al griego. ¿Qué cuentan estas cartas y el relato anexo? Que el rey Abgar padecía una enfermedad incurable por lo que, conociendo la fama de sanador de Jesús, le pidió que acudiese a su corte. Éste se niega porque tiene que cumplir su misión. Después de su crucifixión, resurrección y ascensión, Tomás envió a Edessa a Tadeo que realiza diversos milagros (entre ellos la curación del propio Agbar).
A finales del S IV o comienzos del V en la Doctrina de Tadeo ya aparece en escena un retrato que el enviado (Hannan o Ananías) del rey Agbar a Jesús para llevarle su misiva habría realizado de éste y que el monarca se apresura a colocar en un lugar de honor.
A finales del S VI se completa la leyenda, Evagrio en su Historia Eclesiástica asegura que el enviado no pudo realizar el retrato así que Jesús se colocó la tela sobre el rostro quedando éste milagrosamente impreso en aquélla. Ese retrato de Jesús es el Mandyllion.
Ahora que ya conocemos el proceso de formación de las leyendas sobre el Rostro de la Verónica y el Mandyllion (y por si no se han dado cuenta, la estructura profunda de ambas en su versión final es la misma, un rey enfermo envía un emisario que obtiene el milagrosamente impreso Rostro de Jesús. El monarca sana y se convierte) podemos darnos cuenta de la razón por la que parece absurdo el pretender que uno u otro objeto sean la Sindone, que resulta difícilmente explicable el que en sus inicios ninguna de ambas leyendas hable de una Faz de Cristo milagrosamente impresa en un lienzo, lo que sería lógico si ese Rostro existiese desde el S I (lo que sucedería necesariamente si la forma final de ambas leyendas correspondiese a la realidad histórica). Además, otras menciones como la de Sozomeno confirman el relato de Eusebio de Cesarea sobre la escultura de Cristo y la Hemorroisa mientras que la monja Egeria que peregrinó por Tierra Santa y zonas próximas entre el 381 y el 384 no hace la menor mención a que en Edessa (ciudad que también visitó) existiera ningún retrato equiparable al Mandyllion ni tampoco tradición alguna sobre este tema aunque sí habla de la (supuesta) correspondencia entre Abgar y Jesús. Como el Sr. Ares parece desconocer este proceso de formación de ambas leyendas (y si lo conoce no hace mención a ello ni obtiene, por tanto, la conclusión lógica sobre este tema, que ambas leyendas intentan ensalzar -primero como verdaderas imágenes y, posteriormente, como imágenes milagrosas- sendos iconos existentes en Edessa y en Roma) se pierde en una argumentación mucho más problemática para negar la identificación que hace el Sr. Wilson entre el Mandyllion y la Sábana Santa de Turín. Veámoslo:
"Esta teoría de Wilson no deja de ser una idea absurda, un invento ad hoc para justificar lo injustificable: en definitivas cuentas, un hecho imaginario: La verdad es que el propio nombre se opone a la tesis de Wilson: mandyllion es un mandil pequeño, ya que la terminación yllion es un diminutivo (algunos lo traducen por pañuelo)." (Pág. 36)
El problema de esa argumentación que el arameo mandila puede designar telas de tamaño muy variado lo que hace que se traduzca de forma muy diversa (unos traducen mandyllion como pañuelo, pero otros lo hacen como sudario e incluso podríamos hacerlo como mantel o toalla).
No obstante, hay algo más grave, que cuando se puede refutar una teoría de forma rigurosa (y se puede) el ampararse en una cuestión semántica (incluso si no fuera discutible) es eludir la responsabilidad que tiene un autor para sus lectores. El Sr. Ares cita pero ni explica ni refuta (siguiendo a Wilson y otros historiadores "sindonológos") las siguientes "pruebas" que demostrarían la identificación entre el Mandyllion y el Sudario:
"En 1982 se descubrió en los archivos vaticanos el manuscrito griego del sermón que el archidiácono Gregorio el Refendario de Santa Sofía pronunció el 16 de agosto de 944, cuando el mandilión llegó a la ciudad." (pág. 37)
Lo que el Sr. Ares omite decir es que ese sermón plantea, supuestamente, un problema. Por de pronto, asegura que la imagen se formó por las gotas de sudor que parecía sangre (Lc 23, 43-45) que emitió Jesús durante la Oración en el Monte de los Olivos (algo que, por cierto, contradice la versión antigua sobre este objeto que ya hemos visto) pero a continuación habla de la herida que manaba agua y sangre de su costado (Jn 19, 34). ¿Estaba estableciendo un paralelismo entre el inicio y el final de la Pasión marcados por la emisión de sudor y sangre y agua y sangre respectivamente o hay que entender que en el Mandyllion también aparecía la representación de la lanzada, algo que sería imposible si el Mandyllion solo representara el rostro de Jesús? Para que puedan hacerse Vds. su propia idea al respecto les enlazo el artículo Histoire ancienne du Linceul de Turin de A-M Dubarle en el que podrán encontrar la traducción francesa de los pasajes más significativos del sermón de Gregorio el Refendario, haciendo la advertencia de que esa traducción no es aceptada por todos los expertos en literatura bizantina.
"En la Biblioteca Nacional de Madrid se conserva una miniatura cuyo autor es Skylitres, que vivió de 1081 a 1118, en la que se reproduce la escena del emperador Romano Lecapeno besando la sábana al llegar desde Edesa." (Pág. 37)
¿No habíamos quedado en que el Mandyllion era una tela de tamaño pequeño? ¿Por qué ahora se convierte en una "sábana"? El Sr. Ares silencia la dificultad que plantea la miniatura citada. Para comprenderlo, comencemos por verla. Bien, habrán observado que Romano I Lecapeno (vestido de negro y con un manto rosado) besa el rostro impreso en una tela. A la izquierda (según el espectador) aparece una persona vestida de azul que está sosteniendo un trozo de tela rosada de tamaño considerable (como una sábana, más o menos). ¿Esa tela es continuación de aquélla en que aparece impreso el rostro o es otra completamente distinta? Si es lo primero, evidentemente el Mandyllion tendría un tamaño muy superior al de un simple pañuelo haciendo polvo el argumento empleado por el Sr. Ares. Lo segundo también puede sostenerse basándonos en la diferencia de color (la tela sobre la que se ve el Rostro es blanca mientras que ésta, ya lo dijimos, es rosada). Pero si es así ¿qué es esta tela? La verdad es que parece que sí es continuación (pese a la diferencia de color) de la que ostenta el Rostro. No obstante no tengan esto en consideración como prueba de nada porque pese a que el Sr. Ares afirme lo contrario, hay que hacer la necesaria advertencia sobre que el códex Skylitzes Matritensis no está iluminado por Juan Skylitzes ni corresponde, por tanto, a la datación indicada. Es una obra de finales del S XIII o comienzos del XIV y algunos autores creen que este códice se realizó en Sicilia. Para terminar de "empeorar" las cosas, la arquitectura (supuestamente de Constantinopla) que aparece en sus ilustraciones no corresponde con la realidad. Puesto que el miniaturista hizo un uso amplio de su fantasía ¿por qué hay que pensar que esa escena concreta sea veraz? Prosigamos.
"En 1201 Nicolás Mesarites confecciona una nueva lista, y allí sigue figurando la reliquia." (Pág. 37)
El escrito de Mesarites también plantea un problema. Habla de dos objetos distintos, la tela con la imagen no hecha por mano humana (acheiropoíetos) pero también de los lienzos funerarios de los que dice que envolvieron el cadáver desnudo de Jesús después de la Pasión. ¿Cómo sabía (o creía saber) Mesarites que el cuerpo de Jesús estaba desnudo?
Dejémonos de simplificaciones porque de la documentación conservada (es recomendable la recopilación realizada por Daniel C. Scavone aunque sus conclusiones sean muy discutibles por no decir que son insostenibles) está hablando, en realidad, de varios objetos distintos. (Véanse estos documentos al respecto) ¿Que Wilson se equivoca al identificar el Mandyllion con la Sábana Santa? No tengo la menor duda sencillamente porque las copias y reproducciones conservadas de este objeto (por ejemplo, ésta, ésta o ésta) no tienen el menor parecido con la representación que aparece en el Sudario con el que, además, hay una diferencia fundamental, que el Jesús del Mandyllion (como el del Keramion -otra imagen de Jesús supuestamente obtenida de forma milagrosa que se conservaba en Constantinopla, pero con un soporte de cerámica en vez de tela-) está vivo (ojos abiertos) y el Jesús de la Sábana Santa está, lógicamente, muerto (ojos cerrados). Pero contentarse con dar el mentís a Wilson sabe a poco porque de la documentación mencionada se desprende otra posibilidad, que además del Mandyllion existiera en Constantinopla una mortaja en la que aparecía la figura de Jesús de cuerpo entero, algo de lo que el Sr. Ares no sabe o no quiere saber nada.
Ya hemos visto que en Constantinopla había lienzos que, supuestamente, procedían del entierro de Jesús. Mesarites nos ha dejado la duda de porqué habla del cuerpo desnudo de Jesús que había sido envuelto en ellos. Un nuevo documento (que el Sr. Ares no menciona pese a que es muy importante para dilucidar esta cuestión) es la narración sobre la conquista de Constantinopla que escribió Robert de Clari (o Clary). Según esta fuente (en su traducción a francés moderno), en la iglesia de Santa María de Blanquernes:
"le sydoine où Notre Sire fut enveloppé y était, qui chaque vendredi se dressait tout droit, si bien qu’on pouvait y voir la figure de Notre Seigneur ". y
"ni ne sut-on oncques, ni Grec, ni Français, ce que ce sydoine devint quand la ville fut prise ".
Como podemos ver, a partir de este momento no importa mucho que el Sr. Wilson estuviera equivocado al identificar el Mandyllion con la Sábana Santa porque tenemos una fuente contemporánea (la crónica de Robert de Clari fue escrita en torno al 1205) que asegura que en Constantinopla antes de la conquista de esta ciudad durante la IV Cruzada (1204) existía un lienzo de gran tamaño en el que fue envuelto Jesús y en el que se podía ver bien su figura (no sólo su rostro como es el caso del Mandyllion). Este testimonio puede relacionarse con el antedicho de Mesarites sobre el cadáver desnudo de Jesús, pese a que no coincidan las iglesias (Mesarites habla de la de Faro en el Bucoleón, Robert de Clari de la de Santa María de Blanquernes) porque ambas son las iglesias de los palacios imperiales (el antiguo el Bucoleón, el moderno el de Blanquernes) por lo que no hay ningún problema en suponer un traslado de ese objeto del uno al otro, máxime cuando los basileus vivían en el palacio nuevo, en Blanquernes. Por cierto, Robert de Clari dice que en la iglesia de Faro estaban las "tabulae" del Mandyllion y el Keramion lo que apoya que el Mandyllion y la Sábana eran objetos distintos. Esa misma distinción aparece en la obra Otia imperialia (cc. 1212) de Gervasio de Tilbury en la que por un lado habla de la imagen de Edessa (III, 23) y, por otro (III, 24), de cómo las santas mujeres colocaron sobre el cadáver de Jesús un lienzo de lino tan grande que le cubría por entero y que al levantarlo encontraron que su figura había quedado impresa en él. A partir de este momento podemos establecer dos historias distintas, por un lado el Mandyllion, por otro la Sábana.
"El 1 de agosto de 1205, Teodoro Ángel Comneno, nieto de Isaac II, emperador de Constantinopla, escribe una carta al papa Inocencio III, organizador de la cuarta cruzada, quejándose de los desmanes y robos de los cruzados, y le pide que sea devuelta la reliquia." (Pág. 37)
Lo que el Sr. Ares no dice sobre ese documento es que en él la reliquia (la más preciada, según su autor) cuya devolución se solicita es la tela de lino en que Jesús fue envuelto después de su muerte y que en ese momento se encontraba (la reliquia) en Atenas lo que tiene su importancia por lo que después veremos.
"A principios del S XIII, dos arzobispos de Besançon, de nombre Binet y Mathieu, hablan de la presencia de una "sábana santa" en la ciudad." (Pág. 37)
El autor no se da cuenta de que acaba de contradecirse porque antes aseguró (Pág. 17) que el Sudario de Besançon apareció en 1523. ¿Principios del S XIII o S XVI, en qué fecha aparece realmente el Sudario de Besançon? Relean la cita anterior. ¿Qué entienden? Yo entiendo que se conserva algún tipo de documento de principios del S XIII en el que dos arzobispos de Besançon de nombres Binet y Mathieu hablan de la presencia de una "sábana santa" en esa ciudad y en ese momento. ¿Qué hay de cierto en ello? Nada, porque los arzobispos de Besançon Jacques Marie Adrien Cesaire Mathieu y Charles Henri Joseph Binet lo fueron del 22 de junio de 1834 al 9 de julio de 1875 y del 31 de octubre de 1927 al 15 de julio de 1936 respectivamente. ¿En qué se basan uno y otro para hablar de la presencia a comienzos del S XIII del Sudario de Besançon en esa ciudad? Pues en leyendas que existían en la ciudad, pero no hay la menor prueba documental contemporánea (ni cosa que se le parezca) al "hecho" de que a comienzos del S XIII apareciera el Sudario en Besançon que tendrá que esperar a 1523 para entrar en la historia (en la de las falsas reliquias según vimos en su momento).
Continúa el Sr. Ares hablando de las diversas teorías que se proponen para explicar cómo llegó el Sudario a Besançon a comienzos del S XIII sin enterarse (o al menos sin decirlo) de que no existe la menor prueba de que haya algo que necesite explicación, pero antes de entrar en este tema espero que me disculpen el añadir algunos datos sobre el Mandyllion porque de tanto hablar de él, la verdad sea dicha es que le he tomado cariño.
En 1207 nuestro viejo conocido Nicolás Mesarites pronuncia en Constantinopla el elogio funebre de su hermano Juan. En él asegura que están aquí (en Constantinopla) tanto el Mandylion como el Keramion pero no dice nada de los lienzos sepulcrales.
En 1239 el emperador latino Balduino II vende a Luis IX (san Luis) de Francia multitud de reliquias entre las que se encuentra la "Sancta toellam tabulae inserta". ¿Se trata del Mandyllion? Pues es posible, porque en 1534 nos encontramos con esta descripción:
"Après plusieurs difficultés a esté finallement trouvée en un grand reliquaire et tableau garny d’argent surdoré, où il y a apparence d’une effigie, ladite trelle comme consommée contre ledit tableau, autour, environ et dans ladite effigie".
(Fuente: Artículo Histoire du linceul de Turin. A-M Dubarle.)
Si es así, el Mandyllion acabó en Francia en el S XIII y después no se sabe nada más sobre él salvo que se conservaba con las restantes reliquias en la Sainte Chapelle.
Volvamos con la Sábana. Después de que Teodoro Ángel Comneno afirme que estaba en Atenas no se sabe nada más pese al intento de algunos de situarla en Besançon. Al respecto el Sr. Ares dice:
"1.En 1208, el duque de Atenas Othon de la Roche la envió a su padre, residente cerca de Besançon, donde se habría realizado al menos una copia (el sudario de Besançon del que ya hemos hablado, destruido por la Revolución Francesa en 1794)." (Pág. 38)
La leyenda de la que ya hemos hablado al comentar aquello tan gracioso de los arzobispos de Besançon y el S XIII fue puesta por escrito por el padre Loye en "La ville de Saint-Hippolyte" Jacquin, 1909. Besançon. En resumen dice que Othon de la Roche la robó durante el saqueo de Constantinopla y la envió a su padre Ponce de la Roche que la donó a la catedral de Besançon. Allí permaneció hasta la destrucción por un incendio de la seo en 1349 cuando desapareció. No se quemó sino que fue robada por un miembro de la familia de la Roche, por Jeanne de Vergy que al año siguiente la aportó como dote al matrimonio que contrajo con Geoffroi I de Charny. No obstante, ella hizo confeccionar una copia que envió a Besançon.
(Fuente: Artículo La Première Captivité de Geoffroy de Charny et l´acquisition du Linceul . André-Marie Dubarle.)
Prescindiendo de leyendas sin base documental alguna, hay algunas cuestiones que debemos plantear. Ya hemos visto que hay una mención expresa a un objeto similar a la Sábana Santa en Constantinopla en 1204 (y esto no es ningún "viaje imaginario"). Robert de Clari nos dice que después del saqueo desapareció de la iglesia de Santa María de Blanquernes. La carta de Teodoro Ángel Comneno nos dice que el Sudario en que Jesús fue envuelto estaba en Atenas en 1205. ¿Hay algo aunque sea en un terreno hipotético que pueda ligar esas dos menciones?
En 1204 Othon de la Roche era uno de los caballeros que participó en la conquista y saqueo de Constantinopla. Al parecer se hospedó en Blanquernes. En 1205 Othon de la Roche era Señor de Atenas. Ello parece señalar que fue Othon de la Roche el que se apropió de ese objeto. La bisnieta de Othon de la Roche fue Jeanne de Vergy a la que todo apunta como donante del Sudario de Lirey al que actualmente conocemos como Sábana Santa de Turín.
¿Quiere eso decir que la Sábana de Blanquernes es la Sindone turinesa y que es realmente el Sudario de Jesús? Eso en realidad son dos problemas distintos. El primero es improbable (por la datación por C-14) pero no imposible aunque para poderlo sostener fuera del terreno de la hipótesis tendríamos que presentar pruebas documentales de dos cosas, la primera de que Othon de la Roche realmente robó la Sábana de Blanquernes (las circunstancias le señalan, pero nada más), la segunda de que aunque fuera él el ladrón de este objeto habría que demostrar que llegó por herencia a Jeanne de Vergy. Es más probable que en la familia de la Roche existiera el recuerdo de ese objeto y algún miembro de la familia (no necesariamente Jeanne) mandara reproducirlo.
El segundo problema es hoy por hoy insostenible. Aunque pudiéramos demostrar (que no podemos) que la Sábana de Blanquernes es el mismo objeto que la Sindone turinesa eso no supone resolver el dilema que ya vimos ¿por qué no existe ninguna mención a la que sería la reliquia más portentosa de la cristiandad antes de (en este caso de Constantinopla) comienzos del S XIII? Habríamos avanzado 150 años, pero aún estaríamos muy lejos del año 30 (aproximadamente).
Volvamos al texto del Sr. Ares:
"La anterior es una historia totalmente fantástica. Pensar que un pañuelo (mandyllion) pueda ser una gran sábana doblada es ya una idiotez, sin más matizaciones." (Pág. 38)
Por supuesto, cada persona es muy libre de considerar como una idiotez lo que estime conveniente, pero el que la teoría del Sr. Wilson sea errónea (y lo es por razones mucho más profundas que una mera cuestión semántica como es que los documentos contemporáneos hablan del Mandyllion y el Sudario como objetos distintos) no significa que sea prescindible sin más. Evidentemente el Mandyllion no es la Sábana Santa pero del análisis de la documentación aportada por el Sr. Wilson y otros historiadores "sindonólogos" obtenemos conclusiones interesantes (aunque sean opuestas a lo que ellos sostienen), que en Constantinopla a comienzos del S XIII existía un objeto semejante a la Sindone y que la fama de ese objeto llegó rápidamente a occidente (Otia imperialia de Gervasio de Tilbury). Minusvalorar (mejor dicho, ocultar) eso me parece no una estupidez pero sí un inmenso error tanto por el rigor exigible (por mucho que sea una obra de divulgación) en cualquier escrito que trate sobre temas históricos como por lo que supone de disminución de la información transmitida a los lectores que debe ser tan completa como se pueda.
"Y si se cae el mandyllion como hipótesis, también se viene abajo todo el resto, pues esa historia no es nada más que una colección de anécdotas de personas que hablan de imágenes de Cristo. Nada más. Afirmar que todas ellas son la misma imagen son ganas de creer." (Pág. 38)
Alucinante. Que de esas fuentes ("colección de anécdotas de personas que hablan de imágenes de Cristo" dice el autor y se queda tan pancho) se desprenda la existencia en Constantinopla a inicios del S XIII de un objeto similar a la Sindone es algo que se viene abajo porque ese Sudario no sea el Mandyllion (repítanlo como si fuera un mantra 666 veces a ver si terminan por creerse esa chorrada). ¿Por qué me estará (prescindiendo de mi natural malevolencia, de mi malquerencia por el autor y demás supuestos e inexistentes sentimientos adversos) dando la sensación de que el Sr. Ares no tiene ni idea de lo que está hablando?
"Entre los siglos VI y VIII empezaron a aparecer imágenes supuestamente no realizadas por manos humanas (acheiropoíetos). Todas ellas tienen características comunes: son monocromáticas de color rojizo, debido sin duda a que reproducen la tradición de la Verónica y pretenden que la imagen se ha formado por sudor de sangre." (Pág. 38)
La ternilla por los suelos. Por de pronto ¿cómo pueden surgir en los S. VI-VIII unas imágenes que responden a una tradición (la de la Verónica limpiando con su paño el sudor y la sangre de Cristo camino del Calvario) que no apareció hasta el S XII? Porque las menciones a la Verónica que hemos visto en los Apócrifos no hablan para nada de sudores sangrientos de Jesús. El tono rojizo de alguna de esas representaciones se explica por una tradición oriental (que hemos visto reflejada en el sermón de Gregorio el Refendario) según la cual el retrato habría quedado impreso por el sudor sangriento de Jesús durante la Oración en el Huerto.
Para comprobar que algo falla en las afirmaciones del Sr. Ares basta con irnos al Liber Pontificalis, a la vida de Esteban II (en realidad es Esteban III, pero como su predecesor Esteban II falleció antes de su investidura formal como Papa no lo tuvieron en cuenta para el ordinal de su sucesor) que fue Sumo Pontífice entre el 752 y el 757. Allí se nos dice que ante el peligro que representaban los Longobardos (o Lombardos) bajo el mando de Astolfo, el Papa decidió realizar una procesión para solicitar la protección celestial contra dicha amenaza:
"In una verum dierum cum multa humilitate solite procedens in letania cum sacratissima imagine domini Dei et salvatoris nostri Iesu Christi quae acheropsita nuncupatur..."
¿Cuál es esa imagen a la que se denomina acheropsita? Pues el acheropsita (o acheiropoíetos) que se conserva en el Sancta Sanctorum de San Juan de Letrán y que podrán contemplar en la fotografía ampliable incluida en esta página. Aunque el resto del cuerpo está tapado por la decoración de orfebrería, esta imagen (posiblemente realizada en los S V-VI) presenta un Jesús de cuerpo entero, vestido, sedente y con el libro de la Ley en la mano izquierda y la derecha en actitud de impartir la bendición. Así pues, ni monocromática, ni rojiza, ni sudor sangriento, ni tradición de la Verónica, ni puñetas en vinagre. Es más, incluso hay representaciones supuestamente no realizadas por mano humana de la Virgen como la Madonna Acheropita de Rossano que ya me contarán cómo encaja con la leyenda de la Verónica (bueno, tal vez Verónica se pasara toda su mítica existencia enjugando con paños de todos los tamaños los abundantes sudores de la familia entera de Jesús). Sarcasmos aparte, sencillamente las imágenes supuestamente acheiropoíetos no nacen de la leyenda de la Verónica sino que, al contrario, los velos de la Verónica se basan en una clase especial de acheiropoíetos, los vinculados al Mandyllion (que como ya dijimos tienen sus propias leyendas y tradiciones).
Ya que estamos hablando de todo ello, el supuesto Velo de la Verónica (que supuestamente se conserva en la Basílica de San Pedro en el Vaticano) no apareció hasta el S XII. Según algunas fuentes (carta del cardenal Salviati a Castiglione) fue destruido durante el Saco de Roma efectuado por el ejército de Carlos I de España y V de Alemania en 1527. No obstante, en fechas posteriores se siguió ostentado. Se ignora si se trata de una copia (en caso de que fuera realmente quemado en el S XVI) o del original y las noticias que señalan su destrucción por las tropas hispano-alemanas son erróneas. En cualquier caso, hace mucho que no se ostenta porque la imagen (según declaraciones de testigos de los S XIX y XX) del Rostro se ha desdibujado y prácticamente ha desaparecido. Para hacernos una idea de su aspecto tenemos que recurrir a copias antiguas como el Santo Rostro de Jaén. Por contra, otras imágenes que a veces se presentan como copia del Velo de la Verónica como la Sainte Face de Laon dada su procedencia oriental (búlgara en este caso a juzgar por la inscripción en paleoeslavo) es más probable que se inspiren directamente en el Mandyllion. Prosigamos:
"Ahora se nos cuenta otra historia muy diferente: que se pusieron de moda los paños de la Verónica -el mandyllion era uno de ellos- y que otros lienzos con el rostro de Cristo pueden ser el mandyllion o no." (Pág. 38)
La realidad es justo la contraria, no es que el Mandyllion fuera un Velo de la Verónica sino que el Velo de la Verónica es una copia del Mandyllion. Olvidarse de la cronología suele ocasionar estos problemas...
"También que en Besançon hicieron una copia de la sábana, evidentemente para justificar la existencia de dos. Pero éstas son hipótesis traídas por los pelos. Mucho más razonable es pensar que se hizo una falsificación en Lirey y otra en Besançon, de características parecidas, en épocas parecidas y por motivos parecidos." (Págs. 38-39)
Puffff. Veamos. El Sudario de Lirey está documentado en el S XIV, el de Besançon en el S XVI. El Sudario de Lirey representa una doble imagen del cuerpo de Jesús, de frente y de espalda; el de Besançon sólo de frente. El Sudario de Lirey tiene una gran calidad artística, el de Besançon, a juzgar por las reproducciones conservadas, era una chapuza. De todo esto, el Sr. Ares deduce que lo razonable es pensar que ambos fueron realizados con características parecidas (¿?), en épocas parecidas (¿?) y por motivos parecidos (¿?) (ignoro en qué se basa el Sr. Ares para pensar que conoce los motivos por los que se creó el Sudario de Lirey).
"Ahora bien, si la historia de Wilson y sus seguidores les ha resultado fantástica, esperen a oír la de Antonio Lombatti (Il Graal e la Sindone), en la que se mezclan el grial, los templarios y la sábana santa. ¡Vaya sopa!" (Pág. 39)
Pues esperen a oírla, pero esperen sentados porque aquí concluye el capítulo sin que el autor explique (y mucho menos refute) nada sobre esa sopa que, por su origen italiano, debe ser una minestrone.
De forma tan deplorable termina la sección histórica del texto. A continuación comienza la parte científica de la que también hablaremos aunque antes tendremos que realizar unas apostillas para responder a afirmaciones de los escritores pro-autenticidad del Sudario que no han sido tomadas en consideración por el Sr. Ares, por ejemplo, ¿es cierto que existe una representación de la Sindone en el Códex Pray (S XII)? ¿Es cierto que existe una copia del rostro de la Sindone en la iglesia templaria de Templecombe?
-Continuará-

 

Apostillas a La sábana santa ¡vaya timo!

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Viene de aquí

Dado que la función de esta crítica (como la de todas las demás contenidas en este boboblog) no es sólo la de exponer lo que de bueno (casi nada) y de malo (casi todo) haya en el texto "La sábana santa ¡vaya timo!" sino también el transmitir información que pueda serles útil (no sé para qué, pero en fin...), he creído interesante añadir algunas palabras sobre afirmaciones relacionadas con la historia de la Sindone que no han sido incluidas (el autor sabrá el porqué) por el Sr. Ares en el libro que nos ocupa.

Por intentar introducir un poco de orden en el caos formado por las diversas y a menudo contradictorias hipótesis planteadas por los historiadores "sindonólogos" volvamos hacia atrás. A principios del S XIII se documenta la existencia en Constantinopla de un objeto semejante a la Sábana Santa que aparece en Lirey en la segunda mitad del S XIV (y que es la misma que hoy se conserva en Turín).

Incluso si aceptásemos la hipótesis de que el Sudario constantinopolitano y el de Lirey-Turín son un mismo objeto, tendríamos que resolver dos problemas: ¿dónde estuvo antes de inicios del S XIII? y ¿dónde estuvo desde 1205 hasta su reaparición en Lirey?

El Sr. Wilson y sus seguidores tienen muy clara la respuesta a la primera pregunta. Por un lado identifican el Sudario con el Mandilión y, por otro, aceptan como históricamente verdadera la leyenda que cuentan Evagrio y el anónimo autor de los Hechos de Tadeo (pero no toman en consideración el cómo se formó la imagen acheropoíetos) y ya estaría el problema resuelto si prescindiéramos de dos "pequeños" detalles: que el Mandyllion no es el Sudario (como ya vimos en la anterior entrega de esta crítica seriada) y que Evagrio escribió su obra a finales del S VI (los Hechos de Tadeo son, posiblemente, del S VII). Los autores que trataron este tema antes que él o no mencionan la existencia de ningún retrato (Eusebio de Cesarea y la monja Egeria) o se refieren a él como una obra humana (el anónimo autor de la Doctrina de Tadeo).

No obstante, ya dijimos que sería un error el pensar que todos los historiadores "sindonólogos" comparten la hipótesis del Sr. Wilson y sus seguidores. Otros (de forma más acertada) consideran que el Mandilión y el Sudario de Constantinopla son dos objetos diferentes lo que, por descontado, conlleva la necesidad de dar una respuesta distinta a la pregunta ¿dónde estuvo el Sudario antes de comienzos del S XIII?

La existencia de un Sudario (entiéndase que nos referimos a un lienzo de tamaño suficiente para envolver en él el cuerpo de Jesús) en Bizancio está documentada en el año 958 puesto que es mencionado en una carta de Constantino VII en la que figura una relación de reliquias relacionadas con la Pasión que se conservan en Constantinopla.

Supongamos que ese Sudario sea el mismo que fue descrito por Robert de Clari pese a que antes de él ninguna de las fuentes conservadas diga (ni siquiera sugiera, con la excepción de Mesarites) que en él aparecía la figura de Jesús yacente. Incluso en ese caso estamos en el S X y el periodo temporal a cubrir hasta el año 30 (aproximadamente) es aún muy dilatado.

Para salvar ese lapso se propone que el Sudario constantinopolitano es el mismo Sudario conservado en una iglesia jerosolimitana que está documentado desde cc. el año 670 cuando el obispo (que posiblemente no fuera tal) francés Arculfo (o Arculf, Arculfus...) de Périgueux contó al abad Adamnan (posteriormente fue canonizado así que es san Adamnan) los recuerdos de su peregrinación por Tierra Santa. El futuro santo escribió sobre esa narración una obra titulada Arculfi relatio de Locis Sanctis más conocida por su nombre abreviado De Locis Sanctis. ¿Qué dicen Arculfo-Adamnan al respecto? Pueden verlo por Vds. mismos en la traducción inglesa antes enlazada en el Libro I Capítulo XI, pero por si no quieren tomarse esa molestia (ya se sabe que en verano se hace un tanto cuesta arriba el leer esas cosas) dice que Arculfo vio con sus propios ojos en Jerusalén el Sudario que estuvo sobre la cabeza de Jesús en el Sepulcro. A continuación cuenta la "historia" de este objeto y termina diciendo que el propio Arculfo pudo besarlo. Concluye diciendo que medía unos ochos pies (aproximadamente 2,40 metros) de altura

Curiosamente, la narración de Arculfo-Adamnan sobre este objeto intenta ser empleada tanto por los historiadores "sindonólogos" como por los historiadores "pañolólogos" (entiéndase, los que se dedican a intentar reconstruir la historia del Sudario que se conserva en la catedral de Oviedo, conocido popularmente como el Pañolón) para arrimar el ascua a su sardina... pese a que no concuerda (o tal vez por ello) con ninguna de ambas "reliquias".

Como la Sábana turinesa ha hecho correr ríos de tinta pero no tiene nada que ver con España (bueno, salvo que aquí hay un montón de copias -alguna "milagrosamente" obtenida- de la Sindone) me permitirán que mezcle churras con merinas (con lo que obtendré una oveja que no será buena ni para carne ni para lana -por si no lo sabían, eso es lo que significa el refrán que dice que no hay que mezclar [ovejas] churras con [ovejas] merinas-), me ponga en plan patriotero y trate de nuestras falsas reliquias, tan merecedoras de atención como las falsas reliquias ajenas. Decíamos que el dúo Arculfo-Adamnan indica que el Sudario había estado sobre la cabeza de Jesús. Es, pues, un sudario en el sentido estricto del término como el Pañolón, pero no como la Sábana que en sentido estricto es una mortaja, no un sudario (no se preocupen por la distinción entre ambos términos que la R.A.E., cuyos designios son inescrutables, ya se ha encargado de borrar la diferencia entre ambos). No obstante, nuestros escritores al alimón también dicen que su altura era aproximadamente de 2,40 metros (¿sería un sudario bilbaíno?). El Pañolón mide 85 x 52 centímetros (también de forma aproximada) y la Sábana 4,3 x 1,1 metros (también aproximadamente), es decir, el Pañolón es mucho más pequeño y la Sindone mucho más grande de lo indicado por Arculfo-Adamnan.

No obstante, como no es cuestión de que la realidad estropee las hipótesis sindonólogas-pañolólogas, ese "pequeño" problema es resuelto por los historiadores "pañolólogos" olvidándose sistemáticamente de citar el dato de las medidas expresadas mientras los historiadores "sindonólogos" recurren a una doble explicación:

a) El lienzo que vio Arculfo estaba doblado (Arculfo no dice nada de eso).

b) El "obispo" se estaba refiriendo a los antiguos pies piamonteses con lo que ocho pies equivaldrían a unos 4 metros (si alguien consigue explicarme por qué un francés del Périgueux que hablaba con el abad de un monasterio irlandés iba a emplear una medida de longitud piamontesa tendrá mi más sincera gratitud).

No obstante, "pintan bastos" para unos y otros si consideramos que el dúo Arculfo-Adamnan no menciona que en el Sudario hubiera manchas de sangre (perfectamente visibles en el Pañolón) como tampoco que en él hubiera una figura de Jesús. Contrasta esa "amnesia" con la descripción que hace de otro lienzo de mayor tamaño existente en Jerusalén (vean el Libro I Capítulo XII) del que menciona que aparece en él la figura de Jesús (y antes de que nadie proponga identificar ese otro lienzo con la Sindone que recuerde que también aparecían las figuras de los Doce Apóstoles) además de precisar que era de color rojizo por una cara y verde por la otra.

Posiblemente este Sudario es el mismo que en torno al año 808 estaba en la iglesia del Santo Sepulcro de Jerusalén según se menciona en el Commemoratorium de Casis Dei vel monasteriis.

Olvidémonos (es un decir) de estos problemas puesto que el tamaño no importa (jua, jua) y supongamos que, pese a todo, el Sudario de Jerusalén es el mismo objeto que el Sudario de Constantinopla. Incluso así ¿dónde habría estado antes del S VII?

En torno a los años 560-570, un peregrino anónimo de Piacenza realizó su peregrinaje por Tierra Santa. Redactó una obra conocida como Itinerarium Antonini Placentini en la que afirma que una comunidad de siete monjas que residían en una cueva en la otra orilla del río Jordán custodiaban, según se decía, el Sudario que estuvo sobre la frente del Señor. Nuevamente se trata de un sudario en el sentido estricto del término que mal puede casar con la Sindone, pero el hecho de que el peregrino no llegara a verlo (en caso contrario no tiene sentido que empleara la expresión "dicitur" -se dice-) ni, por tanto, a describirlo nos impide mayores precisiones. Supongamos, no obstante, que ese Sudario de la cueva-monasterio del río Jordán fuera el mismo objeto que el Sudario de Constantinopla. Incluso así ¿dónde habría estado antes del S VI?

Ahora sí que nos quedamos sin respuesta. No es sólo que las menciones sean tan problemáticas (o tan imposibles de identificar con la Sindone de la que habla Robert de Clari, si lo prefieren) como las antedichas, es que ahora no hay nada de nada. Ante esa situación, los historiadores "sindonólogos" no "mandylliónogos" suelen optar por una de estas dos opciones:

a) Intentar justificar el silencio documental con referencias a las persecuciones padecidas por los cristianos lo que podría haber creado un clima de secretismo alrededor del Sudario para evitar su pérdida. Incluso si prescindimos del hecho de que tales persecuciones no fueron continuas sino puntuales ya que la mayor parte del tiempo los cristianos gozaron de una cierta libertad religiosa, nos encontraríamos con la dificultad de explicar porqué al convertirse el cristianismo en una religión primero tolerada (Edicto de Nicomedia, año 311), posteriormente igualada a las restantes religiones (Edicto de Milán, año 313) y, por último, convertida en la religión oficial del Imperio Romano (Edicto de Tesalónica, año 380) sigue sin haber noticias de la existencia de tal lienzo.

b) Intentar llenar el hueco a cualquier precio. Si las referencias anteriores al S XIII (aunque ya hemos visto que el(los) Sudario(s) a que menciona(n) no tienen nada que ver con un paño con la figura de Cristo "milagrosamente" impresa) merecen al menos ser tomadas en consideración aunque sólo sea para negar su identificación con el Sudario de Constantinopla, ahora ya ni eso. Por muchas vueltas que se le quiera dar a la fuente, el que en una bula del papa Eusebio del año 309 se diga que durante la misa el altar de las iglesias debe estar cubierto con un paño de lino en conmemoración del Sudario del Señor no dice nada sobre que tal objeto existiese en ese momento. Sencillamente, es un reflejo de los escritos neotestamentarios. El que Nonnos de Panópolis en el S V hable de que el Sudario de Jesús estaba sujeto con un nudo detrás de la cabellera tampoco prueba nada sobre que existiera en ese momento. El que san Braulio de Zaragoza en el S VII en una carta dirigida al presbítero Tayos manifieste su seguridad en que los Apóstoles conservaron para tiempos futuros el Sudario en que Jesús fue envuelto junto con otros objetos semejantes, tampoco dice nada sobre la existencia real de tal lienzo. Es más, si san Braulio hubiera tenido alguna noticia de que dicho objeto se conservaba en algún lugar concreto no hubiera dejado de indicarlo, pero no lo hace.

Como la historia del Sudario de Constantinopla antes del S XIII tiene más agujeros que un cedazo apolillado (y eso siendo benevolentes porque si nos ponemos en plan estricto diríamos que tiene una historia inexistente) los historiadores sindonólogos se han esforzado en encontrar alguna prueba que demuestre, al menos, que no estamos hablando de una "reliquia" recién fabricada (entiéndase, recién fabricada en ese momento histórico). Creyeron encontrarla en el Códex Pray (sí, con tanta mención a códices varios esto comienza a parecer "El nombre de la rosa" así que, por si acaso, no se chupen el dedo ni en sentido literal ni metafórico).

El Códex Pray es un manuscrito iluminado que se conserva en la Biblioteca Nacional de Budapest. Está datado en el periodo 1192-1195. Fue bautizado así por el apellido del jesuíta (György Pray) que lo estudió por primera vez. Supongo que estarán pensando que se alegran mucho, que todo eso está muy bien pero ¿qué tiene que ver con la Sábana Santa?

Comencemos por el principio, por ver la miniatura de la discordia. Bien. Supongamos que el enlace ha funcionado (algo que cada vez se me antoja más cercano a lo milagroso), que Vds. han contemplado la imagen, que la habrán vuelto a mirar y que seguirán sin saber qué tiene esto que ver con la Sindone. Recurramos a los buenos oficios de los sindonólogos que con esta imagen intentan explicar el misterio. Verán que hay dos zonas marcadas en color azul y verde. Según los sindonólogos, en ellas aparecen los mismos agujeros que hay en la Sábana Santa y que siempre se habían explicado como fruto de las gotas de plata fundida (procedentes del cofre-relicario en el que se guardaba) que atravesaron el lienzo durante el incendio de la capilla ducal de Chambery (en cuya sacristía se conservaba entonces la Sindone) el 4 de diciembre de 1532, suceso en el que también se quemó parte del lienzo.

Ahora que ya sabemos lo que tenemos que mirar, veamos la imagen ampliada. Un ángel se aparece a las tres mujeres (María Magdalena, María la de Santiago y Salomé) según la narración de Marcos (16, 1-8) cuando, según este evangelista, se dirigían a embalsamar con perfumes el cuerpo de Jesús. Curiosamente, la escena superior muestra a José de Arimatea, Nicodemo y al discípulo amado (al que la tradición identifica con san Juan Evangelista) ungiendo con mirra y áloe el cuerpo de Jesús durante su entierro (lo que hacía innecesaria la visita de las mujeres para embalsamar un cadáver que ya lo estaba) en una interpretación muy personal del Evangelio de Juan (19, 39-40), pero, evidentemente, el maestro iluminador no es responsable de las contradicciones entre los distintos evangelistas.

Volvamos a la imagen. El ángel, según los evangelios sinópticos, muestra a las mujeres el sepulcro de Jesús vacío (Mt. 28, 5-7; Mc. 16, 5-6; Lc. 24, 1-7 aunque en éste los ángeles -son dos- aparecen cuando las mujeres ya han visto el sepulcro sin cadáver). Esa escena es la que se representa en esta miniatura. Lo que los sindonólogos consideran que es la Sábana Santa (y eso que no aparece ninguna figura de Jesús por parte alguna) son tres objetos distintos, diferenciados por su ornamentación diferente: uno con una decoración de cruces rojas, otro con una decoración de formas geométricas en negro y una tela con decoración de cruces negras. Vuelvan a ver la imagen para comprobarlo. Las dos primeras (que son en las que aparecen los círculos que, supuestamente, se corresponden con los agujeros de la Sábana Santa) no tienen un aspecto similar a telas de ningún tipo. Son, posiblemente, un sarcófago de piedra y su tapa, según una representación tradicional en la iconografía cristiana que convierte el sepulcro excavado en la roca en un sarcófago.

La tela es de pequeño tamaño (posíblemente habría que relacionarla con el sudario que había estado sobre su cabeza del que habla Juan) y, por ello, tampoco admite identificación con la Sábana Santa. Las decoraciones con cruces, círculos y formas geométricas aparecen en otras miniaturas del mismo códice. Sin ir más lejos, el vestido de la mujer que está en el medio de las tres tiene una ornamentación con cruces negras, la decoración con círculos pueden encontrarla en el trono en el que se sienta Jesús en esta miniatura y la ornamentación geométrica combinada con círculos en el cíngulo del paño de pureza de Jesús en esta miniatura del Descendimiento.

Permítanme añadir una última reflexión sobre este tema, si el anónimo autor de estas miniaturas hubiera contemplado la Sábana Santa ¿por qué el rostro de Jesús es tan diferente incluso en detalles evidentes? Como pueden advertir en las imágenes enlazadas, el Jesús de estas miniaturas tiene la barba muy corta en contraste con los largos cabellos mientras que el Jesús de la Sindone tiene barba larga.

No obstante, pueden tener Vds. noticias de que los sindonólogos apoyan su identificación entre la Sindone y el Códex Pray en detalles como que Cristo está desnudo, con la manos cruzadas sobre el pubis... y demás evidentes coincidencias (para ellos, claro). Las respuestas a esos argumentos pueden encontrarlas en el muy recomendable artículo de Paul-Éric Blanrue titulado Le Codex Pray prouve-t-il que le "suaire" de Turin a été mal daté?. No se preocupen si no hablan francés porque las ilustraciones son bastante claras por sí mismas, pero por si necesitan alguna ayuda, lo que demuestra el Sr. Blanrue es que las características que los sindonólogos atribuyen a la figura de la Sábana Santa están presentes, en realidad, en numerosas obras de artes anteriores a su aparición en Lirey, es decir, que corresponden a convenciones en la iconografía cristiana de la época.

Aclaradas las cuestiones relacionadas con el Códice Pray (que, por desgracia, se ha hecho famoso por este asunto cuando es importantísimo por sí mismo ya que, entre otras cosas, contiene el texto en húngaro más antiguo que se conserva) podemos seguir adelante.

Si las afirmaciones de los historiadores "sindonólogos" sobre la existencia de la Sábana Santa (o de algún lienzo similar) antes de comienzos del S XIII son insostenibles ¿qué sucede con el periodo comprendido entre 1205 y la aparición del Sudario en Lirey en la segunda mitad del S XIV? Hemos visto como básicamente existen dos corrientes entre los sindonólogos, los sindonólogos mandyllionólogos y los sindonólogos sudariólogos (permítanme aclarar que en esas denominaciones no hay la menor intención burlesca por mi parte). Si las hipótesis que plantean unos y otros sobre la historia de la Sábana Santa son completamente diferentes y contradictorias entre sí hasta Constantinopla, después del saqueo de Bizancio vuelven a diverger.

Para los sindonólogos sudariólogos (es decir, para aquéllos que no aceptan la identificación del Sudario con el Mandilión) esa historia es bastante clara. Othon de la Roche se apoderó del Sudario que se conservaba en la iglesia de Santa María de Blanquernes. Lo llevaba consigo cuando fue Señor de Atenas y se siguió conservando en poder de la familia de la Roche hasta que llegó por herencia (o como parte de su dote) a su bisnieta Jeanne de Vergy que, cuando tuvo problemas para sostener económicamente el patronato de la Colegiata de Lirey fundada por su marido Geoffroi I de Charny, lo entregó al capítulo para que fuera ostentado y permitir así la financiación de la iglesia.

Con mayores o menores adornos (cesión a la catedral de Besançon por Ponce de la Roche, el padre de Othon, a quien se lo habría regalado su hijo, permanencia en ella hasta el incendio de 1349...) que no tienen, como ya dijimos, ningún apoyo documental contemporáneo, esta hipótesis es lógica y resulta coherente con la narración de Robert de Clari, con la carta de Teodoro Ángel Comneno y con los documentos relacionados con la aparición de la Sábana Santa en Lirey, pero el que sea lógica y coherente no quiere decir que sea cierta. Como ya dijimos, falta algún tipo de apoyo documental a que realmente Othon de la Roche se apoderara del Sudario de Blanquernes y a que éste pasara a ser posesión de Jeanne de Vergy. Ya dijimos, también, que por la datación por C-14 (ya hablaremos de esto en su momento) resulta improbable (pero no imposible) que la Sábana Santa de Lirey-Turín sea el mismo objeto del que habló Robert de Clari.

Los sindonólogos mandyllionólogos suelen optar por una explicación mucho más divertida que "mete en el ajo" a los templarios. No se sabe por qué razón el Sudario de Constantinopla había llegado a manos templarias después del saqueo de Bizancio (¿cesión de Othon de la Roche?). El caso es que los miembros de la orden volvieron a plegar la Sábana convirtiéndola de nuevo en el Mandilión. Ese rostro de Cristo es el Baphomet del que hablan algunos Templarios durante los interrogatorios inquisitoriales. (¿Se les ocurre algo más divertido que, si esa hipótesis fuera correcta, la Inquisición habría "empapelado" a los Templarios por venerar el rostro de Jesús?) En cualquier caso, ya dijimos que los Templarios se referían con el nombre de Baphomet a una supuesta representación de Mahoma que nada tiene que ver con la Sábana Santa.

Como lo de relacionar a los Templarios con algo (por cierto, ¿no se le ha ocurrido a nadie plantear una hipótesis templario-ufológica? Sería todo un éxito) siempre está bien visto, los historiadores insisten en esa relación apoyándose en dos pruebas:

a) Que Geoffroi de Charney, el Preceptor de Normandía que fue quemado junto con el Gran Maestre Jacques de Molay, pertenecía a la misma familia que Geoffroi de Charny lo que explica cómo acabó la Sindone en posesión de éste. El problema para esta hipótesis es doble, la primera que aparte del parecido fonético entre ambos apellidos no hay la menor prueba de que el Preceptor de Normandía y el Señor de Lirey pertenecieran a la misma familia. El segundo fallo es que no hay prueba alguna de que la Sábana Santa estuviera alguna vez en posesión del caballero de Charny. Ya dijimos que la donación a la Colegiata de Lirey fue realizada por su viuda, Jeanne de Vergy. Es posible que ésta cediese un objeto que estuviera en posesión de su marido, pero es igualmente posible que fuera suyo.

Además, esta suposición (por mucho que quiera disfrazarse de prueba no es tal) plantea varios interrogantes. Por ejemplo, incluso si aceptásemos que el Baphomet era la Sábana Santa ¿por qué habría de estar en posesión de Geoffroi de Charney? Más aún, si consideramos que el Preceptor de Normandía fue arrestado en París junto con el Gran Maestre en una operación que ni uno ni otro previeron (porque si lo hubieran sabido "habrían tomado las de Villadiego") ¿cómo pudo poner a salvo ese objeto primero y después entregarlo a su familia? Es más, ¿dónde la habrían conservado sus familiares hasta su aparición en Lirey?

Como esa supuesta prueba no sólo parte de supuestos indemostrados sino que plantea problemas irresolubles, los historiadores "sindonólogos" (no todos) añaden:

b) En la iglesia templaria de Santa María de Templecombe se conserva un panel pintado que representa el rostro de la Sindone. Queda así demostrado que los miembros de la Orden conocían el Santo Sudario antes de su aparición en Lirey. Pues la verdad es que dicho así queda muy bonito. El problema es que cuando uno se pone a intentar confirmar esa afirmación se encuentra con la realidad.

Comencemos por el principio, por ver el panel pintado de Templecombe y su ampliación. Después de esto, es innecesario añadir que la supuesta copia de la Sábana Santa convierte en un ¿Cristo vivo? (ojos y boca abierta) a lo que en el original es un Cristo muerto (ojos y boca cerrada). Aunque el tema de los parecidos no deja de tener componentes subjetivos ¿ven Vds. que exista alguna similitud entre esa imagen y ésta? Tanto es así, que para algunos (entre los que me cuento) el panel pintado de Templecombe ni siquiera es una representación de Jesús sino de la cabeza de san Juan Bautista (si bien es frecuente que la Cabeza se represente con boca y ojos cerrados no faltan ejemplos de lo contrario, por ejemplo éste.)

Hagamos como si no hubiera dudas acerca de qué representa esta imagen y, además, la cabeza de Templecombe y el rostro de la Sábana Santa fueran igualitas, incluso entonces ¿qué pintan los Templarios en esta movida? Sí, el nombre de Templecombe es bastante claro sobre que en ese lugar existió una preceptoría de la orden (algo que además está perfectamente documentado), pero lo que suele omitirse es que no sólo estuvieron ellos. Según el Domesday Book, en 1086 Combe pertenecía a la abadía benedictina de Shaftesbury y a Odo, obispo de Bayeux. Las posesiones de éste son las que fueron donadas por Serlo Fitz Odo al Temple en 1185, pero la abadía de Shaftesbury (que fue fundada en el año 888 por el rey Alfredo el Grande y cuya hija Ethelgiva o Aethelgifu fue su primera abadesa) conservó la propiedad de su parte de Combe hasta después de la Reforma de Enrique VIII, concretamente hasta 1539. Por ello se habla de Combe Abbatissa y Combe Templariorum y todavía hoy de Abbas and Templecombe. Después de la supresión de la orden del Temple, sus propiedades de Combe pasaron a los Hospitalarios también hasta la Reforma. Después, gracias a los "solícitos cuidados" de sus propietarios laicos, hoy no queda prácticamente nada de la preceptoría templaria (por cierto, tampoco de la abadía de Shaftesbury por idéntica razón). Unamos a esto el hecho de que la iglesia de Santa María fue fundada en tiempos de los monarcas sajones (de esta época parece datar la parte baja de la torre) y que ha sido reformada hasta la saciedad (la última vez con motivo de la destrucción causada por un bombardeo alemán durante la II GM) para hacernos una idea de lo difícil que sería atribuir a nadie en concreto el panel pintado... incluso si éste se hubiera encontrado "de toda la vida" en esa iglesia que tampoco es el caso.

Otra de las cosas que tampoco se dicen habitualmente (cuando se habla de cuestiones verdaderamente relacionadas o presuntamente vinculadas con la Sábana Santa la tendencia a silenciar aquellos datos que dejan en mal lugar las tesis propias es realmente notable) es que el panel pintado de Templecombe que alguno quiere relacionar con los Templarios apareció en 1945. ¿En algún lugar indiscutiblemente relacionado con la orden militar? Pues más bien no porque en realidad se encontró en un cobertizo que se empleaba como leñera en uno de los "cottages" de Templecombe. Estaba cubierto de yeso y formaba parte, sujeto con alambres, de la techumbre de la leñera. El desprendimiento parcial de la capa de yeso dejando el rostro al descubierto fue lo que permitió que la señora Drew (que entonces tenía alquilada la granja) lo encontrara cuando fue a buscar troncos para la lumbre. Si añadimos que la madera tenía una bisagra y un ojo para una cerradura (es decir, que en algún momento se empleó este panel como puerta) nos podemos dar cuenta de lo problemática que resulta su presunta vinculación con el Temple. Sencillamente, es un panel de procedencia desconocida que fue reutilizado para aprovecharlo como pieza de madera a lo largo de un periodo indeterminado de años.

No obstante, pueden pensar que ya que se encontró cerca de la iglesia de Templecombe lo más probable es que ésta fuera su procedencia. Prescindamos de si Santa María Virgen de Templecombe era o no una iglesia templaria ("curiosamente" el derecho de nombrar sacerdotes para Templecombe pertenecía a la abadía de Shaftesbury y ya dijimos que sus partes más antiguas parecen pertenecer a una construcción sajona, es decir, que la iglesia existía antes de que el Temple se fundara) porque es posible que este panel perteneciera a la preceptoría del Temple (que no es la iglesia de Santa María aunque algunos confundan ambas cosas) de Templecombe. Pues es posible, pero también hay que considerar que la iglesia de la cercana (tanto es así que en la actualidad forma una misma parroquia con Abbas and Templecombe) localidad de Horsington tiene la advocación de san Juan Bautista. Si como pensamos algunos este panel representa la cabeza de san Juan también es perfectamente posible que proceda de esta localidad (por no hablar de que dada su reutilización en realidad puede proceder de cualquier lugar).

¿Hay algo seguro sobre este panel? Pues según afirman los defensores de la correspondencia entre esta pintura y la Sindone el soporte de madera fue datado por carbono 14 y se obtuvo una fecha de circa 1280 lo que es perfectamente compatible con su supuesta procedencia templaria. No obstante, no debemos olvidar que lo que se obtiene por C-14 no es una fecha exacta sino una horquilla. Así pues, ¿lo de 1280 es la fecha inicial de la horquilla, el punto medio de la horquilla, la fecha final de la horquilla o algo distinto a todo ello? Misterio. Nadie lo aclara. Por otra parte, esa datación no corresponde necesariamente a la fecha de confección de la pintura sino a la de la muerte del árbol del que se obtuvieron los tablones. El que la pintura se hiciera justo después o pasaran varios años no puede ser establecido por el C-14 como tampoco el que esa pintura fuera realizada para los Templarios, para las monjas de la abadía de Shaftesbury, para la iglesia de Horsington o para alguna comunidad o algún particular ajenos a la zona en que terminó por aparecer. Esa fecha de 1280 (con las advertencias que ya hemos realizado) es coherente con cualquiera de esas posibilidades.

No obstante, no se agotan con ello las teorías sugeridas para explicar el paradero de la Sábana Santa desde 1205 hasta su reaparición en Lirey en torno a 1357. Algunos historiadores sindonólogos dan verosimilitud a las afirmaciones contenidas en el escrito "Pour scavoir la verité" redactado por los canónigos de Lirey en torno a 1525. Ya dijimos que la veracidad de esa memoria se ve comprometida por afirmaciones como que Geoffroi de Charny fue liberado de su cautividad en Inglaterra por la intervención de un ángel. Prescindiendo de detalles tan divertidos como ése, ¿qué dice el capítulo de la colegiata de Lirey? Que el Santo Sudario le fue regalado a Geoffroi de Charny por el rey Felipe VI de Francia. Esa afirmación plantea algunos problemas comenzando por uno evidente. Si Felipe VI le hizo ese regalo ¿de dónde lo obtuvo? La explicación más sencilla es que formaba parte de la magnífica colección de reliquias (prescindamos de si eran auténticas o si eran más falsas que un euro de corcho) de la monarquía francesa que se conservaba en la Sainte Chapelle de París. No obstante, no hay la menor mención a que en ella figurara la Sábana Santa. El intento de vincular la Sindone con una de las reliquias compradas por Luis IX (san Luis) a Balduino II, el emperador latino de Constantinopla, tropieza con la dificultad de que ese objeto parece ser el mismo que es mencionado en un inventario de 1534 y entonces aún se conservaba en la Santa Capilla.

Hoy en día puede parecernos absurdo (olvidándonos de que no tiene sentido el juzgar los comportamientos de nuestros antecesores basándonos en nuestros propios valores y no en los suyos) que las reliquias aparte de su importancia religiosa tuvieran también un componente económico. Pongamos un ejemplo concreto, la Corona de Espinas fue adquirida por san Luis a los venecianos que, a su vez, la habían comprado a Balduino II. Le costó 135.000 libras. Para que nos hagamos una idea de lo que supone esa cantidad, la edificación de la Sainte Chapelle (una de las maravillas del arte gótico) construida para guardar ésa y otras reliquias costó "sólo" 40.000 libras. Esto nos permite plantear una nueva duda. Si Felipe VI le hubiera regalado a Geoffroi de Charny un objeto valiosísimo no sólo por su significado religioso sino también económico, tendría que haber sido como recompensa por una hazaña de capital importancia para Felipe VI. ¿Cuál sería ese suceso? Conscientes de que esa pregunta no tiene respuesta, algunos historiadores han propuesto que los canónigos se equivocaron de monarca francés y que se trataría en realidad de Juan II el Bueno cuya buena relación con Geoffroi de Charny ya vimos en su momento. No obstante, también vimos que Juan II tardó año y medio en pagar el rescate de 12.000 escudos de oro que exigieron los ingleses a cambio de la liberación del señor de Lirey. Sorprende que el monarca que se mostró tan remiso a la hora de pagar el rescate le hiciera, en cambio, un regalo cuya importancia económica estaba fuera de toda duda.

No obstante, podemos suponer que, de igual forma que los canónigos de Lirey se equivocaron (según estos historiadores sindonólogos) de monarca también confundieron al receptor del regalo. Podemos imaginar que un rey tan puntilloso en cuestiones de honor (lo que no obsta para que fuera un pésimo monarca) como Juan II (a veces una anécdota retrata perfectamente al personaje, Juan II consiguió su libertad en 1360 a cambio de 3.000.000 de escudos de oro y ceder la soberanía de un tercio de Francia a Inglaterra y dejando como rehenes a dos de sus hijos en Londres. En 1363 uno de ellos se fugó. Juan II se trasladó voluntariamente a Inglaterra porque consideró que al romper su hijo las condiciones por las que obtuvo su libertad debía volver a su cautiverio. Murió en Londres en 1364) se sintiera obligado a recompensar de forma extraordinaria a la familia del hombre que murió por salvarle la vida. No obstante, ello retrasaría la aparición de la Sábana Santa en Lirey a 1360 como mínimo (recordemos que fue en esa fecha cuando Juan II regresó a Francia). Eso supone que el capítulo de Lirey se habría equivocado en el monarca que hizo el regalo, en la persona que lo recibió y en la fecha en que se hizo. Considerando que no existe la menor prueba al margen de este escrito (que se redactó unos 160 años después de los supuestos hechos) ¿hay algún motivo para otorgar veracidad histórica al escrito "Pour scavoir la verité"?

Como la teoría va de mal en peor, sus defensores aducen como prueba que hay un cambio curioso en Geoffroi de Charny, que en 1349 en su petición de que se concedieran indulgencias a los peregrinos de Lirey dispuso que su cuerpo (después de su muerte, por supuesto) fuera desmembrado y repartido entre distintos santuarios. Al renovar su petición en 1354, señala que quiere ser enterrado junto con sus descendientes en el cementerio de la colegiata de Lirey. Según esos historiadores, la razón para ese cambio reside en que entre 1349 y 1354 recibió la Sábana Santa que se colocó en la iglesia de Lirey, lo que le hizo elegir ese lugar para su eterno descanso. No obstante, ya dijimos en su momento que en la concesión de indulgencias a los peregrinos que fueran a Lirey de 1357 (posterior, por tanto, a la muerte de Geoffroi de Charny) no hay la menor mención a que en la colegiata estuviera la Sindone. ¿Hay alguna explicación para esa mudanza de parecer de Geoffroi de Charny que no involucre a la Sábana Santa? Pues aparte de la experiencia de su cautiverio en Inglaterra (1350-1351) hay otro aspecto que no debemos olvidar, que pese a que Geoffroi hable en 1349 de la iglesia que ha hecho construir en Lirey, ésta no estaba terminada (ni mucho menos) y no lo fue hasta 1356 que es cuando Henri de Poitiers le felicita por ello. Que en 1349 con unas obras en estado incipiente (si es que tan siquiera habían comenzado) dispusiera unos lugares para su enterramiento y en 1354 con las obras a punto de concluir dispusiera su enterramiento en la Colegiata que había fundado no creo que precise de mayores explicaciones.

Por otra parte, resultaría sorprendente (en el caso de que esa teoría fuese correcta) que en ningún momento los descendientes de Geoffroi de Charny señalaran que la procedencia de la Sábana Santa era la colección de reliquias de la corona francesa, lo que hubiera bastado para despejar cualquier duda sobre su autenticidad (a ver quién era el guapo que tenía "bemoles" para acusar a un rey -fuera Felipe VI o Juan II- de regalar falsas reliquias) y convertiría en absurda la decisión de Carlos VI de que se entregara ese objeto a Jean de Venderesse. Tan distinguido como supuesto origen también resultaría difícilmente compatible con el hecho de que ninguno de los implicados en la "movida" de 1389 (comenzando por el propio Geoffroi II de Charny y terminando por el Papa) salvo tal vez los canónigos de Lirey (y a saber si ellos realmente creían o les interesaba que así fuese) defendiera la autenticidad del Sudario. Ésa es la dificultad que deben solventar todas las teorías que buscan reconstruir la historia de la Sábana Santa antes de su aparición en Lirey, que Pierre de Thury concede la autorización para su ostensión con la condición de que se anuncie que ése no es el verdadero Sudario, que esa condición es aceptada por Geoffroi II de Charny y refrendada por el Papa en dos ocasiones distintas. Si la Sindone tuviera unos orígenes mínimamente presentables desde un punto de vista histórico ¿cómo se explica que todos ellos estuvieran convencidos de que no era una verdadera reliquia? Resultaría soprendente el mero escepticismo, pero no estamos hablando de una duda sino del convencimiento de que era una imagen o representación del verdadero sudario y no el auténtico. Contrasta esa actitud negativa con las "tragaderas" que la Iglesia en aquellos años tenía con las reliquias por más absurdas que fueran. En la misma Colegiata de Lirey existían otras (de cuya autenticidad nadie dudó y mucho menos negó) como un fragmento de la Vera Cruz y un pelo de la Virgen.

Concluimos con esto la revisión a las principales teorías históricas formuladas por los defensores de la autenticidad de la Sindone y podemos volver a la crítica del texto "La sábana santa ¡vaya timo!" aunque al final volveremos sobre este asunto para hablar brevemente (porque no se merecen otra cosa) de las teorías históricas un tanto heterodoxas (forma educada para no decir que no hay por dónde agarrarlas) de los detractores de tal autenticidad. Afirmaciones del tipo de que la supuesta Sábana Santa envolvió, en realidad, el cuerpo torturado por la Inquisición de Jacques de Molay, el último Gran Maestre de los Templarios, o que la Sindone es una fotografía de Leonardo da Vinci.

-Continuará-

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Contestación a un comentario

 

 

 

 

 

 

 

 

Viene de aquí

Ya he dicho en alguna ocasión que me desagrada profundamente el que los partidarios del pensamiento crítico recibamos el calificativo de escépticos. Como sabe cualquiera que haya estudiado (o algo así y sólo en el tiempo libre entre dos partidas de mus en la cafetería del Instituto) B.U.P y C.O.U en su modalidad de Letras puras, el Escepticismo desde el punto de vista de la Historia de la Filosofía es algo que tiene muy poco que ver con nosotros. Yo no me considero ligado en forma alguna con Pirrón, con Sexto Empírico, con su pastelera madre... como tampoco con su idea de la Epojé, la abstención de todo juicio, que es la piedra angular del pensamiento escéptico.

No obstante, como nadie es dueño de la Lengua, a algunos no nos queda más remedio que llevar con resignación atea el sanbenito que nos ha caído encima con esa denominación. A fin de cuentas, si la mismísima R.A.E. tuvo que terminar cagán... perdón, obviando su propio lema (ese "Limpia, fija y da esplendor" que más parece el reclamo comercial de la empresa de mantenimiento "La bayeta impoluta" que otra cosa) al aceptar que una palabra signifique una cosa y su contraria, es decir, creando un término autoantónimo (y si lo dudan, pueden leer las definiciones de álgido o de lívido para convencerse de ello) el común de los mortales debemos perder toda esperanza de modificar el statu quo creado por el mal uso de una palabra.

No deja de ser una lástima que el término que haya prevalecido sea el de escépticos. Si hubiera sido de otra forma (y si yo tuviera dos ruedas sería un velocípedo) habría situaciones cuyo absurdo se percibiría con mayor claridad. Pongamos un ejemplo. Supongamos que Vds. conocen a Fulanito que se define como escéptico y del que saben (por las razones que sea) que no admite de buen grado las críticas a su trabajo. Cambien ahora escéptico por crítico y se darán cuenta de la inconsecuencia de esa actitud. Por descontado, el absurdo no desaparece por deshacer el cambio de términos pero se hace menos evidente.

En un mundo perfecto no habría escépticos que aplicasen la ley del embudo, pero este mundo es cualquier cosa menos perfecto. Por encima de cualquier otra cosa somos personas y, como tales, tenemos nuestro orgullo, podemos sentir envidia... Una crítica (y más si es acertada) puede doler. No obstante, puesto que somos nosotros los que mantenemos que el pensamiento crítico es una magnífica herramienta intelectual nos corresponde dar ejemplo. Dejemos el orgullo para D. Rodrigo al subir al cadalso (al que, por cierto, no le sirvió de nada porque acabó perdiendo la cabeza en el sentido literal de esa expresión) y pensemos que la crítica a nuestro trabajo debe ser siempre agradecida. Por supuesto estamos hablando de una crítica "como Dios manda" y no del típico "En todos tus muertos, peazo de cabr..." que siempre he pensado sólo descalifica los argumentos de la persona que la perpetra. Por el contrario la crítica reflexiva y argumentada debe ser considerada como un aporte interesante a la discusión sobre un tema. El que se comparta o no su contenido no me parece importante. Por eso quiero agradecer a Maest su comentario a una entrada anterior sobre el tema de la Sábana Santa. Como no tienen Vds. porqué haberlo leído, me permito trascribir lo esencial de su contenido (en negrita) y hacer unos comentarios sobre sus palabras.

"Aunque el estudio del Códex Pray sea marginal al estudio científico de la Sábana, no por ello deja de tener sumo interés."

En eso estamos completamente de acuerdo. Ya dije que el Códex Pray tiene una inmensa importancia por sí mismo. Además de contener el primer texto escrito en húngaro (la llamada Oración Funeraria) tiene interés musicológico, para la Historia del Derecho, la Historia de Hungría y, además, iconográfico por sus miniaturas con independencia de que éstas tengan algo que ver o no con la Sábana Santa. No en vano los húngaros lo consideran como uno de sus tesoros bibliográficos. Pero vamos a la cuestión de si, además de todo ello, está relacionado con el tema que nos ocupa.

"He visto algún que otro millar de pinturas anteriores a 1350 y no podría Paul-Éric Blanrue ni nadie, por más que se lo propusiera, encontrar en la iconografía anterior ni a 1196 (Códex) ni a 1357 (Lirey) ningún ejemplo que mostrara al Cristo yacente desnudo, con el brazo derecho cruzado sobre el izquierdo y alcanzando la región pubiana , no mostrando los pulgares en sus manos."

Bueno, por de pronto debo aclarar que una representación iconográfica no tiene porqué ser una pintura. Es decir, puede que no exista ninguna pintura de esas características sencillamente porque es un medio artístico extremadamente frágil, pero si existen esculturas, esmaltes... con esas características sí podemos sostener que corresponden a un modelo iconográfico ya establecido.

Vayamos por partes. Contemporánea (en realidad un poco anterior) al Códex Pray es la representación de la Sombrilla de Celestino III que puede encontrar reproducida en la página 3 de este documento (por cierto, un texto favorable a la autenticidad de la Sábana Santa). Pese a que el autor, Th. Heimburger, quiera relacionar también esta representación artística con el lienzo turinés en esta ocasión no hay agujeros que lo permitan. No obstante, es claro que el dibujo de la Sombrilla y el del Códex Pray son muy similares hasta en el nimbo crucífero inexistente en la Sábana Santa. En ambos aparece Cristo yacente con las manos cruzadas sobre el pubis sin representación de los pulgares. La diferencia es que el Cristo de la Sombrilla no está desnudo porque presenta un perizonium (perdón por el "palabro" técnico que, sencillamente, designa esa especie de faldellín o faja que portan muchas representaciones artísticas de Cristo para ocultar los genitales). Esa diferencia tiene una explicación muy sencilla, el Jesús del Códex Pray está siendo ungido para su entierro (una circunstancia en la que resultaría bastante estúpido el pretender que Cristo tuviera cualquier tipo de prenda encima) mientras que el Jesús de la Sombrilla de Celestino III es un Cristo Yacente sobre el que no se está efectuando unción alguna.

No, no es el único ejemplo. En Klosterneuburg (Austria) se conserva una de las maravillas del arte románico, el llamado Altar de Verdún (por el orfebre que lo realizó, Nicolás de Verdún) o Altar de Klosterneuburg (por obvias razones). La misma inscripción que identifica a su autor fecha esta obra en el año 1181. Veamos alguna de las representaciones que son interesantes para el tema que nos ocupa, por ejemplo la del Sepulcro del Señor (de los tres paneles que aparecen representados en la página, es el del centro). La mitad del cuerpo de Jesús aparece cubierta con el Sudario (presumiblemente sobre el cuerpo desnudo, algo que Nicolás de Verdún no tiene el menor problema en representar en su interpretación del Bautismo de Cristo). Cristo cruza las manos sin pulgares sobre el pubis en un gesto que ya conocemos.

"Sólo la imagen del Cristo yacente del Códex y la Sábana Santa coinciden en ello, lo que indica la altísima probabilidad de que el ilustrador hubiera visto o tuviera conocimiento de estos aspectos de la Sábana."

Evidentemente no puedo estar de acuerdo puesto que, como acabamos de ver, hay otros ejemplos de la misma iconografía. Además deberíamos hablar de si esos aspectos de la Sábana Santa son o no válidos para establecer supuestos parentescos entre obras de arte.

¿Qué quiero decir? Examinemos la hipótesis propuesta. Tenemos dos obras artísticas, el Códex Pray y la Sábana Santa. Se quiere demostrar una relación entre ellas basándose en unos puntos comunes entre los que podemos señalar la desnudez de Cristo, las manos cruzadas sobre el pubis y el que éstas carezcan de pulgar visible. Una primera objeción que ya hemos visto es que existen otras representaciones similares a lo que habría que añadir que ninguno de esos puntos comunes tomados aisladamente es novedoso. Existen múltiples representaciones de Jesús completamente desnudo (y no me estoy refiriendo a desnudos infantiles sino adultos). Por poner algunos ejemplos bellísimos, la versión de Giotto de El Bautismo de Cristo o el mosaico de autor anónimo en la iglesia-monasterio de Dafni (en opinión del que subscribe, una de las más hermosas obras de la Historia del Arte) aunque la que puede resultar más interesante para el tema que nos ocupa es ésta. Es el llamado icono del Sancta Sanctorum y está datado en los S VI-VII. Como se puede comprobar en la interpretación artística del bautismo aparece Jesús desnudo tapando sus genitales por el procedimiento de cruzar sus manos sobre el pubis (por desgracia, la reproducción no tiene la suficiente calidad para poder apreciar si aparecen o no los pulgares).

No obstante, prescindamos incluso de esos ejemplos o de tantos otros que podríamos aportar para evaluar la hipótesis que sobre la que estamos discutiendo, si esas características comunes demuestran o no una relación entre el Códex Pray y la Sábana Santa. Lo primero que se me viene a la mente es ¿por qué esas características y no otras? Porque, por ejemplo, si yo pretendiera (mera hipótesis) que los criterios válidos para establecer una relación artísticas entre dos figuras de Cristo son, estilo de la barba, existencia de las Cinco Llagas, señales de la Coronación de espinas, huellas de la Flagelación y heridas ocasionadas por las Caídas quedaría muy claro que no existe el menor parentesco entre las dos representaciones artísticas. No obstante, ambas pretensiones serían igualmente incorrectas porque ni unas características ni otras pueden aducirse como prueba de tal relación. Vamos a ver porqué. Existen representaciones de Cristo que pueden estar vestidas o desnudas según el deseo de la persona que las exponga. Un ejemplo que tengo muy próximo (a unos trescientos metros) es el Cristo de la Buena Muerte que se conserva en la iglesia del monasterio de las Clarisas en Palencia, una escultura alemana del S XIV a la que el sentido del pudor de las buenas monjas lleva a vestir con toda una serie de taparrabos, paños de pureza... que son ajenos a la escultura en sí que en origen estaba completamente desnuda (aunque no hay representación de los genitales, es un Cristo asexuado). De ese mismo siglo o tal vez un poco posterior (posiblemente de procedencia flamenca) es el Cristo Yacente que hoy se conserva en el Museo de la Iglesia de Santiago en Carrión de los Condes (antes en la Ermita de la Piedad de la misma localidad). Nuevamente, aparece con un taparrabos encolado a la imagen que no forma parte de ella (ignoro qué hay o qué no hay debajo de ese añadido). Otro ejemplo, el Cristo Yacente que la Cofradía palentina de la Vera Cruz procesiona el Jueves Santo. Nuevamente nos encontramos con un paño de pureza que nada tiene que ver con la obra artística en sí (por cierto, este Yacente presenta los brazos cruzados sobre el pubis).

También existen esculturas de Cristo cuyos brazos pueden moverse a voluntad, son los llamados Cristos articulados que se empleaban en la Función del Descendimiento (la representación de la Pasión que exige el Descendimiento del cuerpo de la cruz y su paso de Crucificado a Yacente). Ejemplos los hay numerosos, desde el segoviano Cristo de los gascones al ya citado Cristo de la Buena Muerte de mi ciudad.

Otro tanto puede decirse del pulgar visible o no. Dado que muchos Cristos presentan el pulgar "metido" hacia la muñeca despende de la posición de las manos y del punto de vista del espectador el que aparezca o no. Así pues, si el que el Cristo esté desnudo o no, que cruce las manos sobre el pubis o no, que el pulgar sea visible o no es variable ¿cómo puede pretenderse que ésos son criterios válidos para establecer una relación entre dos obras de arte? ¿Si yo desnudo al Cristo de la Buena Muerte y le coloco los brazos cruzados sobre el pubis -lo que para un espectador que vea la escultura desde arriba supondrá también la desaparición de los pulgares- entonces ya tendría relación con el Códex Pray y la Sábana Santa y si lo mantengo como se expone ahora al público no?

Prescindamos incluso de esas objeciones, como si no existieran esculturas de vestir, Cristos articulados... y vayámonos al Monasterio Benedictino de Santo Domingo de Silos (algo que, por cierto, aconsejo siempre). Allí se conserva una obra muy curiosa, una copia de la Sábana Santa que Dña. Mariana Rendón entregó al abad Nicolás Meléndez en el S XVII. Prescindiendo de que la posición de las manos es diferente, el Cristo de la Sábana Santa de Silos presenta un perizonium de tamaño XXL, es decir, que no está desnudo. Si considerásemos válidos los criterios de parentesco que estamos evaluando y los aplicásemos a estas dos obras nos encontraríamos con el despropósito de que una copia de la Sábana Santa no tiene relación artística con la Sábana Santa. Dado que eso es, evidentemente, un absurdo, tenemos que considerar que los criterios propuestos no son válidos.

"Lo que viene a querer decir que lo que algunos llaman "convenciones en la iconografía cristiana de la época" aplicado al Códex en la imagen de que hablamos es simplemente un mal chiste al no haber ejemplos previos y aplicado a época posterior correspondería ó podría coresponder a conocimientos reales sobre la Sábana."

Como puede ver, sí hay ejemplos anteriores a la aparición de la Sábana Santa en Lirey en algún momento del S XIV así como también anteriores al Códex Pray.

"Pero a un escéptico como Paul-Éric Blanrue, antes de sorprendernos con su interpretación, no le parece sugerente el cuerpo de Cristo desnudo, las manos cruzadas sobre el pubis, la ausencia de los pulgares, ni los 2 grupos de 4 y 5 "circulitos" que muestra asimismo el Códex Pray , interpretados como "los agujeros causados por el incendio" de fecha desconocida pero anterior al año 1532, que se encuentran en la Sábana Santa de Turín."

Cada uno es muy libre de encontrar sugerente lo que estime conveniente (faltaría más) pero no es ése el problema sino si de la existencia de esas coincidencias se puede considerar probado que el maestro iluminador del Códex Pray conocía la Sábana Santa que hoy se conserva en Turín. Para ello habría que demostrar que esas características artísticas (desnudez, manos cruzadas, ausencia de los pulgares) son únicas o al menos que no aparecen en ninguna obra anterior a ellas. Como no es ése el caso, podrán ser muy sugerentes (y comparto la opinión del Sr. Blanrue, a mí tampoco me sugieren nada) pero nada más (del tema de los agujeros hablaremos más adelante).

"Tratará de mostrarnos que Cristo no está desnudo, que los brazos no se cruzan sobre el pubis, que la ausencia de pulgares no es relevante, que los agujeros no son tales sino diamantes, que la sábana es en realidad un sarcófago, etc,etc."

Bueno, ya hemos visto que hay representaciones anteriores al Códex Pray en el que Cristo está tan desnudo como en esa miniatura, que hay representaciones anteriores al Códex Pray en el que Jesús tapa su desnudez cruzando las manos sobre el pubis, que hay representaciones anteriores al Códex Pray en el que no aparece representación de los pulgares (véase, por ejemplo, el mosaico de Dafni antes enlazado) así que tiene razón el Sr. Blanrue. Si estamos hablando de convenciones artísticas ya existentes antes del Códex Pray (y por supuesto anteriores a la aparición de la Sábana Santa en Lirey) no puede pretenderse que existe una relación entre ambas obras porque aparezcan características iconográficas que, lo hemos visto, no son para nada excepcionales.

"Paul-Éric Blanrue intenta convencernos de que al no mostrar los genitales, la figura de Jesús dibujada en el Códex Prey no es un desnudo sino un semi-desnudo."

En eso estamos de acuerdo. La figura del Códex Pray es un desnudo. Supongo que también lo estaremos en que el mosaico del Bautismo en Dafni lo es igualmente por mucho que el artista juegue con las ondas del agua para no mostrar los genitales de Jesús, como también lo son otras muchas representaciones en las que el artista interpone un personaje, un trozo de tela, una mano... o bien corta la escena por el lugar preciso para no mostrar el pene y los testículos de Cristo.

Tal vez estaríamos en desacuerdo sobre si las representaciones de Jesús con un perizonium transparente o llevando un faldellín tan caído que no taparía los genitales pueden considerarse o no como desnudos (que en mi opinión también), pero eso no es importante porque ya hemos visto que la representación de Cristo adulto totalmente desnudo no es algo inexistente.

"Pues no, es un desnudo."

Estoy de acuerdo.

"El dibujo o la pintura de un desnudo implica el que no lleva ningún ropaje, no el que muestre o no los genitales. Al contrario de lo que dice Blanrue, ¡sí es pues sugerente!."

Pues no, no es sugerente porque hay otras representaciones de Cristo que también entran en esa definición de desnudo anteriores a la existencia del Códex Pray. Si la cuestión fuera que no hay más imágenes de Jesús desnudo que la del maestro iluminador en Hungría y la de la Sábana Santa, podría ser relevante, pero es que ése no es el caso. Por tanto, si como hemos visto, hay ejemplos de la desnudez íntegra de Jesús al margen de éstas dos ¿por qué debemos suponer que eso significa una relación entre ambas?

"Paul-Éric Blanrue mantiene que las manos no están cruzadas sobre el pubis y que de hecho las muñecas están banalmente plegadas sobre el "bajo vientre". No acabo de comprender lo que Blanrue entiende por bajo vientre ni por pubis, pues unas pocas líneas antes ha escrito:

"Nicodemo difunde el contenido de su frasco sobre el vientre del muerto" ("Nicodème répand le contenu de sa fiole sur le ventre du mort").

"¡Yo aseguraría que Nicodemo vierte el contenido de su frasco sobre el costado derecho!. Y si ese es el vientre para Blanrue, ¿ dónde piensa que esté localizado el pubis? El dibujante desconocido, que no es desde luego genial, ha pretendido que, al igual que sucede en la Sábana Santa, los brazos se crucen y las manos alcancen la región pubiana. Pero además añado que, al igual que en la reliquia tal y como se presenta a los ojos del espectador, es el brazo derecho el que se cruza sobre el brazo izquierdo."

También estamos de acuerdo en esto aunque la verdad es que el Jesús del Códex Pray parece que cruza los brazos en una posición más elevada del cuerpo que el de la Sábana Santa, pero eso tampoco es importante.

"Al contrario de lo que dice Blanrue, ¡sí es pues sugerente!"

En eso no estamos de acuerdo por lo antedicho, porque existen representaciones anteriores al Códex Pray en las que Jesús oculta sus genitales cruzando las manos sobre el pubis.

"Paul-Éric Blanrue nos propone ejemplos posteriores? en que la iconografía muestra las manos sin que aparezca el pulgar, por lo que se nos hace ininteligible su argumento."

Pues lo que no entiendo en este caso es lo de "posteriores?". Los ejemplos que da el Sr. Blanrue son anteriores a la aparición documentada del Sudario en Lirey en algún momento indeterminado del S XIV pero ya en la II mitad del siglo. Por tanto su argumento es perfectamente inteligible, no puede pretenderse establecer una relación entre ambas representaciones cuando hay otras obras entre ambas que presentan esa misma característica de ausencia de pulgares.

"Al contrario de lo que dice Blanrue, ¡sí es pues sugerente!."

Pues no, no lo es porque además de lo que dice el Sr. Blanrue añado que también hay obras anteriores al Códex Pray en el que se documenta esa misma ausencia del pulgar.

"No puede encontrarse en la iconografía ni "antecedentes" ni "consecuentes" que muestren, al igual que lo hacen el Códex Pray y la Sábana de Turín, la figura de un Cristo muerto, desnudo, con los brazos cruzados (derecho sobre izquierdo) alcanzando la altura de la región pubiana y cuyas manos no muestren los dedos pulgares."

Ya hemos visto que eso no es así, que sí hay representaciones de Cristo vivo o muerto en total desnudez, con las manos cruzadas sobre el pubis y sin pulgares. Puesto que esas características no son extraordinarias el que aparezcan juntas o separadas no prueba que exista una relación entre el Códex Pray y la Sábana Santa.

"Lo que hace altísimamente probable que el ilustrador del Códex Pray hubiera visto la Sábana Santa o tuviera una muy buena información sobre ella."

Pues no, lo único que podemos afirmar es que el iluminador del Códex Pray conocía una iconografía que no era para nada extraordinaria en su época y que la aplicó para componer su propia versión del Embalsamamiento de Cristo.

"Pero todo eso a Blanrue no le parece sugerente....."

Y con razón no se lo parece. Entre la representación de la Sábana Santa y la del Embalsamamiento de Cristo hay algunas características comunes (como también existen con otras obras artísticas) pero las diferencias son enormes, tanto que no termino de comprender cómo puede pretender establecerse una relación entre ambas.

"A continuación arma un gran lío con los "estimados como agujeros" del códex Pray que dice no se corresponden con los "agujeros" por quemadura de la Sábana Santa. Pues la verdad es que sí parece corresponder a la intención del ilustrador el mostrar los 2 grupos de agujeros."

Pues lo que parece es que los círculos que traza el miniaturista del Códex Pray en la supuesta Sábana Santa en la escena de las Tres Marías son iguales a los que aparecen en las vestiduras del ángel y el trono de Jesús en esta otra ilustración del mismo autor en la misma obra. Si tienen la misma apariencia ¿por qué debemos suponer que corresponden a cosas distintas, que en la supuesta Sábana Santa son una representación de agujeros ocasionados por un incendio y en las demás miniaturas son adornos presumiblemente de piedras engastadas?

Sobre si, además, existe o no correspondencia entre los círculos de la imagen del Códex Pray y los agujeros de la Sábana Santa a las reproducciones fotográficas contenidas en el artículo del Sr. Blanrue me remito.

"La Sábana en aquel tiempo no había sufrido el gran incendio de 1532 que dejó las enormes marcas, y por lo tanto la presencia de los cuatro grupos de agujeros de un incendio anterior no datado tendrían que llamar poderosamente la atención de aquellos que la vieran."

Prescindamos de si a finales del S XII tan siquiera existía la Sábana Santa (algo que no está probado en modo alguno) para que hubiera podido sufrir un incendio (que tampoco está documentado). Lo que me resulta curiosa es la pretensión de que el artista podría haber quedado impactado por los agujeritos y no por la figura de Jesús que, evidentemente, no aparece en forma alguna en la supuesta reproducción de la Sábana Santa. Contrasta esa actitud con la manifestada por el artista que realizó el Plomo de Lirey en el que sí aparece (aunque sea de forma deplorable) la figura de Cristo, y en el que, además, lleva su intento de hacer una representación fiel a marcar el tejido de sarga en forma de cola de pescado pero prescinde de los agujeros.

"El hecho de que el autor del dibujo del Códex no muestre más que dos grupos de agujeros, los más llamativos de los simétricos, es que difícilmente podría hacerlo dadas las dimensiones del dibujo."

No lo entiendo. Si el maestro iluminador húngaro hace (supuestamente) una reproducción a escala de una tela de gran tamaño y coloca en ella dos grupos de agujeritos ¿por qué sería difícil que colocara en ella los otros dos grupos de agujeros? Vamos nuevamente a ver la imagen con las zonas de supuestos agujeros señalados. ¿Caben o no dos grupos más en el resto de la supuesta tela? Además, ¿qué le impediría al autos haber hecho los "agujeros" más pequeños para que cupieran todos?

"Blanrue especula sobre la forma de L "abierta" o "cerrada" de uno de los grupos ( el que tiene 4 agujeros) y sobre la forma de P o no P del otro ( el que tiene 5) ; no hay "eles" ni "pes", ni en el Códex ni en la Sábana, y el equipararlo a letras, si se hace, no es más que una forma de orientarse. [lo cual no impide a Blanrue interpretar como una "auténtica" letra P al grupo de 5 diamantes ( y no de 5 agujeros como otros estiman), la P del monograma de Cristo formado por la X y la P, además de "perdonarle" al ilustrador la falta de "diamantes" para conformar la X del monograma, en tanto no le "perdonaba" la falta de "agujeros" en caso de que su intención fuera mostrar los efectos de un incendio....] Así que lo que para unos eran agujeros producto de un incendio para Blanrue son nada menos que diamantes "que evocan la naturaleza divina de Cristo y el fenómeno milagroso de su resurrección"."

Prescindamos del monograma de Cristo (que para mí "es un salto al vacío sin red" del Sr. Blanrue) y su supuesta identificación con diamantes (que no veo razón alguna para mantener). lo que si está claro es que, como ya dije antes, esos círculos son idénticos a los que aparecen en otras miniaturas como decoración de telas y objetos. Si en esos casos son, presumiblemente, piedras engastadas como era frecuente en la época (véase el relicario de Sainte Foy en Conques) ¿por qué ahora tienen que ser otra cosa?

"Él mantiene que lo que tienen delante las Santas Mujeres no es la Sábana, sino un sarcófago con la tapa abierta. No podrá encontrarse en la iconografía un "sarcófago" que se parezca menos a ese "sarcófago imposible" que pretende Blanrue, pero es que además Jesús no fue puesto en ningún sarcófago."

El que Jesús fuera puesto en un sarcófago o no, no tiene mayor importancia si consideramos que ésa es una iconografía ya existente. Por ejemplo, aparece en el nártex de San Miguel de Aralar (primera mitad del S XII), en la Pila Bautismal de Colmenares de Ojeda (mediados del S XII), en la Pila Bautismal de Calahorra de Boedo (finales del S XII)... Como vemos, en todos ellos un ángel levanta la tapa del sarcófago para mostrar su interior vacío. En dos de ellas (Aralar y Calahorra) aparece el Sudario. Si una vez visto esto volvemos a la imagen del Códex Pray podemos concluir que esa misma escena es la que aquí se representa. El objeto decorado con cruces rojas es el cuerpo del sarcófago, el decorado con lineas geométricas es la tapa desplazada con respecto al anterior y sobre él hay otro objeto decorado con cruces negras que es el Sudario. Basta con contemplar las diferentes decoraciones así como las líneas que los delimitan para comprender que el artista no está representado un único objeto (la supuesta reproducción de la Sábana Santa) y sí tres.

En efecto, el miniaturista no es un dechado de virtudes artísticas y la "pifia" al no representar la esquina del sarcófago (pese a que lo intenta cambiando la dirección de las cruces rojas -¿por qué si no es así, hay una línea de cruces rojas que forman una diagonal alterando la disposición rectilínea de las demás (véase una nueva reproducción?-) pero no es el único artista que cae en ese error. Nicolás de Verdún (artista mucho más dotado que el iluminador húngaro) lo comete en dos ocasiones, en su interpretación de la escena de la Resurrección de Jesús (nótese que falta la línea de la esquina que sólo taparía parcialmente uno de los soldados) y en la escena de la Resurrección de los Muertos (nótese la tumba inferior central en la que no aparece la esquina que sí está en la tumba inferior izquierda).

"Argumenta Blanrue con "genialidades" como que, por ejemplo, si fuera la parte superior de la sábana la que está marcada con líneas quebradas, sería pequeña para cubrir el cuerpo, así que la transforma en tapa del sarcófago...... y ahora ya ¡ sí puede tapar el cuerpo del difunto!. Extraña manera de ver las cosas. El hecho de que muchos pintores, sobre todo posteriores, se hallan tomado la licencia de "inventarse" el sarcófago para sustituir el lecho de piedra de la cueva sepulcral proporcionándose un mejor escenario para mostrar sus talentos pictóricos, no "obliga" a hacer lo mismo al ilustrador del Códex que además parece "escaso" de recursos técnicos para haberle sacado partido "artístico" a esa "sustitución" caso de que la hubiera pretendido. En pintores más "fieles" al relato evangélico el ángel sentado sobre una piedra señala hacia la cueva sepulcral en cuya entrada se ven los lienzos funerarios y no aparece sarcófago por ningún sitio."

Pues sí, hay artistas que representan esta escena de otra forma distinta de igual forma que la Última Cena también tiene diferentes versiones, pero la cuestión es que el cambio del Sepulcro excavado en el roca por un sarcófago no era ninguna novedad en la época en que se ilustró el Códex Pray. No es que el iluminador estuviera obligado a ello, es, sencillamente, lo que hizo. Por si quedara alguna duda de que lo que hace el miniautista húngaro es representar unas escenas de acuerdo con la iconografía existente en su época creo que es interesante la comparación de la página del Códex Pray con esta otra de una obra contemporánea (cc. 1200), el Psautier de la reine Ingeburge (Museo Condé en Chantilly).

"Así que el ilustrador del Códex se decanta por mostrar la Sábana que no envuelve ya el cuerpo de Cristo y los lienzos enrollados encima de la misma ( poco voluminosos éstos y que Blanrue pretende que sean el total de los lienzos funerarios). La sábana del Codex no muestra la "extraña impresión" de la imagen corporal de la Sábana de Turín, ni podría mostrarla al menos que el Sr.Blanrúe nos explique el cómo, por lo que el dibujante no tiene más recurso que "simbolizarla"."

Creo que de la Sábana Santa hay numerosas copias desde Bélgica a Argentina, así que no entiendo lo de la imposibilidad de mostrarla. El artista la podría haber reproducido de igual forma que lo hicieron numerosos copistas posteriores. De verdad que no termino de "pillar" lo de un miniaturista que reproduce los agujeritos de la Sindone pero no la "extraña impresión" supuestamente dejada por el cuerpo de Jesús que es lo que la convierte en importante.

"La parte externa de la Sábana simbolizando el tejido de hilatura en "diagonal" mediante líneas quebradas y la parte interna, que es la habría estado en contacto con el cuerpo de Cristo, mediante las cruces. [no aparece en la iconografía ningún sarcófago que muestre una decoración ni remotamente parecida a la que propone Blanrue, en tanto que si aparecen cruces decorando telas]."

Haremos bueno aquello de que una imagen vale más que mil palabras (nótese la decoración de la tapa del sarcófago a base de cruces y círculos así como la reiteración de la escena de las Tres Marías, el ángel, el sepulcro con la tapa levantada para mostrar que está vacío y los lienzos sepulcrales). La fecha de realización de esta obra es en torno a 1140.

No es sólo que sí existan representaciones artísticas de decoraciones similares, es que también han llegado hasta nuestros días los sarcófagos. Por ejemplo, alguna de las tapas que se encuentran en un edificio anexo a la iglesia de San Andrés de Cayón presentan bajorrelieves que representan cruces y líneas geométricas.

"No puede olvidarse en ningún momento que la imagen que muestra la Sábana Santa, no se observa como tal más que a 3 ó 4 metros de distancia, desapareciendo, confundiéndose con el resto de la Sábana al irse aproximando a ella ; es su negativo el que toma "corporeidad", lo que entraña la dificultad insuperable para el artista de copiarla o dibujarla con medios que son obligadamente "positivos"."

¿Dificultad insuperable? Veamos uno, dos, tres, cuatro... ejemplos de artistas que sí representaron (mejor, peor o pésimamente) la imagen de la Sábana Santa.

"La impresión frontal "evanescente" de la imagen de la Sábana Santa, el cuerpo visto por delante, se correspondería al reverso de la parte superior de la sábana que muestra el Códex, la que tiene el trazado en "líneas quebradas", imposible pues de mostrar, y si el artista hubiera pretendido dibujar el dorsal de esa imagen "evanescente", el cuerpo visto por detrás, en donde están situadas las cruces, hubiera tenido serios problemas. Además de que sólo hubiera podido mostrarlo parcialmente, hubiera producido una tremenda confusión en todos sus lectores: una sábana en que se vería " algo así" como parte del cuerpo de Cristo (visto de espaldas y con una impresión "evanescente") en tanto que lo que quiere mostrar el ángel, y la escena, es todo lo contrario, que el cuerpo de Cristo no está allí pues ha resucitado. [el dibujante del Códex no hubiera podido resolver "pictóricamente" lo que otros muchos artistas muy posteriores y con muchísimos más recursos técnicos tampoco pudieron resolver al copiar la Sábana Santa]."

El artista (pese a estar muy limitado por sus desconocimientos técnicos) podía haber hecho exactamente lo que hicieron otros pintores posteriormente para solventar esos problemas, estirar la tela, reproducir sólo la silueta frontal, hacer una reducción a escala... cualquiera de esas soluciones le hubiera permitido representar la imagen de la Sábana Santa, pero ¿qué es lo que supuestamente hace? No representa la figura de Jesús pero llena la supuesta Sábana Santa de líneas geométricas y de cruces rojas (y también de cruces negras) y, eso sí, pinta los agujeritos que deben ser fundamentales para el significado religioso de la Sábana Santa. Ya sabía que el artista húngaro no era un dechado de virtudes técnicas (lo que no supone para nada una descalificación de su trabajo artístico que resulta innegablemente atractivo pese a ello) pero aceptar eso sería tanto como considerarle mentalmente deficiente (tonto del culo, hablando sin eufemismos).

"Así que el ilustrador no hubiera podido compatibilizar en esa escena de las Santas Mujeres en la mañana del domingo de Pascua, el mostrar que la sábana estaba "vacía" con el mostrar la imagen "evanescente" del Resucitado impresa en la Sábana. Si algún lector encuentra la manera de representarlo al respecto (dibujada), será magníficamente recibida."

Pues, sencillamente, con dos ángeles (que aparecen en el Evangelio de Lucas 24, 1-7) extendiendo el Sudario con la figura de Jesús en él mientras representa simultáneamente el sepulcro vacío. Por muy torpe técnicamente que fuera el iluminador húngaro sabe representar una tela por lo que no habría confusión entre el dibujo en una tela y el cuerpo real de Jesús (y no me pongo a dibujarlo porque el resultado sería deplorable. Desventajas de tener dos manos izquierdas para el dibujo...)

"También argumenta Blanrue que no hay "sangre" en la figura de Jesús representada en el Códex, lo que sí sucede en la imagen de la Sábana Santa. ¿Desconoce Blanrue el resto de las ilustraciones del Códex?. Según ese criterio ni la crucifixión sería tal crucifixión, ni el descenso de la cruz sería el de un crucificado, pues como se puede advertir en las láminas correspondientes ( ver láminas en El Códex de Pray 1) no aparecen ni clavos, ni heridas en manos y pies, ni herida en el costado ni en ningún otro sitio, no hay el menor rastro de sangre en el cuerpo de Cristo. En cambio en el Cristo en Majestad (ver lámina en El Códex de Pray 2), el Cristo ya resucitado, el ilustrador dibuja las heridas de los clavos y la herida del costado."

Son cuestiones distintas. El Arte Románico no alcanza normalmente las cotas de "sadismo" que muestran algunas representaciones Góticas, pero no es ésa la cuestión sino que la escena del Embalsamamiento (con previo lavado del cadáver según la costumbre judía) que representa el Códex Pray según el Evangelio de Juan es incompatible con una Sábana Santa llena de sangre. No tiene que ver, por tanto, con la renuencia del artista en mostrar detalles sangriento sino con la falta de coherencia entre el relato evangélico de Juan y la Sábana Santa (lo que no impide que el Jesús de la Sindone muestre la herida en el costado que sólo aparece en el escrito juanista).

"Y es que el artista, dentro del grado de libertad que tenga, muestra lo que quiere mostrar y no muestra lo que no quiere y/o lo que no puede"

Ya, pero ¿por qué, supuestamente, habría de querer representar la Sábana Santa sin representar lo que la hace importante?

Hasta aquí la respuesta a ese comentario. Permítanme aclarar para terminar (que ya es hora) que esta bitácora no tiene como finalidad el convencer a nadie de nada porque no creo en el proselitismo de cualquier tipo ni estimo que el camino que yo recorro sea el mejor (tal vez ni siquiera sea bueno) para todos y cada uno de Vds, sencillamente es el que yo he elegido. No tengo otra pretensión que el hacer pública mi posición sobre diferentes temas. Si se ve enriquecida por otros puntos de vista diferentes, como el que nos ha ofrecido Maest, tanto mejor para todos. Desde el conocimiento de las distintas opiniones podrán Vds. juzgar con libertad que es lo importante con independencia de quién consideren que tiene razón y quién está equivocado.

 

Inauguramos una nueva sección (V)

Viene de aquí

Una vez aclarados estos puntos, podemos volver a la crítica de la obra "La sábana santa ¡vaya timo!" de la que es autor el Sr. D. Félix Ares. Con el capítulo V titulado "Investigaciones (más o menos científicas)" el autor comienza lo que podríamos llamar la parte científica de la obra, abandonando (aparentemente) la parte histórica. No obstante, ya veremos que no es así.

El autor inicia el capítulo con las investigaciones científicas que tuvieron lugar sobre el Sudario en 1969, 1973 y 1978 a las que habría que añadir la prueba de C-14 en 1988. No obstante, prescinde en este capítulo (lo incluye en el VII) de las investigaciones científicas realizadas por personas que no tuvieron acceso a la Sindone. Vignon, Colson, Delage o Barbet tendrán que esperar su entrada en escena (en los casos de Colson y Delage indefinidamente porque ni siquiera son mencionados en esta obra) pese a ser los precursores de la investigación científica sobre este objeto (si dichas investigaciones fueron ejemplos de buena o mala ciencia lo veremos en su momento). Personalmente hubiera preferido que se hubiera seguido el orden cronológico, pero como el Sr. Ares evidentemente opina lo contrario continuaremos con la secuencia de acontecimiento que él establece.

"Por otra, muchos científicos, honrados y competentes en sus áreas de trabajo, se vuelven medio tontos (cursiva en el original) cuando se toca un tema que ellos consideran incuestionable: que el lienzo de Turín es la auténtica mortaja de Jesucristo. En ese caso se olvidan de su objetividad científica y buscan cualquier cosa que permita reafirmar su fe." (Págs. 41-42)

Reconozco que ese párrafo resulta impresionante y que, incluso, puede ser cierto en algunos casos, pero no es completamente veraz porque oculta que, por ejemplo, Delage (que estaba convencido de que la Sábana Santa era el verdadero Sudario de Jesús) no era creyente así que mal podía estar actuando para reafirmar una fe que no tenía. Claro que si ése es el problema, nos olvidamos de Delage como si nunca hubiera existido o como si hubiera sido abducido por una nave extraterrestre y asunto concluido.

"No todos los científicos participantes eran de este tipo. Algunos eran capaces de mantener su objetividad aunque los datos contradijeran sus creencias. Hay que felicitarles, pues mantener la objetividad en contra de las creencias es digno de sabios." (Pág. 42)

Lo cual queda, nuevamente, muy bonito. Hay frases que están pidiendo a gritos una placa de mármol de Carrara que las inmortalice pero eso no quiere decir que sean veraces. El Sr. Ares tiene muy claro quiénes son los científicos que eran capaces de contradecir sus creencias y, por tanto, de mostrarse objetivos:

"Los científicos que afirmaron que la sábana era una falsificación medieval sabían que iban a ser atacados. No obstante, para ellos fue más importante la fidelidad a los datos que las presiones." (Pág. 42)

Llegados a este punto, uno está tentado de pedir a gritos una guitarra y exigir al público que jalee su intervención con unos cuantos "¡Olés!". Si no lo hago es:

a) Porque me horripila el flamenco que, en mi opinión, tendría que estar prohibido por la convención de Ginebra.

b) Porque sé que las tonterías acerca de la Sábana Santa no fueron dichas sólo por los científicos creyentes en su autenticidad.

Tan bucólico panorama acerca de científicos "medio tontos" que se dejan llevar por sus creencias religiosas y abnegados científicos que tienen un comportamiento "digno de sabios" por no dejarse influir por ellas es falso. Lo siento mucho, pero es así.

Como me imagino que alguno de Vds. estará "con la mosca detrás de la oreja" y pensando si me he pasado al "lado oscuro" (o algo así), permítanme explicarme. No es sostenible (al menos para mí) que todos los científicos que afirman la autenticidad de la Sábana Santa lo hagan movidos por sus creencias religiosas cuando alguno de ellos ni siquiera era creyente. ¿Cómo es eso posible? Porque han llegado a confundirse dos cuestiones absolutamente distintas, la autenticidad del Sudario por una parte y, por otra, que éste sea una prueba de la resurrección de Jesús. Que la Sábana Santa fuera auténtica no significaría más que ese trozo de tela envolvió el cadáver de un hombre crucificado al que conocemos como Jesús. Esto sería una cuestión meramente histórica, no religiosa y, por tanto, científicos como Delage pudieron creer en la autenticidad de la Sindone sin dejar por ello de ser agnósticos.

Por otra parte, cualquiera que haya tenido la curiosidad de leer trabajos sobre el Sudario sabe que tanto partidarios como detractores de su autenticidad han llegado a decir auténticas tonterías al respecto. Dado que el Sr. Ares no incide más que en aquéllas que proceden de los partidarios de su autenticidad (recuérdese que eso no significa más que esta tela envolvió el cuerpo de Jesús sin pronunciarse para nada sobre su supuesta naturaleza divina) al final de las entradas relacionadas con la crítica a su libro veremos algunos ejemplos de afirmaciones disparatadas realizadas por los detractores de su autenticidad.

Aunque el Sr. Ares se olvide siquiera de mencionar a autores como Christopher Knight & Robert Lomas (para los que la Sindone envolvió el cuerpo vivo y torturado de Jacques de Molay) o Lynn Picket & Clive Prince (para los que el Sudario es una fotografía de Leonardo da Vinci) si que cita un maravilloso ejemplo de "parida" científica (aunque en este caso, habría que hablar de "parida" histórica). Veámoslo:

"es el trabajo de un gran artista de finales del siglo XV o principios del XVI, que utilizaba la técnica de sombreado de Leonardo." (Pág. 54)

Esa "perla" referida a la Sábana Santa se debe a la Dra. Noemi Gabrielli que formó parte de la comisión de 1973 y que, evidentemente, consideraba que no era auténtica (en lo que estamos de acuerdo). No obstante no sólo tiene importancia el qué se afirma sino también el porqué se afirma y en este punto es donde reside el problema.

Ya vimos la historia (tanto real como supuesta) del Sudario hasta las bulas papales del 6 de enero de 1390. Si hasta ese momento la documentación acerca de ese objeto es contradictoria, incompleta... ahora cambian las cosas. Desde 1390 a 1418 la Sindone se conservó en la colegiata de Lirey. El 6 de julio de 1418 fue entregada a Humbert, conde de la Roche, (segundo esposo de Marguerite de Charny, la hija de Geoffroi II de Charny) para ponerla a salvo de los peligros de la guerra entre Francia e Inglaterra.

En 1439 falleció Humbert de la Roche y en 1443, dado que la guerra con Inglaterra había tomado un cariz favorable a Francia, los canónigos solicitaron a su viuda la devolución de la Sábana Santa. Marguerite se negó alegando que era una propiedad de su familia desde los tiempos de su abuelo, Geoffroi I de Charny. Para evitar los gastos de un proceso judicial, el capítulo de Lirey aceptó que la guardase durante tres años más a cambio de una contraprestación económica por las limosnas que la iglesia dejaba de percibir por no ostentar ya la "reliquia".

En 1446 al cumplirse el plazo sin que Marguerite procediera a su devolución, el caso llegó al tribunal de Besançon. Allí Marguerite se comprometió a su devolución en 1449 a cambio de nuevas compensaciones económicas.

En 1449 Marguerite en lugar de devolver la Sábana Santa a la colegiata se la llevó a realizar un "tour" por tierras de lo que hoy es Bélgica. A finales de este año, se produce un nuevo acuerdo entre las partes por el que Marguerite conservaría durante otros tres años la Sindone a cambio ¿como no? de más contraprestaciones económicas. Para no variar, Marguerite incumple también este acuerdo y en 1452 cede su propiedad a la casa de Saboya.

El colegio de Lirey "agarra el cabreo" que pueden Vds. imaginarse y recurren, nuevamente, al tribunal de Besançon que acaba excomulgando a Marguerite de Charny. Como ésta no se dio por enterada, los canónigos de Lirey acaban vendiendo la Sábana Santa por 800 ducados de oro... que Marguerite nunca pagó como tampoco las compensaciones económicas especificadas en todos los acuerdos que hemos visto.

Un nuevo acuerdo en 1458 o 1459 reiterando el contenido del anterior quedó, nuevamente, incumplido por Marguerite que murió excomulgada en 1460.

Las reclamaciones del colegio de Lirey se dirigieron entonces a Luis de Saboya que en 1464 aceptó conceder una renta a la Colegiata para compensar sus pérdidas. Luis de Saboya falleció en 1465 siendo sucedido por su hijo Amadeo IX que falleció en 1472 siendo sucedido por su hijo Filiberto I.

En 1473 los canónigos intentaron cobrar a su madre (a la madre de Filiberto I, aclaro) Yolanda que actuaba como regente por la minoría de edad de su hijo la renta prometida por Luis de Saboya que se les adeudaba desde la muerte de éste. Posiblemente obtuvieron una respuesta satisfactoria porque nunca más reclamaron nada.

Por su parte, los Saboya depositaron el Sudario en la iglesia de los Franciscanos en Chambery donde se encontraba ya en 1453. Amadeo IX y su esposa Yolanda decidieron acelerar las obras de la capilla ducal en Chambery así como solicitar la concesión del rango de colegiata a dicha capilla lo que les fue concedido en 1467 por bula de Pablo II. Posiblemente el Sudario fue trasladado a esta nueva ubicación antes del fallecimiento de Amadeo IX en 1472 (como ya dijimos).

En 1483 figura en el inventario de reliquias de la nueva colegiata de dónde sólo salió para algunas ostensiones como la celebrada en Vercelli el día 27 de marzo (Viernes Santo) de 1494 o la que tuvo lugar en Bourg-en-Bresse en 1503 a solicitud de Felipe el Hermoso.

Hasta 1506 estuvo en el castillo de Billiac para complacer la petición de la condesa madre que se había retirado a ese lugar y que deseaba tenerla cerca de sí. En ese año los habitantes de Chambery consiguen que regrese a su ciudad donde permaneció hasta 1535 cuando Francia invade Italia ocasionando la huida de los Saboya que llevan consigo la "reliquia" que es ostentada en Milán en 1537. Posteriormente se conservó en la fortaleza de Niza hasta la toma de esa ciudad por los franceses en 1543 lo que motivó su traslado primero a Vercelli y posteriormente a diversas localidades, siempre en posesión de los Saboya.

Cuando los Saboya recuperan sus propiedades, la Sindone regresó a la capilla ducal de Chambery en 1560 de dónde salió en 1578 con destino a Turín para facilitar el cumplimiento del voto realizado por Carlos Borromeo que, en agradecimiento por el cese de una epidemia de peste en Milán, prometió venerar la reliquia. Allí se conservó primero en la capilla ducal de San Lorenzo y posteriormente en un capilla (construida ex profeso) en el palacio ducal. El 1 de junio de 1694 fue trasladada a su actual paradero, la Capilla de la Santa Sindone (o Capilla Real) en la catedral turinesa.

Pues bien, si por el Plomo de Lirey conocemos el aspecto que tenía la Sábana Santa cuando era expuesta en esa localidad francesa (y que coincide con el que hoy conocemos) y la historia del Sudario es conocido desde esa fecha ¿cuándo demonios cree la Dra. Gabrielli que se produjo el "cambiazo" sin que nadie se diera cuenta? Si, además, la propiedad de la "reliquia" desde 1452 hasta fechas muy recientes (concretamente hasta 1983 cuando fue donada a la Santa Sede en virtud de una disposición testamentaria de Umberto II de Saboya) ha recaído siempre en la casa de Saboya ¿para qué iba ésta a sustituir la reliquia por una copia? ¿Para engañarse a sí misma?

¿Qué comentarios le merece al autor tamaña "burrada"? Veámoslo:

"De esta frase destacaría el hecho de que la imagen es la obra de un gran artista, pero en cuanto a la datación parece retrasarla demasiado... Parece que la Dra. Gabrielli se alejó un poco en el tiempo: la datación de la pintura 100 o 150 años antes también habría sido perfectamente coherente." (Pág. 54)

En realidad, la datación 100 o 150 años de lo que afirmó la Dra. Gabrielli es la única que hubiera resultado coherente. No es que lo parezca, es que retrasó la fecha de composición en demasía y sin que hubiera ningún motivo válido para ello.

Si la Dra. Gabrielli, pese a la "metedura de pata", no merece para el Sr. Ares una crítica más dura, el dictamen del Dr. Raes se gana lo que, en mi opinión, es un sarcasmo inmerecido:

"Gilbert Raes, uno de los pocos no italianos del grupo, era un experto textil belga, y lo que dice es digno de un escrito diplomático:" (Pág. 51)

y

"Le propongo para redactar tratados de la Unión Europea que satisfagan a todos, ¿o a ninguno?" (Pág. 52)

¿Qué dijo el Dr. Raes para merecer ese, en mi opinión, "cachondeo" innecesario? Lo siguiente:

"El tipo de tejido no es particularmente distintivo y no permite determinar el período en el que se produjo." (Pag. 52)

y

"En base a las observaciones anteriores podemos decir que no poseemos indicaciones precisas que nos permitan afirmar sin sombra de duda que el tejido no data de los tiempos de Cristo. Por otra lado, tampoco es posible confirmar que la tela en cuestión haya sido realmente fabricada en ese período." (Pág. 52)

Es decir, que puesto que el tipo de tejido es común tanto en época de Jesús como posteriormente, no hay nada en él que permita datarlo por simple observación de la tela. Eso no es diplomacia, ganas de nadar y guardar la ropa... es sencillamente una postura honrada. Si no existen pruebas que permitan elegir entre dos teorías opuestas, hay que abstenerse de hacerlo.

Por lo demás, resulta interesante destacar el informe de Eugenia Rizatti y Emilio Mari sobre la presencia (o no) de sangre en el Sudario. Todas las pruebas realizadas dieron resultado negativo (es decir, que no había sangre). Sin embargo, el autor tiene que reconocer:

"Rizatti y Mari indicaron que su método es válido cuando da resultados positivos. Es decir, si dicen que hay sangre es que la hay. Pero no son absolutamente válidos para decir que no la hay. Pudiera ocurrir que con otras comprobaciones de otro tipo resultara que sí hay restos de sangre." (Pág. 48)

No obstante, el Sr. Ares a continuación intenta zanjar cualquier duda que pudiera sugerir en el lector ese párrafo:

"Creo importante señalar aquí que comprobaciones posteriores del STURP y de Walter McCrone, con las mismas técnicas y otras técnicas, tales como bencidina, test de Takayama y Teichman, fenoftaleína y luz ultravioleta con tratamiento de ácido sulfúrico, también dieron resultados negativos." (Pág. 48)

A poco interés que hayan tenido Vds. en seguir la polémica sobre la Sábana Santa supongo que en este punto se estarán haciendo la misma pregunta que me formulé yo: ¿Y dónde está la contestación a los trabajos de Alan Adler y John Heller? No obstante, también es posible que no tengan ni idea de quiénes son esos señores o qué aseguraron. Por si acaso, permítanme enlazar un artículo que contiene un resumen (en inglés) de esta historia. Pues bien, en vano buscarán en este libro referencia alguna a esa cuestión. No existe la menor mención a porqué esos estudios son inválidos. Ni niega los resultados (presencia de componentes que los autores relacionan con la sangre humana), ni ofece razones para afirmar que los métodos empleados no son adecuados, ni ofrece una interpretación alternativa a la de los Sres. Adler y Heller. Sencillamente, nada de esto existe para el autor o bien considera que no merece la pena trasmitírselo a sus lectores. Eso no le impide asegurar:

"La conclusión es bastante clara: en la sábana de Turín no hay restos de sangre." (Pág. 49)

Me parece muy bien que el Sr. Ares posea tal grado de certeza sobre ese punto concreto, pero si hay un estudio que asegura lo contrario, hacer como si éste no existiera o como si, al menos, no mereciera respuesta, no es la mejor forma de convencernos a los demás para que podamos compartir su seguridad.

Por contra, sí informa adecuadamente de la diferente interpretación dada por Walter McCrone y los científicos del STURP a la presencia de dióxido de hierro. (Para el primero es una prueba de que la figura de la Sábana Santa es una pintura realizada con ocre mientras para los segundos procede de la descomposición de la sangre o, tal vez, sea una contaminación procedente de la pintura de las copias que se ponían en contacto con ella). Si están interesados en esta polémica, les enlazo un artículo de Walter McCrone (en español) y un breve comentario de Raymond Rogers en los que defienden sus respectivas posturas.

No obstante, dado que el Sr. Ares es informático y, con mayor precisión, es "profesor titular universitario del área de Arquitectura y Tecnología de Computadores de la Universidad del País Vasco" según reza la solapa de este libro, lo que me sorprendió más desagradablemente de este capítulo es lo poco que dice sobre las afirmaciones de John Jackson y Eric Jumper. Por si no saben quiénes son estos señores, son los que afirmaron que la imagen del Sudario reflejaba la tridimensionalidad de un cuerpo humano, es decir, que no era una mera pintura.

"Poco después de que la comisión de 1973 entregara sus informes, dos capitanes de la Fuerza Aérea de EEUU, John Jackson y Eric Jumper, realizaron un estudio basado en fotos de la sábana de Turín y llegaron a la conclusión de que tenían información tridimensional. Utilizaron un ordenador y un escáner y asociaron los niveles de gris de la imagen con la distancia al cuerpo y les salió una pequeña correlación. Era 1973, todo lo que viniera de los cerebros electrónicos era pocos menos que magia y la noticia corrió como la pólvora: La NASA demuestra que la sábana santa de Turín es la mortaja de Jesucristo, la NASA demuestra que Jesucristo resucitó... Titulares así aparecieron en todo el mundo. Pero el único papel que representó la NASA en todo el embrollo fue prestar un ordenador y un escáner a Jackson y Jumper." (Pág. 58)

Ni en esta ocasión, ni cuando vuelva a tratar de este tema (ya lo veremos en su momento) el autor da alguna razón que permita desestimar el trabajo de Jackson & Jumper. Parece más preocupado por señalar que la NASA (como tal agencia) no tuvo nada que ver con este asunto que por desmentir las afirmaciones de los miembros de la USAF. Como me imagino que Vds. no compartirán ese punto de vista (supongo que les importa un bledo si la NASA fue responsable o no de esas afirmaciones y lo que les interesa realmente es si son o no ciertas) me permito hacer unas observaciones al respecto:

Ni Jackson ni Jumper tuvieron acceso al Sudario antes de publicar sus resultados. Se basaron en fotografías y, además, éstas eran en blanco y negro (concretamente, las obtenidas por Giuseppe Enrie en 1931) lo que, por sí mismo, ya bastaría para poner en duda los resultados. No obstante, en 1978 Vernon Miller obtuvo fotografías en alta resolución que ofrecen (según los autores) los mismos resultados de información tridimensional. De todas formas, seguimos hablando de experimentos realizadss sobre fotografías.

Aún peor para la validez de esta hipótesis es el sencillo recurso de observar los resultados obtenidos por Jackson & Jumper. Puesto que, recordemos, la teoría que se trata de probar es que el cuerpo que, supuestamente, produjo la imagen era tridimensional debería ser posible su reconstrucción. Jackson & Jumper lo intentaron pero el resultado, antes de "limpiar" la imagen, es cualquier cosa menos bueno. Si están intereados, en un texto titulado "Dictamen sobre la Sábana de Cristo" de Kenneth E. Stevenson y Gary R. Habermas (Traducción de José Luis Carreño Etxeandía. Colección Documento, Ed. Planeta. 3ª Edición, Barcelona, 1988) pueden encontrar (en el cuadernillo de fotografías situado entre las páginas 128-129) un par de ilustraciones que resultan interesantes. La primera es una reconstrucción del "rostro" en 3D. Los autores de este texto parecen no darse cuenta de que eso es cualquier cosa menos el rostro de una persona real (flequillo, barba y cejas sobresalen de la altura de la punta de la nariz al igual que los pómulos, la cabellera no está caída...). La segunda es una estatua de cartón y fibra de vidrio que prepresenta al hombre de la Sindone y que desafía cualquier intento de descripción que yo pueda hacer. Es, en el sentido literal, indescriptible. Mejor obsérvenla y juzguen Vds. mismos.

Tal vez por ello, Jumper & Jackson acabaron "limpiando" la imagen:

"Recurrieron a "un voluntario escogido por su parecido con la imagen del sudario, La persona fue envuelta en una sábana y, mediante procedimientos ópticos delicados, midieron las distancias entre el cuerpo y la tela. Se incorporaron estas medidas a la memoria del analizador encargado de traducir las variaciones de densidad coloreada de la imagen del sudario. El primer resultado obtenido fue el de una imagen humana en tres dimensiones distorsionada en varios lugares. Las instrucciones dadas al ordenador fueron modificadas por tanteo hasta que se obtuvo una imagen exenta de distorsiones inadmisibles"" ("La cruzada de la sábana santa" por Luis Alfonso Gámez. Revista el escéptico nº 1. Zaragoza, junio de 1998. Pág. 66 citando "La autenticidad del sudario de Turín pendiente de un hilo" por Michel Rouzé. Revista Algo nº 386. Barcelona, abril de 1983. Págs. 18-27)

Después de eso, sobra cualquier comentario ulterior sobre el experimento "científico".

Inauguramos una nueva sección (VI)

 

 

Viene de aquí

Después de esa revisión a las investigaciones sobre la Sindone, le toca el turno al padre Filas en el capítulo (o algo así) VI titulado "Monedas, el Pato Donald y Mickey Mouse". Como el tema, para el autor, parece que da para poco, el título casi es más largo que el capítulo que apenas sobrepasa una cara.

Aparte de enterarnos de que en el portal del Sr. Ares hay mármol y que el autor, mientras espera el ascensor, se dedica a imaginar rostros y figuras en dicha superficie, el Sr. Ares asegura que, ante las fotografías ampliadas del padre Filas,:

"lo único que puede hacer una persona con sentido común es soltar una gran carcajada." (Pág. 65)

Cuando termina de reírse, cita a David Sox, que sostiene que la mayoría de los expertos consideran que lo de poner monedas sobre los ojos de los cadáveres es una práctica pagana y, por tanto, no corresponde a un enterramiento judío, y a Marvin V. Mueller que afirma que en la fotografías del padre Filas cada uno ve lo que quiere ver.

Después de un magnífico ejemplo de preterición:

"Entre ellos están los famosos esposos Alan y Mary Whanger, de los que mejor no hablaré." (Pág. 66)

El Sr. Ares concluye con una frase lapidaria:

"Lo de Filas y las monedas es sencillamente una bobada, pero muchos tontilocos con menos cerebro que un chorlito lo siguen repitiendo, y repitiendo." (Pág. 66)

Comencemos por el final. Creía que este libro más que dirigirse a los que ya consideramos que la Sábana Santa no fue nunca la mortaja de Jesús, se orientaba a los que piensan lo contrario pero, si ése es el caso, se me ocurre que tildar a los creyentes en el tema de las monedas de "tontilocos con menos cerebro que un chorlito" no es la mejor forma de exponer unos argumentos para que consideren si su creencia no es fruto de un error.

Francamente, cuando alguien considera que se le está insultando (y lo de "tontilocos..." no me parece que sea un halago, precisamente) no suele estar dispuesto a la reflexión sosegada. Por ello, el empleo de ese lenguaje dirigido a las personas que, de buena fe, creen algo por muy absurdo que nos parezca es estratégicamente inadecuado y éticamente deplorable como cualquier otro insulto.

Ahora ya puedo regresar al principio para contar todo lo que el Sr. Ares no dice. A raíz del trabajo de Jackson y Jumper (del que ya hablamos en la anterior entrega de esta serie) pudo apreciarse que, entre otras deficiencias de la imagen tridimensional obtenida, los ojos del cadáver estaban muy abultados. Como el parentesco del supuesto Jesús con Martin Alan Feldman no parece probable, el padre Filas S.J. imaginó que eso se debía a la existencia de sendos objetos sobre los párpados del cadáver. Comenzó a trabajar con ampliaciones de las antiguas fotografías de Giuseppe Enrie y encontró esto (como, la verdad, es que no está nada claro, una imagen mejorada la tienen aquí, a la izquierda la imagen tridimensional, a la derecha se marca lo que, supuestamente, debemos ver).

Imagino que estarán pensando qué demonios se supone que es eso. En opinión del padre Filas es la huella dejada por un leptón (olvídense de la Física porque estos leptones nada tienen que ver con esos leptones excepto su etimología). En Numismática se conoce con ese nombre a las monedas del mundo griego de poco valor (leptón significa pequeño). En este caso concreto, supuestamente se trata de uno de los llamados leptones de Poncio Pilato por haber sido acuñados en Judea cuando Pilato ejerció allí la prefectura (26-36 D. de C.).

Este tipo de leptones (que no son los únicos que se acuñaron bajo Pilato como ahora veremos) presenta el lituus (cayado del augur) con la inscripción en letras griegas mayúsculas TIBEPIOY KAICAPOC (De Tiberio César). Según el padre Filas lo que aparece en la imagen es el cayado y las letras Y CAI por un error ortográfico cometido en la ceca en vez de Y KAI. Existen, en efecto, leptones de Poncio Pilato con ese error ortográfico pero los que conozco (lo que no quiere decir que no existan otros y yo no los conozca) son del tipo leptón simpulum así llamados porque presentan el simpulum (una especie de cucharón ceremonial).

No obstante, puesto que existen los leptones de tipo lituus y está documentado el error ortográfico (por no hablar de que los leptones de Poncio Pilato son un horror en cuanto a la acuñación con frecuencia defectuosa) podemos conceder que existan ejemplares en los que ambas características aparezcan simultáneamente. El problema no es ése. Veamos unas declaraciones al respecto de Barrie Schwortz, que tomó las fotografías de la Sábana Santa durante la investigación protagonizada por el STURP:

"Lo que el Padre Filas vio como inscripción, yo lo veo como efectos de azar y de ruido... Me dijo a mí (sic en el original) que no había conseguido ni siquiera iguales resultados con las fotos de 1978. Desgraciadamente, las fotos de 1933 habían sido copiadas y recopiadas... se produjo un crecimiento de los granos respecto a la primera generación de fotos, cosa muy común" (Las declaraciones de Schwortz pueden encontrarlas aquí.

Si el supuesto parecido entre la impronta en el Sudario y el leptón sólo aparece en las copias sucesivas en blanco y negro y no lo hace con los originales en color y alta resolución tenemos que dar la razón a Mr. Schowrtz, es un mero ejemplo de "ruido" sumado a la Pareidolia.

No obstante, todavía podemos comentar alguna cosa más sobre este tema. Por ejemplo, ¿existía o no un rito funerario judío consistente en colocar monedas sobre los ojos de los cadáveres? Conocemos el óbolo de Caronte (la moneda que se colocaba en la boca de los difuntos para que éstos pudieran pagar al barquero Caronte el viaje a la otra orilla de la laguna Estigia) pero eso es, indudablemente, un rito grecolatino, no judío.

Sin embargo, sí se han encontrado evidencias arqueológicas de la presencia de monedas en osarios judíos pero ¿estaban sobre los ojos? En esta dirección podrán encontrar un debate entre Lombati y Alan Whanger al respecto. Mi opinión es que resulta inconcebible que sobre el cadáver de un judío respetuoso de la Ley (entiéndase de la ley mosaíca) se colocasen monedas con símbolos páganos como el lituus. ¿Y las monedas por qué aparecen? La respuesta (de forma simplificada, que no hay evidencia que relacione esas monedas con los enterramientos) pueden encontrarla en el artículo "Was the Coin-on-Eye Custom a Jewish Burial Practice in the Second Temple Period?" por Rachel Hachlili & Ann Killebrew. The Biblical Archaeologist, Vol. 46, Nº 3 (Verano, 1983). Págs. 147-153. (La primera página del artículo pueden encontrarla aquí)

Este Whanger es, evidentemente, uno de los miembros del matrimonio Whanger, ése del que en opinión del Sr. Ares "mejor no hablaré". Como no comparto para nada que sea mejor silenciar algo que hablar sobre ello, en los mensajes antes enlazados podrán notar que las afirmaciones de los Whanger son que no sólo aparece la impronta de las monedas en el Sudario sino también la de un amuleto y la de diversos objetos relacionados con la Pasión como los clavos, las tenazas, el martillo... que nadie ve más que ellos y eso después de haber tratado las fotografías digitalmente. También debemos al matrimonio Whanger la curiosa explicación del porqué se colocaron monedas sobre los ojos de Jesús, para mantener cerrados los ojos del cadáver y que no se entreabieran por el rigor mortis. El único problema es que los leptones pesan unos dos gramos lo que les convierte en inútiles a esos efectos.

Si el matrimonio Whanger al menos es citado aunque sólo sea para decir que mejor no hablar de él, no tiene esa suerte Aldo Marastoni el autor de la afirmación de que en la Sábana Santa aparecen letras en tres alfabetos distintos, latino, griego y hebreo. (Una imagen de dónde aparecen -supuestamente- pueden encontrarla aquí). Como verán por esa imagen, las supuestas letras se encuentran sobre o cerca del "rostro". ¿Las llevaba tatuadas? No. Según explica el profesor Marastoni procederían de una especie de capucha en la que se escribió lo mismo (o parecido) que en el INRI. Por efecto del sudor, la tinta fresca traspasó la tela y acabó sobre el rostro de Jesús. Aparte de que, nuevamente, tales imágenes sólo aparecen después de filtrar las fotografías (y ni siquiera entonces están claras), no existe la menor prueba de que los romanos emplearan tal práctica en sus ejecuciones.

Hemos visto cómo las afirmaciones sobre impronta de monedas, instrumentos de ejecución y letras en la Sindone deben ser puestas en duda, pero ni me parece que sean motivo de risa ni, mucho menos, para tratar a sus autores o a las que personas que las crean como "tontilocos".

-Continuará-